Un estudio explica cómo el ejercicio físico quema la grasa muscular
Un artículo publicado en la revista científica Science Advances ha descrito por primera vez un circuito neuromuscular que vincula la quema de grasa muscular a la acción de una proteína en el cerebro.
Los hallazgos, obtenidos en Brasil por investigadores de la Universidad Estatal de Campinas y de la Universidad de São Paulo, contribuyen a una comprensión más profunda de cómo el ejercicio físico regular ayuda a perder peso, reforzando la importancia de este hábito para la buena salud.
«Nos propusimos estudiar la acción de una proteína llamada interleucina 6 [IL-6], que es una citoquina proinflamatoria pero que desempeña diferentes funciones en algunas situaciones, entre ellas el ejercicio. En este caso, la función es quemar la grasa muscular», ha explicado Eduardo Ropelle, último autor del artículo.
El grupo dirigido por Ropelle ya había observado en ratones que la oxidación de la grasa muscular comenzaba inmediatamente en las piernas cuando se inyectaba la proteína directamente en el cerebro.
Los investigadores analizaron los resultados para averiguar si existía un circuito neuronal que vinculara la producción de IL-6 en el hipotálamo, una región del cerebro que controla varias funciones, con la descomposición de la grasa del músculo esquelético.
Estudios anteriores demostraron que una parte específica del hipotálamo (el núcleo ventromedial) podía alterar el metabolismo muscular cuando se estimulaba. Al detectar la presencia de receptores de IL-6 en esta región cerebral, los investigadores brasileños formularon la hipótesis de que la proteína allí producida podría activar un circuito neuromuscular que favoreciera la quema de grasa del músculo esquelético.
Se realizaron varios experimentos para demostrar la existencia del circuito. En uno de ellos, los investigadores extirparon parte del nervio ciático en una de las patas de cada ratón. El nervio ciático va desde la parte inferior de la columna vertebral hasta los pies.
Cuando se inyectó IL-6 en el cerebro, la grasa se quemó como se esperaba en las patas intactas, pero no en la pata con el nervio cortado. «El experimento demostró que la grasa muscular se metaboliza sólo gracias a la conexión nerviosa entre el hipotálamo y el músculo», ha resaltado Carlos Katashima, otro de los responsables de la investigación.
Para averiguar cómo el sistema nervioso estaba vinculado a los músculos, los investigadores administraron fármacos que bloqueaban los receptores alfa y beta-adrenérgicos de los ratones, en este caso responsables de recibir las señales nerviosas para que los músculos realicen la función determinada por el cerebro.
El bloqueo de los receptores beta-adrenérgicos tuvo poco efecto, pero la oxidación de la grasa muscular se detuvo o se redujo drásticamente cuando se bloquearon los receptores alfa-adrenérgicos.
Las simulaciones por ordenador (análisis in silico ) mostraron que la expresión génica de la IL-6 hipotalámica estaba fuertemente correlacionada con dos subunidades de receptores alfa-adrenérgicos musculares (adrenoreceptores alfa2A y alfa2C).
Cuando se inyectó la IL-6 en el cerebro de ratones modificados genéticamente para que no produjeran estos receptores, los resultados se validaron: la grasa muscular de las piernas no se metabolizaba en estos ratones.
«Un hallazgo importante del estudio fue la asociación entre este circuito neuromuscular y la postcombustión, que es la oxidación de la grasa que se produce tras el cese del ejercicio. Esto se ha considerado secundario, pero en realidad puede durar horas y debería considerarse de vital importancia para el proceso de pérdida de peso», ha apuntado Ropelle.
«Demostramos que el ejercicio físico no sólo produce IL-6 en el músculo esquelético, algo que ya se sabía, sino que también aumenta la cantidad de IL-6 en el hipotálamo. Es probable, por tanto, que los efectos duren mucho más que la duración del propio ejercicio, lo que subraya la importancia del ejercicio para cualquier intervención contra la obesidad», ha remachado Katashima.