El marido de la activista iraní Narges Mohammadi agradece su Nobel de la Paz pues ayudará a «difundir el mensaje»
Taghi Rahmani compara la política de exteriores de Irán con la postura de la Franco durante la Segunda Guerra Mundial
Taghi Rahmani, marido de la activista iraní en prisión y premio Nobel de la Paz 2023, Narges Mohamadi, ha recalcado que esta distinción es «el premio más grande» que se puede recibir y que además ayudará a «difundir» y dar a conocer la situación de los Derechos Humanos en Irán, aunque el régimen de Teherán busque evitarlo.
Rahmani ha celebrado este lunes una rueda de prensa en la sede de la Asociación de Prensa de Madrid para presentar el libro de Mohamadi Tortura Blanca , que recoge testimonios de mujeres recluidas en prisiones de Irán por sus posturas políticas o su defensa de los Derechos Humanos, especialmente de los de las mujeres.
Mohamadi se ha pasado la mayor parte de los últimos 20 años de su vida en prisión y ha sido condenada hasta en cinco ocasiones, hasta acumular una pena total de 31 años de cárcel. Rahmani, por su parte, vive exiliado en París desde el año 2011, donde reside junto a los hijos de la activista.
Rahmani recogerá el 10 de diciembre en Oslo (Noruega) el premio Nobel de la Paz en nombre de su esposa. Además, ha adelantado que durante estos días tratará de conseguir que un testimonio directo de su mujer para que los hijos de la pareja los lean durante la ceremonia en el Ayuntamiento de la capital noruega. «Va a ser difícil, pero vamos a intentar recibir su mensaje desde la cárcel», ha dicho.
«Pienso que (el discurso) será sobre la condena de la situación de Irán: la dictadura, las discriminaciones de género y los episodios de los Derechos Humanos; y también sobre nuestra esperanza de que Occidente actúe de alguna manera más dedicada ante lo que está pasando en Irán», ha manifestado.
De acuerdo con Rahmani, la activista cuenta con una «fortaleza mental bastante buena», si bien eso no excluye que exijan su liberación inmediata por parte de un régimen que «no admite» voces contrarias a la oficial, y ejerce una discriminación en varios ámbitos, especialmente en cuestión de género y étnica.
Por tanto, Rahmani ha incidido en que las mujeres pertenecientes a minorías étnicas se ven doblemente represaliadas por un régimen donde «la discriminación está institucionalizada». Es por esto que de las 14 voces recogidas por Mohammadi en Tortura Blanca , gran parte de ellas pertenecen a minorías étnicas.
Es en este punto que el marido de la activista ha recalcado que independientemente de la religión que Mohammadi y él profesen, su compromiso es con «la lucha por la libertad y la defensa de los Derechos Humanos de todas las personas, con cualquier pensamiento o religión».
«Somos religiosos, tenemos nuestra fe (…) pero no nos obstaculiza para seguir adelante con la lucha, al contrario, nos da tranquilidad interna», ha manifestado Rahmani.
Respecto a los repetidos episodios de tortura sufridos por su mujer, quien en el pasado fue víctima de daños físicos y más recientemente estas agresiones han tornado hacia el ámbito psicológico –conocida como tortura blanca–, Rahmani ha destacado que el régimen iraní ha encontrado en esta modalidad una forma de represión «más efectiva».
Según ha relatado el marido de Mohammadi, uno de los objetivos de la activista con este libro era hacer llegar a la opinión mundial la situación de torturas en las cárceles iraníes, donde algunos presos víctimas de tortura blanca permanecen recluidos durante meses en habitáculos de poco más de tres metros cuadrados y en los que tan solo tienen contacto directo con quien será su «verdugo».
«La situación llega a un punto en que quieres hablar con tu verdugo para decirle lo que ellos quieren. Estás dispuesto a firmar la sentencia de tu propia muerte o de la muerte de tus compañeros (…) La tortura blanca no es historia, todavía existe y se lleva a cabo», ha explicado.
RELACIONES DE OCCIDENTE CON TEHERÁN
Por otro lado, Rahmani ha lamentado que las principales potencias occidentales mantienen relaciones comerciales con Irán, que ofrece petróleo a bajo coste y aprovecha el dinero recibido por estos países para financiar sus «fuerzas represivas», en alusión a la Guardia Revolucionaria.
En este punto, el marido de la activista ha incidido en que Occidente no está lo suficientemente cohesionado, pues aunque gran parte de la sociedad civil se opone a los negocios con Irán por la situación de los Derechos Humanos, los gobiernos «actúan diferente» y mantienen contactos y negocios con Teherán.
De hecho, Rahmani ha incidido en que el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, se muestra como una figura contraria a la hegemonía de Occidente y aboga por distanciarse de sus políticas, aunque sin embargo no entra en conflicto directo con estas potencias, en parte porque sabe que la población iraní no es lo que quiere.
«Jamenei nunca va arriesgar lo que tiene. Por un lado dice que Irán nunca aceptará a Occidente, pero al mismo tiempo no se opone a Occidente. No entra en ninguna guerra con Occidente», ha explicado un Rahmani que en este punto ha llegado a comparar la política de exteriores de Irán con la de la España del dictador Francisco Franco durante la Segunda Guerra Mundial.
«El pueblo no quiere guerra, y el régimen se aprovecha de esto para llevar a cabo sus políticas. Es parecido a lo que hizo Franco en España durante la Segunda Guerra Mundial: No entró en la guerra porque aunque él estaba en el lado de los fascistas, no quería entrar en la guerra porque el pueblo no quería», ha argüido.
GUERRA EN LA FRANJA DE GAZA
Finalmente, Rahmani ha abordado la situación en la Franja de Gaza, donde el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) lanzó un ataque sin precedentes contra territorio israelí a comienzos de octubre que dejó cerca de 1.200 muertos y 240 rehenes –parte de ellos ya liberados–, y al que Israel respondió con una cruenta contraofensiva que se cobra ya más de 15.000 palestinos muertos.
Respecto a esta situación, Rahmani ha recalcado que el régimen se aprovecha de los acontecimientos en Gaza para recrudecer la represión interna, pues Irán se ha manifestado en contra de la muerte de civiles palestinos y cualquier tipo de discrepancia con sus políticas servirían a Teherán para acusar a la disidencia de apoyar a Israel.
El marido de la activista ha reconocido que esta es una «estrategia interesante» por parte de Teherán, y que ya utilizó hace algunos años cuando Estados Unidos abandonó Afganistán tras 20 años y la retirada de sus tropas desembocó en el retorno al poder de los talibán.
«Han ocurrido algunos errores por parte de los países occidentales, por ejemplo cuando Estados Unidos atacó Afganistán, hubo una guerra y después salieron y los talibán se establecieron. Esta es la situación que aprovecha Irán para hacer callar al pueblo iraní: si no nos aceptáis, vais a tener algo parecido a los talibán», ha explicado.
Sin embargo, Rahmani ha puesto en valor la oleada de protestas internas vividas en Irán en los últimos años, con especial énfasis en las que surgieron tras la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, una joven kurda detenida por llevar mal puesto el velo.
Aquel episodio desembocó en protestas masivas en Teherán y las principales ciudades de Irán, que sin embargo fuero duramente reprimidas por unas fuerzas de seguridad que detuvieron a «20.000 personas», dejaron cientos de heridos y otros «400 o 500 muertos», algunos de ellos en prisión.