Identifican un perfil cognitivo relacionado con los antecedentes de conducta suicida

Un equipo de especialistas en salud mental dirigidos desde la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha encontrado un perfil cognitivo particular relacionado con los antecedentes de conducta suicida.

La conducta suicida y las alteraciones cognitivas son frecuentes en los primeros episodios psicóticos. A pesar de que se han identificado numerosos factores de riesgo para la conducta suicida en los trastornos psicóticos, como la edad y el género, aún no está claro qué papel desempeñan las alteraciones cognitivas.

Este equipo de especialistas en salud mental de la UAM, compuesto por Aina Sastre, Irene Caro, María Luisa Barrigón y Enrique Baca-García, vinculados al Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz en colaboración con el Spanish Metacognition Study Group, ha investigado la relación entre la cognición y la conducta suicida en estos trastornos.

El trabajo, publicado en la revista científica Schizophrenia Research , propone un enfoque novedoso en el desarrollo y abordaje de la conducta suicida en los primeros episodios psicóticos.

Los investigadores realizaron un estudio con 190 participantes en las fases iniciales de un trastorno psicótico (los primeros 5 años tras el inicio del trastorno). Los participantes fueron evaluados a través de dos estudios multicéntricos en los que participó el hospital. La evaluación incluyó una entrevista para recoger datos sociodemográficos y del estado clínico de los participantes.

También se aplicó un protocolo de evaluación compuesto por pruebas de evaluación neurocognitiva, de cognición social y de metacognición. Los resultados se analizaron estadísticamente, teniendo en cuenta la presencia o ausencia de antecedentes de conducta suicida.

DISTINCIONES EN COGNICIÓN SOCIAL Y METACOGNICIÓN

Los investigadores no encontraron diferencias significativas en el funcionamiento neurocognitivo, tanto en términos de inteligencia general como en dominios neurocognitivos específicos como la atención, la memoria de trabajo o el funcionamiento ejecutivo.

Sin embargo, sí identificaron diferencias en términos de cognición social (el procesamiento cognitivo y emocional de la información social) y de metacognición (la capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento).

«Los individuos con antecedentes de conducta suicida tendían a mostrar una baja tendencia a atribuir eventos negativos a circunstancias externas, una mayor capacidad para inferir estados mentales propios y ajenos, y un sesgo hacia las conclusiones precipitadas», ha explicado la doctora Sastre, autora del trabajo.

En el estudio también evaluaron por primera vez de forma diferenciada el insight o conciencia de la enfermedad: por un lado, el insight clínico o la capacidad de reconocer que uno tiene un trastorno mental, y por otro, el insight cognitivo o la capacidad de reevaluar pensamientos y creencias para llegar a conclusiones reflexivas, lo que implicaría procesos metacognitivos.

Estas distinciones revelaron que los participantes con antecedentes de conducta suicida mostraban niveles más altos de auto-reflexión, una de las dimensiones del insight cognitivo, sin mostrar diferencias en cuanto al insight clínico.

UN PROBLEMA DE ALTA RELEVANCIA

Los resultados llevan a los autores a plantear que los dos tipos de insight están relacionados con la conducta suicida de manera diferente: mientras que el insight clínico sería independiente de la conducta suicida, un alto nivel de insight cognitivo implicaría una mayor conciencia de los déficits junto con una experiencia emocional perturbadora del trastorno.

«Esto, junto con la presencia de un sesgo hacia las conclusiones precipitadas, favorecería la aparición de la conducta suicida, al considerarla una opción con consecuencias desadaptativas para afrontar ambos aspectos», ha subrayado la doctora Sastre.

La conducta suicida es un problema de salud pública de alta relevancia. En particular, en los trastornos psicóticos el riesgo de suicidio es del 5 por ciento, siendo especialmente pronunciado en las etapas iniciales de estos trastornos, ya que la prevalencia de intentos de suicidio se sitúa entre el 25 y el 50 por ciento.

Estos hallazgos respaldan las recomendaciones clínicas sobre la importancia de facilitar el acceso a tratamientos psicológicos y de promover el insight en aquellas personas con un trastorno psicótico que también presentan conducta suicida.

«Las intervenciones psicológicas en estos trastornos, como el entrenamiento metacognitivo, han demostrado su eficacia en la mejora del insight cognitivo, el sesgo hacia las conclusiones precipitadas y la tolerancia a la frustración. Por tanto, sería útil que las investigaciones futuras evalúen la eficacia de las intervenciones específicamente dirigidas a la conducta suicida respecto a la mejora de la cognición social y la metacognición en las personas con primeros episodios psicóticos», ha concluido la autora del trabajo.

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