El deporte inclusivo mejora la autoestima y fomenta una visión «más positiva» de las personas con discapacidad
El deporte inclusivo repercute directamente en la forma en la que las personas con discapacidad se enfrentan a su situación porque ayuda a mejorar su autoestima, a fomentar su autonomía y a ganar en independencia, lo que evoluciona en una visión «más positiva» de uno mismo, según señala el director de la Cátedra Fundación Sanitas de estudios sobre deporte Inclusivo, Javier Pérez.
«El ejercicio físico tiene efecto en el cambio hacia una actitud más positiva por la superación personal y el sacrificio que acompaña al deporte en todas sus vertientes, y que deriva en una percepción de uno mismo más positiva», ha detallado.
De acuerdo con los datos de la última Encuesta de discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia (EDAD 2020) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, el 33,34 por ciento de la población con discapacidad dedica su tiempo libre a realizar algún tipo de ejercicio físico.
Tener esta autopercepción positiva requiere un doble esfuerzo para las personas con discapacidad, ya que, muchas veces, se enfrentan a los prejuicios de la sociedad que pueden acabar generando en ellas sentimientos negativos como frustración o impotencia.
En este sentido, el deporte inclusivo tiene un papel importante, al poner en contacto de manera directa a personas con y sin discapacidad. «Cuando a las personas sin discapacidad se les da la oportunidad de practicar deporte junto a personas con discapacidad, su actitud hacia la inclusión se vuelve más positiva y empática», explica Pérez.
Así, entre los beneficios del deporte inclusivo destacan: una mayor socialización, favoreciendo las relaciones sociales entre las personas que lo practican, tengan o no discapacidad; mejora de la autonomía y la autosuficiencia de las personas con discapacidad y, además, el proceso de inclusión y el respeto hacia los demás mejora por el contacto con personas con distintas capacidades.
Por otro lado, aumenta la sensación de pertenencia, ya que, al formar parte de un equipo inclusivo, las personas con discapacidad pueden sentir que pertenecen a un grupo y que son valoradas por lo que aportan y por quienes son. Finalmente, ayuda a mejorar la autoestima, el sentimiento de utilidad y el reconocimiento de las capacidades de cada persona.