Un estudio sugiere que el sistema actual de evaluación del riesgo químico para la salud es «inadecuado y contradictorio»

Una revisión bibliográfica sistemática realizada por el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio (Estados Unidos) sugiere que el sistema actual de evaluación del riesgo químico es «inadecuado y contradictorio», lo que deriva en una «subestimación» de los niveles de retardantes de llama y otros contaminantes para causar efectos nocivos para la salud.

Los autores del estudio, publicado en Reviews on Environmental Health , revisaron 74 estudios toxicológicos (42 in vitro y 32 in vivo ) y 74 estudios epidemiológicos. Estos trabajos de investigación analizaron grupos químicos que, en niveles suficientemente altos, se relacionan con la alteración del sistema endocrino (como el tiroides) y el aumento del riesgo de déficits del neurodesarrollo (como el autismo).

«Nuestro estudio se originó en respuesta a las crecientes tendencias en la presencia ambiental y la carga en el cuerpo humano de varios tipos de retardantes de llama utilizados en productos como televisores, cortinas y colchones», ha explicado el autor correspondiente del estudio, Raymond F. Palmer, profesor del Departamento de Medicina Familiar y Comunitaria del centro. «Estas tendencias surgieron en paralelo a un aumento expreso de la prevalencia y la carga de los déficits tiroideos y del neurodesarrollo», ha añadido.

El equipo trató de probar la hipótesis de que un método llamado Margen de Exposición (MOE) para determinar la dosis aceptable es inadecuado y potencialmente perjudicial porque el MOE puede subestimar el riesgo humano.

Los investigadores llevaron a cabo una revisión de los estudios que asocian los niveles de dosis de contaminantes con los efectos nocivos in vivo (en el cuerpo), in vitro (en un tubo de ensayo o una placa de Petri) y en epidemiología en poblaciones de estudio de animales y humanos. El estudio se centró en las sustancias químicas clasificadas como disruptores endocrinos no tiroideos, neurotóxicos del desarrollo y disruptores tiroideos.

«En general, nuestros resultados sugieren una diferencia sistemática entre la toxicología y la epidemiología que va en detrimento de los esfuerzos de las agencias reguladoras por establecer normas de seguridad en las personas», ha apuntado el doctor Palmer. Los autores pretenden iniciar un diálogo para reformar las normas de seguridad.

La Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA) de 1976 consideraba que unas 62.000 sustancias químicas eran «existentes» y no estaban sujetas a pruebas o regulaciones a menos que se demostrara que «presentaban un riesgo irrazonable de daño para la salud o el medio ambiente», ha señalado el coautor Joel E. Michalek, profesor de ciencias de la salud de la población en UT Health San Antonio. Informes más recientes sitúan el número de sustancias químicas en 83.000 y afirman que las leyes de la TSCA están anticuadas y necesitan una reforma.

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