La activista Yvette Mushigo, sobre la presencia de la MONUSCO en RDC: «Ven a la gente morirse y no hacen nada»
Asegura que enseñar a las mujeres cuáles son sus derechos «es una amenaza para aquellos que las oprimen»
Subraya que el fin del conflicto en el este pasa por exigir una «mayor transparencia» sobre la exportación de minerales
La activista y abogada Yvette Mushigo ha lamentado que la población congoleña haya «dejado de confiar» en la Misión de Naciones Unidas en República Democrática del Congo (MONUSCO) debido a que su despliegue «no ha dado frutos de paz» y ha arremetido contra la inacción de los cascos azules , que «ven a la gente morirse y no hacen nada».
«La gente pide que la MONUSCO se vaya porque tiene la impresión de que no nos sirve para nada. La población es atacada cerca de los cuarteles de la MONUSCO y la MONUSCO no interviene. Nos dicen que es debido al mandato que tienen, pero nadie lo entiende», ha explicado antes de preguntarse cómo es posible que «una misión como esta lleve más de veinte años en el país y no haya podido poner fin a la violencia».
Así se ha expresado durante una entrevista con Europa Press en la sede de la revista Mundo Negro , en Madrid, donde ha aclarado que si bien es cierto que en ocasiones la misión «ha ayudado al Ejército de RDC a formarse», los congoleños «han dejado de confiar» en su trabajo.
En este sentido, ha relatado que se están produciendo manifestaciones en las inmediaciones de los cuarteles y ha criticado las palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, que ha advertido que los rebeldes del M23 «están incluso más armados que el Ejército congoleño y la MONUSCO». «Su presencia ya no se comprende», ha añadido.
Mushigo, que ha recibido el premio Mundo Negro a la Fraternidad 2022 y coordina la red de organizaciones Synergie des Femmes pour la Paix et la Réconciliation (SPR), que aglutina a más de 40 asociaciones de defensa de los Derechos Humanos en RDC, Burundi y Ruanda, ha puntualizado que los congoleños están «cansados de los ciclos de violencia».
Es por ello ha que ha incidido en la importancia de que las ayudas internacionales a los países de la región «se condicionen a exigencias respecto al establecimiento de la paz» en la zona. «Cualquier proyecto de desarrollo que se realice debe estar condicionado con la idea de buscar realmente la paz. Ha habido muchos acuerdos de paz, pero a la hora de llevarlos a la práctica esto conlleva problemas. A veces ni se respeta la soberanía de los Estados», ha aseverado.
Sobre el envío de ayudas a la región ha recordado que recientemente la Unión Europa ha suministrado un paquete de asistencia a Ruanda «justo cuando el país colabora en ataques contra RDC». «Esto causa mucho escepticismo entre la población. Las ayudas deben estar sometidas a una serie de condiciones», ha sostenido antes de afirmar que es necesario «exigir resultados».
En relación con el conflicto en el este del RDC, un país donde el 70 por ciento de la población vive por debajo del umbral de la pobreza a pesar de ser uno de los más ricos del continente africano en recursos minerales, ha destacado que se trata de una «guerra económica relacionada con la extracción de minerales y otros productos».
«Estos minerales son exportados ilegalmente y entran en el mercado internacional. ¿Por qué no exigir más transparencia sobre la procedencia de estos minerales? Un país que no los produce ¿cómo es posible que sea el mayor exportador del mundo?», ha expuesto en relación al papel de Ruanda. «Hay que exigir mayor transparencia porque eso facilitaría el fin del conflicto», ha continuado.
No obstante, ha recalcado que Ruanda «no es un enemigo» para los congoleños y ha hecho un llamamiento a «distinguir entre cuestiones políticas y sociales para vivir en cohesión». Si bien ha admitido que a nivel político «es un problema que tiene implicaciones en la convivencia», ha alertado de la prevalencia de una «manipulación política, que no tiene nada que ver con la realidad» sobre el terreno.
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES
En RDC la violencia contra las mujeres se ha instrumentalizado. Según datos de Médicos sin Fronteras, en el este del país un 75 por ciento de las mujeres de entre 15 y 49 años han declarado haber sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja. Para Mushigo, esto hace que sea de vital importancia «enseñar a las mujeres cuáles son sus derechos», algo que se convierte en «una amenaza para aquellos que las oprimen».
«La mujer es considerada un ser frágil que tiene que ser protegido. Esto constituye también una fragilidad para el hombre dentro de un sistema patriarcal. En nuestro contexto, el hombre tiene que proteger a la mujer, es una reafirmación de su masculinidad el hecho de que sea capaz de protegerla», ha subrayado.
En este contexto, ha hecho hincapié en que «cuando se ataca o viola a una mujer el hombre se siente tocado, humillado», mientras que si una mujer se ve obligada a desplazarse, esta fragilidad se extiende «a toda la comunidad».
Es por ello que ha reivindicado la necesidad de que las mujeres «conozcan sus derechos» a pesar de que esto pueda ser visto «como una provocación» para quienes las oprimen. «El conocimiento de los derechos da un poder a las mujeres y diluye el poder de quienes ejercen violencia contra ellas, es una amenaza para aquellos que quieren que sean dependientes. Cuando la mujer descubre sus derechos se rompe este equilibrio y hay gente que se siente amenazada», ha reafirmado.
Sobre las leyes vigentes en RDC, ha declarado que el Código de Familia fue reformado en 2015 precisamente para que la mujer no tenga que pedir permiso para firmar contratos de trabajo o desplazarse siempre que lo haga su marido. «Ahora se habla de un interés mayor del hogar», ha señalado.
En este sentido, ha recordado que existe una ley que exige que el 50 por ciento de los cargos en instituciones públicas sean ocupados por mujeres, algo que «nunca ha llegado a cumplirse». «Hay dificultades para poner estas leyes en práctica», ha dicho.
VIOLENCIA CÍCLICA
Mushigo ha hablado, a su vez, del «eterno recomienzo» que vive el país africano en materia de abusos y violencia. «Cada día se oye que ha habido nuevos ataques y se producen nuevos desplazados. (…) La gente comienza a estar cansada de revivir cosas que ya ocurrieron en el pasado. Todo esto acarrea consecuencias y cada vez hay menos organizaciones humanitarias trabajando en la zona», ha advertido.
Así ha querido recalcar que los desplazados «siguen aumentando» y ha lamentado las consecuencias. «Antes había más organizaciones humanitarias, pero ahora han cerrado sus despachos y se han ido. Esto no anima. Es un problema grave para todas las personas que viven ya de por sí en condiciones muy difíciles y que ahora parecen contar con menos apoyos que antes», ha destacado.
En relación con esto, ha enfatizado que los medios de comunicación han dado una visión de la zona este de RDC como «una zona peligrosa, una zona roja en la que es difícil trabajar». «Se olvidan de que en estas zonas hay gente que necesita ayuda, que está haciendo un trabajo», ha denunciado Mushigo, que ha insistido en que mucha de la información difundida «no parte de la realidad que se vive sobre el terreno».
«Es importante que la información sea veraz porque existe mucha desinformación. (…) No hay una estrategia clara para intervenir de manera justa porque no hay coherencia entre la información que se tiene y la realidad», ha zanjado.