Expertos destacan la importancia del psicólogo en los casos de obesidad da alto riesgo

Los doctores Antonio Alcántara, psicólogo clínico y coordinador del grupo de trabajo de Psicología y Obesidad de la SEEDO, y Fernando Fernández-Aranda, catedrático de la Universidad de Barcelona y subdirector del CIBERobn, han destacado, durante el XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), la importancia del psicólogo en los casos de obesidad da alto riesgo.

«Dado el carácter poliédrico de la obesidad, y dada la importancia que adquieren en su aparición, mantenimiento y seguimiento los factores psicológicos y cognitivos, es imprescindible el trabajo multidisciplinar, en el que profesionales, también del ámbito de la Psicología, estén involucrados en valorar su importancia específica y su papel en el tratamiento de los mismos», han detallado.

La sesión ha servido, entre otras cosas, para revisar de forma teórica y práctica el concepto de la alimentación emocional en el entorno de la obesidad, para poner el foco en la relación entre obesidad y deterioro cognitivo y, por último, para remarcar la intervención del psicólogo clínico y de la salud en el abordaje de la diabesidad.

Y es que la figura del psicólogo resulta especialmente útil y necesaria en la lucha frente a la obesidad, sobre todo en determinados grupos de pacientes. «En los casos en los que esta enfermedad es el resultado de una conducta adictiva o bien de atracones, el papel del psicólogo, como experto en comportamiento humano, es necesario tanto en el proceso de evaluación como en el de tratamiento», han comentado los expertos.

Por otra parte, si la obesidad es grado III, y precisa de intervención quirúrgica bariátrica, también será necesario integrar al psicólogo tanto en el proceso prequirúrgico como en el postquirúrgico, ya que el paciente experimentará cambios importantes, tanto físicos como mentales, vinculados al resultado de la cirugía y a sus expectativas.

Existe una estrecha vinculación, prácticamente desde que nacemos, entre la alimentación y nuestras emociones. «Por lo tanto, generalmente todos los seres humanos están sujetos a una alimentación emocional, «pero supone un problema cuando se canalizan emociones negativas a través de la comida o cuando este tipo de alimentación se convierte en el único medio, o en el mejor recurso utilizado, para afrontar nuestro día a día y nuestro malestar emocional», ha añadido la psicóloga y dietista- nutricionista Andrea Arroyo (Barcelona).

En este sentido, el concepto de alimentación emocional alude a la vinculación entre una conducta alimenticia y un amplio repertorio emocional al que puede ir relacionada esta conducta a lo largo del tiempo. Se produce cuando se come no por una necesidad de alimentarse, sino como respuesta a una emoción o un sentimiento, que generalmente es de tipo negativo y que, además, termina por provocarle un sentimiento de culpabilidad.

«Este tipo de conducta se manifiesta habitualmente en nuestra consulta de forma muy clara, cuando el paciente admite que la comida es su principal recurso para enfrentarse a sentimientos de pena, tristeza o enfado», ha reconocido Arroyo, que ha propuesto como solución empezar por ayudarle a que sea capaz de identificar cuando está ante una situación de hambre emocional, analizar exhaustivamente cómo son este tipo de episodios, explicarle las consecuencias e implicaciones de estos comportamientos anormales y ofrecerle soluciones específicas e individualizadas para afrontar estas conductas.

En definitiva, como han resumido los doctores Antonio Alcántara y Fernando Fernández-Aranda, la «mejor forma» de hacerle frente a este problema es ponernos al lado de la persona que la utiliza, atendiendo los aspectos emocionales que le llevan a canalizar este malestar a través de esta conducta, tratando de ayudarle a revertir esta situación.

Básicamente, lo que se propone es dejar definitivamente en el pasado la concepción más simplista de la obesidad y abordar el problema desde una perspectiva multidimensional y multifactorial, ya que es mucho más que un problema de dieta y ejercicio, donde los factores psicológicos y emocionales son esenciales.

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