La MINUSMA confirma el fin de la primera fase de su plan de retirada de cascos azules de Malí

La Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) ha anunciado este jueves la finalización de la primera fase de su plan de retirada de cascos azules tras su salida de la base militar de Ménaka (noreste), después de que los militares llegaran el miércoles a Gao tras salir el 25 de agosto de las instalaciones.

La misión ha indicado en un comunicado publicado en su página web que la de Ménaka es la última de las cuatro instalaciones cerradas en el marco de la primera fase de este proceso de reducción de efectivos de cara a su retirada definitiva de Malí, tras la petición formulada en este sentido por la junta militar y la posterior resolución aprobada el 30 de junio por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Así, ha recordado que «la base temporal de Ogossagou fue cerrada el 3 de agosto, seguida por la de Ber, el 13 de ese mes, y la de Goundam tres días más tarde», antes de especificar que antes de la retirada de Ménaka se firmaron los documentos «confirmando el buen estado del campamento ocupado por la MINUSMA, con una descripción de sus instalaciones y el respeto de la misión de sus obligaciones ambientales».

«La restitución formal de este campamento al Estado maliense supone el fin de la presencia de la MINUSMA en la región de Ménaka», ha destacado, al tiempo que ha reseñado que en las semanas previas a su repliegue se llevó a cabo «una gran campaña de sensibilización» destinada a las autoridades y «otros actores» sobre las acciones de los cascos azules para «proteger a la población civil y estabilizar la situación de seguridad».

En este sentido, ha apuntado que la oficina regional de la MINUSMA en Ménaka fue abierta en 2017, con una presencia reforzada para apoyar «de forma más efectiva» la aplicación del acuerdo de paz firmado en Argel,

La MINUSMA ha dicho además que «ante el empeoramiento de la situación de seguridad, en particular a partir de marzo de 2022, se intensificaron las operaciones en la localidad» y se reforzó «la coordinación con las fuerzas de defensa y seguridad maliense», incluidas patrullas conjuntas.

«Estas medidas permitieron sin lugar a dudas garantizar estabilidad y seguridad en Ménaka, donde van la mayoría de los desplazados que huyen de la violencia en el resto de la región. A la localidad llegaron 78.500 desplazados internos entre marzo de 2022 y el primer trimestre de 2023», ha destacado.

De esta forma, el representante especial de la Secretaría General de la ONU para Malí y jefe de la misión, El Ghassim Wane, ha ensalzado que «la finalización en los plazos previstos de esta primera fase del plan de retirada es el resultado de un trabajo sostenido por parte de los equipos de la MINUSMA y de la buena coordinación con las autoridades malienses».

«Con estos cierres, hemos reducido en un 25 por ciento nuestra impronta geográfica en Malí y estamos decididos a continuar esta dinámica para concluir nuestra retirada de aquí al 31 de diciembre de 2023, a pesar de los desafíos de muchos tipos que deben ser superados para la segunda fase del plan de retirada», ha argüido Wane, que ha aplaudido además «el sentido del deber» de los cascos azules nigerinos y togoleses que estaban desplegados en Ménaka.

La resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 30 de junio supuso dar carpetazo al despliegue de la MINUSMA tras diez años de presencia en el país africano, después de que la junta militar maliense, encabezada por Assimi Goita, exigiera la salida «inmediata» de los cascos azules .

Las relaciones de Bamako con la MINUSMA se vieron afectadas por un informe de la ONU sobre la matanza de más de 500 personas en marzo de 2022 en la ciudad de Moura (centro), en el que se apuntaba al Ejército como principal responsable. El Gobierno rechazó «con firmeza» el informe y aseguró que las imágenes obtenidas por satélite por los investigadores constituyen un delito de «espionaje».

Goita ya había puesto el foco sobre la MINUSMA en estos últimos meses, reclamándole una mayor colaboración con el Ejército a la hora de llevar a cabo sus operaciones contra la amenaza terrorista, especialmente por parte de las ramas de Al Qaeda y Estado Islámico en la región.

La misión tiene desplegados cascos azules en el país desde 2013, si bien las relaciones se han deteriorado a raíz de los golpes de Estado liderados por Goita en agosto de 2020 y mayo de 2021 y los aplazamientos por parte de la junta a la hora de fijar un calendario electoral para una transición democrática.

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