El hambre alcanza máximos en Sudán por la escalada de violencia, con más de 19 millones de damnificados este año
El conflicto desatado entre el Ejército de Sudán y las fuerzas paramilitares provocará que más de 19 millones de personas, dos quintas partes de la población del país africano, sufran inseguridad alimentaria, unos niveles récord que han llevado al Programa Mundial de Alimentos (PMA) a reclamar de nuevo el cese definitivo de los combates y el reparto sin limitaciones de ayuda humanitaria.
La agencia de la ONU estima que entre dos y 2,5 millones de personas puedan empezar a pasar hambre en los próximos meses, con datos especialmente reseñables en el caso de regiones como Darfur Oeste, Darfur Norte, Kordofán Oeste, Nilo Azul y Mar Rojo. Además, el precio de los alimentos básicos subirá en todo el país alrededor de una cuarta parte en el próximo semestre, un aumento que puede ser mayor incluso si la comunidad agrícola pierde la temporada de siembra que va de mayo a julio.
El PMA se vio obligado a interrumpir temporalmente sus operaciones en Sudán, pero las reanudó la semana pasada con vistas a poder ayudar a 384.000 personas, entre ellas algunas que han abandonado sus hogares en este último mes. El objetivo es llegar a 4,9 millones de damnificados, aunque para ello necesita fondos: antes del conflicto, la organización ya arrastraba un déficit presupuestario superior a los 300 millones de euros y las necesidades aumentarán ahora «significativamente».
Las carencias se extienden también a los países vecinos, hasta donde han llegado decenas de miles de personas huyendo de la violencia –la ONU teme que pueda haber más de 800.000 refugiados–. Así, el PMA ha confirmado despliegues en Chad, Sudán del Sur, Egipto y República Centroafricana, en gran medida porque quienes cruzan la frontera representan una nueva carga para comunidades locales vulnerables.
La ONU reclama poder entregar ayuda humanitarias sin ningún tipo de trabas, después de que en las últimas tres semanas varias agencias y organizaciones hayan denunciado ataques y saqueos contra su personal e instalaciones, mientras las partes beligerantes –el Ejército de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF)– se acusan mutuamente de violar el alto el fuego. Más de 600 personas han fallecido desde mediados de abril, según el último balance.