Un descubrimiento sobre anticuerpos podría conducir a un tratamiento contra la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo

Un equipo de investigación dirigido por la Universidad de California en Riverside (Estados Unidos) ha descubierto detalles importantes sobre la forma en que los anticuerpos monoclonales humanos de importancia terapéutica pueden proteger contra el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, una enfermedad zoonótica emergente con tendencia a propagarse, es un patógeno prioritario.

Los brotes de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo tienen una tasa de mortalidad de hasta el 40 por ciento. Descrito originalmente en Crimea en 1944-1945, y décadas después en el Congo, el virus se ha extendido recientemente a Europa occidental a través de las garrapatas que llevan las aves migratorias.

La enfermedad ya es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y algunos países asiáticos. El virus está clasificado como agente patógeno de nivel 4 de bioseguridad (el nivel más alto de biocontención) y es un agente de bioterrorismo y guerra biológica de categoría A. No existe ninguna vacuna que ayude a prevenir la infección y se carece de terapéutica.

En este trabajo, publicado en la revista científica Nature Communications , los investigadores examinaron los anticuerpos monoclonales, o mAbs, que son proteínas que se unen a los antígenos, es decir, a las sustancias extrañas que entran en el cuerpo y hacen que el sistema inmunitario monte una respuesta protectora.

En una publicación anterior, estos científicos informaron de que un anticuerpo llamado 13G8 protegía a los ratones del letal fiebre hemorrágica de Crimea-Congo cuando se les administraba después de la infección. Proporcionaron la información de la secuencia de ese anticuerpo, despejando el camino para que lo «humanizara» y realizara más investigaciones.

«El estudio demostró que el mAb de ratón, 13G8, ayuda al sistema inmunitario a eliminar la infección. Sabíamos que el 13G8 se une a una glicoproteína viral llamada GP38, pero no estaba claro dónde tenía lugar esa unión. Así que analizamos la estructura para entender cómo funciona y determinar exactamente dónde se produce la unión. Este conocimiento arroja luz sobre el potencial de estos mAbs para ser eficaces contra una amplia gama de cepas virales de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo», detalla Scott D. Pegan, uno de los líderes del trabajo.

Los miembros del equipo de investigación de Pegan también pudieron obtener suero de pacientes que contrajeron la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en Turquía. Los investigadores aislaron siete mAbs de un superviviente de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo e identificaron dos nuevos sitios antigénicos en la GP38.

A continuación, resolvieron la estructura de la GP38 unida a uno de los siete anticuerpos humanos no neutralizantes, además del 13G8. Según los autores, el conocimiento de la estructura de este complejo puede conferir también un beneficio clínico.

«Esta información estructural caracteriza aún más a la GP38 como un antígeno de interés para los estudios de vacunación, al tiempo que avanza el desarrollo de mAb hacia el fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. El papel terapéutico de los anticuerpos no neutralizantes en la prevención de la enfermedad es cada vez más evidente en el caso de patógenos de alto riesgo como el ébola, el Lassa y el virus Nipah», ha resaltado Aura R. Garrison, otra de las autoras.

La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo tiene un genoma de ARN trisegmentado, que consta de un segmento grande, uno mediano y uno pequeño. En 2006, la Subdivisión de Patógenos Especiales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) identificó la GP38 como componente del fragmento mediano, lo que también contribuyó a este nuevo estudio. La función de la GP38 y su papel en la infección por el fiebre hemorrágica de Crimea-Congo siguen sin estar claros.

«Sabemos que la focalización de la GP38 detiene la progresión del fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, pero nadie está completamente seguro de cómo funciona. Nos gustaría saber más sobre su mecanismo de acción para poder desarrollar terapias específicas y eficaces», ha remachado Pegan.

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