Psicóloga insta a mejorar la formación de los profesionales ante el duelo por la infertilidad
Cristina Silvente, especializada en Psicología Perinatal de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), ha reclamado que haya formación para los profesionales que acompañan los procesos de duelo por infertilidad.
«Actualmente, no hay ningún tipo de formación con este enfoque en los planes de estudios de la mayoría de carreras sanitarias. En Psicología no tenemos una asignatura exclusiva de duelo, por ejemplo. Debería ser como mínimo una asignatura entera», ha reivindicado.
La psicóloga y profesora de la UOC, que se formó de manera autodidáctica, también cree que «como sociedad, todavía tenemos que aprender mucho de habilidades empáticas de verdad y sufrimos una gran ignorancia en los procesos emocionales normales».
Una de las situaciones más duras es cuando, una vez conseguido el embarazo, el embrión no sale adelante o el bebé muere durante la gestación. Es un hecho muy habitual pero nada visible, que causa un dolor todavía más grande a las parejas por el hecho de no explicarlo.
«La muerte es tabú en nuestra sociedad, y la pérdida del bebé antes del nacimiento es un duelo desautorizado socialmente: a las personas que sufren no se les valida el dolor. No hay conciencia de vínculo, porque no se ve al hijo», ha resaltado Silvente.
Para la psicóloga, el hecho de que las mujeres lo visibilicen es beneficioso: «Porque las ayuda emocionalmente y también pueden beneficiar a otras mujeres. Transmiten el mensaje de que puede hablarse de ello, y pueden hacer de modelos de otras mujeres. No digo que todas lo tengan que hacer público, pero sí que a algunas puede ayudarlas a hacer sentir presente su bebé, su proceso. Y también a que puedan sentirse escuchadas si lo necesitan».
Entre el 15 y el 17 por ciento de la población española tiene problemas para concebir hijos, según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). Y entre el 10 y el 20 por ciento de los embarazos conscientes acaban en un aborto espontáneo. Son cifras remarcablemente elevadas, por la poca visibilidad que hasta hace poco tenía la infertilidad en el debate público.
Los tabúes asociados a la infertilidad, a la pérdida gestacional o perinatal, o a los tratamientos de fertilidad que cada vez más parejas hacen para tener hijos (el 10% de los bebés nacidos en 2019 eran fruto de la reproducción asistida, según la SEF), vienen de muy atrás.
«En el tema de fertilidad arrastramos la herencia de épocas medievales», ha explicado la psicóloga y autora del libro Las voces olvidadas. Pérdidas gestacionales tempranas , de la editorial OB STARE.
«En nuestra sociedad, la responsabilidad de cualquier cosa recae en la persona individual. Si te esfuerzas, puedes conseguirlo todo, y esto no siempre es cierto, especialmente en el tema de la fertilidad. Pero la sociedad culpa, señala, y esta culpa la asimilamos desde muy pequeñas. Las mujeres siempre salimos perdiendo», asegura.
De hecho, se calcula que las causas de infertilidad están repartidas entre hombres (30%) y mujeres (30%), causas mixtas (30%) y un porcentaje (10%) del cual no se conoce el porqué. «Los temas reproductivos siempre se asocian a la mujer. Es cierto que es quien lleva la parte física del embarazo, pero el padre o pareja (en el caso de ser otra mujer) también forman parte de dicho proceso», ha detallado.
Igualmente, la psicóloga apunta que existen también prejuicios sobre el hecho de recurrir a reproducción asistida para obtener un embarazo, a pesar de que cada día hay más parejas (o mujeres solas) que se acogen a dicha opción.
La técnica más utilizada en España es la fecundación in vitro , ya que representa un 62 por ciento de los tratamientos de fertilidad, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Para Silvente, no se habla de esta realidad porque «es como reconocer públicamente que puede haber un problema en mí como persona, cuando no es así».
«Cada vez se va viendo que la contaminación y los tóxicos tienen un papel capital en la infertilidad. Lo peor es que las parejas, y la mujer sobre todo, sufren en silencio unos procesos que son muy duros física y emocionalmente, especialmente la cantidad de duelos por cada intento que no termina con un embarazo y un nacimiento», ha concluido.