Investigadora del IDIVAL dice que «hablar del suicidio no provoca efecto bola de nieve » sino al contrario
La docente y coordinadora del Grupo de Investigación de Enfermería del Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (IDIVAL), Carmen Sarabia, ha afirmado que los estudios a nivel europeo concluyen que hablar del suicidio no genera efecto bola de nieve ni más muertes por imitación, sino al contrario.
«La noticia de que alguien se ha quitado la vida nos ayuda a ponernos en guardia, sensibilizarnos y tomar nota». En el caso de niños y adolescentes, «no genera efecto bola de nieve aunque no sabemos por qué. Probablemente porque los propios niños y padres se ponen en alerta», ha reflexionado la enfermera e investigadora en declaraciones a la Universidad de Cantabria (UC), cuyo curso de verano Bienestar y cuidado emocional dirigirá Sarabia la próxima semana en Piélagos.
No obstante, a su juicio y en la línea del psiquiatra Martin Seligman, con los adolescentes hay que utilizar la estrategia de las dos ces, comprender y comunicar. «Comprender por lo que están pasando, porque el adulto es el que ya tiene herramientas el adolescente no».
Y comunicar. «El gran puente es la comunicación. Los adolescentes no quieren hablar, no se sienten comprendidos, pero tenemos que hacer un esfuerzo como adultos por comunicarnos. En el momento en el que puedan hablar y contarte qué les ocurre sin que se les juzgue, sin que se les de automáticamente una respuesta, se sentirán comprendidos y escuchados. ¿Va a ser esta la clave para evitar los suicidios? Pues no, pero al menos ponemos unas pautas y unos recursos para que esos adolescentes tengan asideros para salir del pozo en el que se encuentran», ha señalado.
En cuanto a la medicación en niños y adolescentes, Sarabia considera que es un tema controvertido y donde no hay unanimidad en la comunidad científica.
Ella siempre se ciñe a la pauta clínica que comienza por diagnosticar y sigue por utilizar todas las herramientas disponibles antes de recurrir a la farmacología. «No porque los fármacos en sí sean malos, sino porque tienen efectos secundarios. Y lo que queremos es el mínimo de efectos secundarios», ha detallado.
La investigadora ha recordado que antes de la pandemia el suicidio de niños y adolescentes era la tercera causa de muerte por causas que no fuesen una enfermedad y después de la pandemia –que no afectó a jóvenes y adultos por igual– es la principal.
«Ahora que han pasado tres años, que es el proceso de duelo habitual para recuperarnos después de grandes crisis, empezaremos a recuperar la luz. ¿Tenemos alguna generación perdida? ¿Algún niño, algún adolescente va a perder esos tres años tan importantes? En niños no tanto, porque tienen una capacidad de adaptación increíble; al adolescente si le va a dejar una impronta, en mayor o menor medida, en función de cómo se haya vuelto a reincorporar a la vida habitual posteriormente», ha opinado.
En cuanto a los efectos que tienen los mensajes en redes sociales (RRSS), Sarabia considera que, según los estudios disponibles, aquellos famosos y/o personas relevantes que comparten en sus cuentas de Instagram, Twitter, Facebook, Tik Tok, etcétera que tienen un problema de salud mental generan más beneficios que pérdidas, ya que su ejemplo, en muchas ocasiones, ayuda a otras personas a «permitirse darse el lujo» de estar mal y decirlo.
Finalmente, para ayudar a quien está atravesando una depresión o un cuadro grave de ansiedad, la investigadora ha defendido la empatía, «ponerme en el lugar del otro; no sé por lo que estás pasando, pero estoy aquí para comprenderte» y desterrar la simpatía para que la persona no sienta que se está quitando importancia al problema o frivolizando, aunque no sea la intención del interlocutor.