Las estatinas proporcionan beneficios inmunológicos protectores para las mujeres, según un estudio

Un estudio de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos) concluye que las estatinas, fármacos habitualmente recetados para reducir el colesterol, proporcionan una función inmunitaria protectora en las mujeres.

Tal y como recuerdan los investigadores, el colesterol suele tener «mala fama» por su asociación con las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, también es cierto que las moléculas de colesterol desempeñan un papel fundamental en la estructura de las células y en las vías de señalización y, tal y como se está empezando a comprender ahora, en la función inmunitaria.

La profesora asociada de Ciencias de la Nutrición en la Facultad de Agricultura, Salud y Recursos Naturales, Catherine Andersen, ha publicado recientemente en la revista Frontiers in Medicine sus hallazgos en este ámbito.

Estudios anteriores en modelos celulares y animales demostraron que los lípidos desempeñan un papel importante en la modulación de las células inmunitarias, pero había pocas pruebas de esta relación en los seres humanos.

Para investigar esta conexión, Andersen buscó si existía una asociación entre los niveles de lípidos séricos (que incluyen medidas de colesterol total, colesterol HDL y LDL, y triglicéridos) y los anticuerpos antinucleares (ANA).

Los ANA son el tipo más común de autoanticuerpos, y sirven como marcadores de diagnóstico y predicción de enfermedades autoinmunes actuales o futuras, además de enfermedades cardiovasculares y muerte. La presencia de ANA también puede ser un indicador de la activación o disfunción inmunitaria en respuesta al recambio celular o a los patógenos (incluida la infección por el SARS-CoV-2, ya que se han detectado ANA en pacientes con COVID-19 con peor pronóstico).

«Queríamos empezar por ver si había una asociación entre los lípidos séricos y los anticuerpos antinucleares», dice Andersen. «Tener niveles de colesterol realmente elevados puede preparar a nuestras células inmunitarias para que sean más reactivas. Y hay algunas pruebas en estudios con animales de que los niveles de lípidos realmente elevados pueden inducir la autoinmunidad», añade.

Andersen no encontró una fuerte asociación entre los niveles de colesterol en suero y los ANA, por lo que consideró otra variable: el uso de estatinas.

Los efectos del uso de estatinas en la autoinmunidad son controvertidos. Mientras que algunos estudios informan de los beneficios antiinflamatorios de las estatinas en poblaciones con enfermedades autoinmunes, otros estudios sugieren que las estatinas pueden promover el desarrollo de trastornos autoinmunes.

Por ello, Andersen se sorprendió al ver que el uso de estatinas tenía un efecto beneficioso para las mujeres, pero no para los hombres. Las mujeres que tomaban estatinas tenían un 75 por ciento menos de probabilidades de ser ANA+ que las que no lo hacían.

Andersen afirma que este hallazgo es especialmente significativo porque, históricamente, los ensayos de medicamentos han utilizado predominantemente participantes masculinos. Esto significa que las mujeres suelen experimentar efectos secundarios más graves o inesperados.

«Creo que esto es realmente importante porque las mujeres tienden a tener más reacciones adversas a las estatinas», dice Andersen. «A menudo, la adherencia al tratamiento con estatinas puede no ser tan fuerte [entre las mujeres] porque experimentan más efectos secundarios, y puede que no se sientan tan escuchadas cuando van a su médico para expresar sus preocupaciones», lamenta.

Andersen no encontró diferencias significativas en esta relación para las mujeres según la raza/etnia y el nivel educativo. «Eso es algo que es tan importante de incluir», apostilla Andersen. «Porque cuando estamos sacando conclusiones y diciendo que un tratamiento terapéutico puede ser beneficioso para las mujeres, queremos asegurarnos de que realmente estamos basando esto en una muestra diversa y nuestra conclusión sería aplicable a todas o a tantas poblaciones como sea posible», reclama.

Este estudio solo analizó la correlación entre el uso de estatinas y los ANA. Andersen afirma que los posibles estudios de seguimiento podrían ayudar a identificar las causas de este fenómeno específico del sexo.

«Creo que, hasta la fecha, la investigación ha estado aislada», afirma Andersen. «Sabemos que hay diferencias específicas por sexo en la respuesta inmunitaria. Sabemos que hay diferencias específicas por sexo en el metabolismo de los lípidos. ¿Pero la relación entre el metabolismo de los lípidos y la respuesta inmunitaria?», se pregunta la experta, para incidir en la escasa investigación que existe al respecto.

«La investigación ha sido mucho más limitada, especialmente en humanos, para dilucidar cómo estas interacciones lípido-inmunes podrían ser diferentes, o cómo los fármacos cardiovasculares tradicionales que se dirigen al metabolismo de los lípidos podrían conferir beneficios a los hombres frente a las mujeres en el contexto de la inmunidad de manera diferente», prosigue la experta, para añadir que «merece la pena seguir investigando» en este sentido.

De hecho, Andersen pretende ahora utilizar los mismos datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición para analizar los resultados de las infecciones y ver si ciertos patrones dietéticos pueden reforzar la relación entre el metabolismo de los lípidos y la inmunidad.

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