La comunidad yanomami denuncia en Europa la destrucción de la Amazonia: «El cielo caerá y todos sufriremos»

«No hemos tenido ni un presidente que haya respetado nuestras tierras». La denuncia viene del líder de la comunidad indígena yanomami Maurício Iximaweteri, quien ha estado esta semana por varios países europeos, entre ellos España, dando a conocer la trágica situación que se cierne sobre la Amazonía brasileña.

«El objetivo es dar a conocer los problemas a la salud que provoca la minería sobre las tierras del pueblo yanomami (…) si no hubiera esta violencia y estas violaciones sobre nuestras comunidades yo no estaría viajando por otros países», cuenta Maurício en una entrevista para Europa Press.

«Queremos que los gobiernos europeos se unan a nuestra preocupación para luchar juntos e intentar minimizar la amenaza. Algunos parlamentarios europeos nos han dicho que van a intentar ayudarnos», relata Maurício en un portugués pausado que contrasta con el énfasis de su mensaje: «El cielo caerá, pero antes todos sufriremos por culpa de las enfermedades», ha vaticinado.

España ha sido la última parada de una gira europea que le ha llevado por Suiza, Alemania, Francia, Inglaterra y Luxemburgo, países a los que ha agradecido el buen recibimiento, acostumbrado como está al olvido al que su comunidad y el resto de pueblos indígenas han sido relegados en Brasil.

«Buscamos que los gobiernos europeos presionen al brasileño para que preserve lo que resta del Amazonas y forjar proyectos de protección, como el Fondo Amazonia, financiado sobre todo por Alemania y Dinamarca, para que puedan ser retomados tras la política antiambiental del presidente, Jair Bolsonaro», cuenta su compañero en esta gira, Silvio Cavuscens, sociólogo con experiencia de más de 40 años trabajando con las comunidades indígenas del Amazonas brasileño.

A su paso por España, han tenido ocasión de dialogar con la diputada de Esquerra Republicana de Catalunya Maria Carvalho Dantas –de origen brasileño–, y con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, entre otros. «Nos han hablado de la posibilidad de redactar una carta para la Embajada de Brasil de repudio a la invasión de los garimpeiros a las tierras yanomami y del resto de pueblos indígenas», cuenta Cavuscens.

La figura del garimpeiro , buscador irregular de oro y otras piedras preciosas, ha experimentado un auge desde que es presidente Jair Bolsonaro, quien no duda en incentivar y proteger una actividad ilegal, que en la década de los 90 y hacia adelante, anteriores gobiernos habían logrado controlar en cierta medida.

«Con Bolsonaro y su política genocida y entreguista, la cosa ha empeorado otra vez», lamenta Cavuscens. «En Europa, sin embargo, parece que hay una conciencia por el medio ambiente más agudizada que en Brasil y por tanto también por los pueblos que viven en la Amazonía. Es verdad que algunos políticos han hablado con representantes de los pueblos indígenas, pero son una minoría absoluta», explica.

En ese sentido, destaca que pese a contar con la voz de parlamentarios indígenas, como Joênia Wapixana, así como con el apoyo de algunos diputados de la izquierda, «no tienen el poder suficiente» en un Congreso, que hace poco aprobó tramitar de urgencia el controvertido proyecto de ley sobre minoría de Bolsonaro, enemigo declarado de estas comunidades.

«En abril hubo una gran concentración de estas comunidades, que reunió a más de 18.000 indígenas de 200 pueblos diferentes. Nadie les recibió, ni el gobierno, ni parlamentarios. Hay una solidaridad, sí, de la sociedad civil, pero quizás no haya esa preocupación, esa relación, entre pueblos indígenas y protección del medio ambiente y la importancia de estas comunidades en su protección», explica Cavuscens.

POCAS EXPECTATIVAS DE CAMBIO

Cavuscens explica que en el Congreso brasileño «hay una relación de fuerzas muy desigual», en el que empujan los apoyos al latifundismo, al agronegocio, e incluso el de las iglesias protestantes, que fomentan «ideas preconcebidas y de incomprensión» sobre la causa indígena. Todo ello sumado a las ya recurrentes «mentiras» y ataques de un Bolsonaro que considera que estas comunidades ocupan demasiadas tierras, cuando están en torno al 13 por ciento del país.

«En los cuatro años de Bolsonaro hemos estado sufriendo por la acción de lo garimpeiros , que dejan muerte y la violación de mujeres y niños en su búsqueda del oro en nuestras tierras», relata Maurício, para quien un posible cambio de gobierno en las próximas elecciones de octubre no cambiaría las cosas.

«Con Lula va a ser lo mismo, no hemos tenido ni un presidente que haya respetado nuestras tierras», denuncia el representante de los yanomami. Una aseveración con la que coincide Cavuscens. «Es verdad que demarcaron algunas áreas para estas comunidades, pero la legislación no ha sido respetada», cuenta el sociólogo.

«Lula hizo promesas, incluso la de constituir un Ministerio Indígena. Sabemos que en su época la cuestión ambiental, esa relación con el Amazonas, era más franca, se llegó a la población con programas sociales, pero la situación política y los acuerdos que vendrán dificultarán seguro la posibilidad de hacer algo», dice Cavuscens, quien pone el ejemplo de las políticas de Mercorsur: «Golpean directamente sobre las tierras de protección con el aumento del agronegocio».

«En Brasil hay un ambiente político muy desfavorable para la cuestión indígena, son regiones en conflicto debido a los intereses económicos y políticos. No hay en las escuelas un proceso de formación que enseñe sobre la cuestión indígena y su historia, hablan de los pueblos indígenas en pasado, como si ya no existieran más».

«Si el Congreso aprueba el proyecto de ley, los yanomami, la selva, el planeta sufrirán, mucha gente enfermará, los enemigos –buscadores de oro, empresarios que lo compran, fabricantes– sufrirán cuando se acabe la tierra», explica Maurício.

El proyecto de ley de Bolsonaro, no obstante, parece que no podrá ser votado en lo que resta de año, después de que la Cámara de Representantes haya anunciado la creación de un grupo de trabajo para analizar mejor el texto, después de las críticas, paradójicamente, del Instituto Brasileño de Minería (IBRAM).

«Los yanomami necesitamos la tierra, la selva y el espíritu que mora en las montañas. Con la tierra nos alimentamos, criamos y crecemos, por eso la necesitamos. El cielo es como si fuera nuestro sombrero, para todos. Lo que necesitamos está siendo amenazado, no queremos que nadie maltrate los bosques. Sienten dolor porque cada árbol, cada río, siente como nosotros», explica Maurício.

«Aunque los enemigos no lo entiendan, los ríos, los bosques, las montañas, ven y pueden sentir dolor. Por eso estoy aquí, hablando sobre estos sentimientos. Oímos la señal del cielo, la tierra tiembla, eso quiere decir que un día pasará para todos, tanto para maltratadores, como para los yanomami», culmina.

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