La posibilidad de que Telefónica acabe controlada por el Gobierno saudí es «poco realista», según Scope
La delicadeza política de las inversiones extranjeras en las telecos europeas y la falta de sinergias, dos elementos clave
Las inversiones extranjeras en las telecos europeas son un asunto delicado desde el punto de vista político, según argumenta en un informe Scope Ratings en relación con la irrupción de STC en el accionariado de Telefónica y en el que también valora como «poco realista» la posibilidad de una operadora del Viejo Continente pueda acabar controlada por un Gobierno saudí o emiratí.
En su análisis, la agencia hace hincapié en que a los promotores de operaciones transfronterizas les ha resultado «difícil convencer a las autoridades europeas de sus buenas intenciones», al tiempo que resalta que para los gobiernos, los operadores nacionales siguen siendo activos estratégicos sobre los que puede resultar «difícil» aceptar la influencia extranjera, «incluso cuando el Estado ya no es accionista, como ocurre en el caso de Telefónica».
En ese sentido, ponen como ejemplo el intento fallido de la mexicana América Móvil de adquirir KPN en los Países Bajos, a pesar de que el Gobierno ya no era accionista, así como los «tímidos planes» de fusión de KPN y Belgacom (ahora Proximus) o de Swisscom y Telekom Austria, los cuales «quedaron en nada».
«En Austria, América Móvil tuvo que firmar un acuerdo especial de participación con el Gobierno austriaco para convertirse en el principal accionista de Telekom Austria. Mientras tanto, operadores de Oriente Medio como STC y la emiratí Etisalat (que participa en Vodafone) están controlados por sus Gobiernos (64% y 60%, respectivamente). Sería poco realista pensar que un operador europeo de telecomunicaciones pudiera acabar cayendo bajo el control de los Gobiernos saudí o emiratí», ha subrayado Scope Ratings.
La falta de sinergias es otro elemento que a juicio de la agencia juega en contra de este tipo de operaciones por parte de inversores extranjeros en los operadoras europeos.
Scope Ratings argumenta que los servicios de telecomunicaciones se caracterizan por su estructura nacional, con diferentes regulaciones –incluso en Europa–, distintos competidores, hábitos de los consumidores, redes y estructuras.
«Todo ello juega en contra del ahorro de costes y el aumento de ingresos. En pocas palabras, un minuto de servicio de voz móvil o un gigabyte de datos móviles producido en Arabia Saudí no puede venderse en España, y viceversa, aunque STC poseyera el 100% de Telefónica», destaca el análisis.
«Estas dos características del sector europeo de las telecomunicaciones han dado lugar a escasos beneficios, como puso de manifiesto la inversión de América Móvil en KPN. La cotización de Vodafone ha bajado un 45% desde que Etisalat hizo pública su participación inicial del 10% en Vodafone en mayo de 2022. A los operadores tradicionales europeos no les ha ido mucho mejor, como demuestra la inversión de Deutsche Telekom en la griega OTE o, más recientemente, en BT», agrega.
En esa línea, Scope Ratings añade que las inversiones en países vecinos tampoco han tenido más éxito, y pone como ejemplos la entrada del magnate francés de las telecomunicaciones Xavier Niel en Telecom Italia, las adquisiciones del operador sueco Telia en Finlandia y Noruega y las inversiones de Orange en España (Amena, Jazztel), «que provocaron una pérdida de valor de 4.000 millones de euros en 2021».
«Estas dificultades, junto con las limitadísimas posibilidades de consolidación de la telefonía móvil nacional por motivos regulatorios, nos hacen pensar que el riesgo de fusiones y adquisiciones sigue siendo limitado en Europa desde el punto de vista crediticio, incluso a medida que los nuevos inversores buscan diversificación fuera de sus mercados de origen», concluye el análisis de Scope Ratings.