Feijóo se despide con el objetivo de exportar a España la «unidad» y «moderación» que hizo «posible» en Galicia
Reivindica sus logros de gestión, y erige a Galicia en su «maestra» y en ejemplo de lo que desearía para su proyecto estatal
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 29
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha formalizado este viernes su renuncia al cargo y lo ha trasladado a los gallegos a través de una declaración institucional en la que ha reivindicado que deja una «Galicia cordial» marcada por «la unidad» y la «moderación», al tiempo que ha dejado el mensaje con el que justifica su marcha para liderar el PP estatal: «No puedo compartir que en España es imposible lo que sí fue posible en Galicia».
Así lo ha trasladado a los gallegos, pero también ante todos sus conselleiros –el vicepresidente económico, Francisco Conde, que estaba en Madrid, llegó ajustado por un problema con los vuelos– y los delegados territoriales de la Xunta en un acto que culminó con un saludo especial al que será su sucesor institucional y en el PPdeG: el vicepresidente primero, Alfonso Rueda.
Fue un día de fotos de familia, de emoción, lágrimas y sentimientos encontrados por parte de diputados, conselleiros y asesores de Feijóo. También de alguna otra imagen del presidente con trabajadores del Parlamento, e incluso en la Praza do Obradoiro, que el de Os Peares decidió cerrar con una reunión extraordinaria del Consello de la Xunta en el Pazo de Raxoi. Este sábado, cuando los boletines oficiales publiquen su renuncia, entrarán en funciones.
Para anunciar el fin de su «andadura» en Galicia, Feijóo ha arrancado afirmando que en los 13 años y 11 días que ha sido presidente de Galicia ha dado «todo lo que fue capaz». «Me entregué a Galicia con la modestia de ser un gallego más, pero consciente en todo momento de la confianza, de la responsabilidad y de las expectativas», ha relatado.
Y ahora que su labor como presidente quedará «sometido al juicio del tiempo» ha querido recalcar lo que para él ha sido «un principio inmutable»: que por encima de «errores» y «aciertos» siempre hubo una guía, la de «servir» a los «intereses generales» de Galicia.
Al tiempo, ha justificado su marcha, ligada a la asunción del liderazgo del PP. No en vano, ha reconocido que «con anterioridad a estas últimas semanas» nunca había concebido pronunciar «estas palabras de renuncia en estas circunstancias».
«Pero tampoco llegué a imaginar que la política en España, el servicio público, el interés general, iba a ser rehén, y durante tanto tiempo, de la frivolidad y el populismo que ha instalado. No quiero ni puedo compartir la premisa de que en el conjunto de España es imposible lo que fue posible en Galicia», ha proclamado.
«Dejo esta responsabilidad orgulloso de un pueblo que rechazó sucesivamente la fragmentación y la vacuidad… y que, en cambio, optó por la unidad y la moderación. Unidad como reflejo de la integración y la cordialidad que late en nuestro pueblo y que moldea, desde tiempos inmemoriales, nuestra identidad. Moderación como aliada para que los logros colectivos sean perseguidos por amplias mayorías que no vayan contra nadie, ni dentro ni fuera de esta tierra», ha apostillado.
«UNIDAD Y MODERACIÓN»
La autonomía gallega, ha continuado, hace gala de esta combinación, «unidad y moderación». «No solo se inscribe, sino que participa activamente en las realidades española y europea, y lo hace sin nutrir en su seno la semilla de la división. Las autonomías son Estado y Galicia así lo ha comprendido. Sin fisuras. Sin complejos», ha esgrimido.
Y sobre esa «unidad» y «moderación» derivada del «galleguismo integrador», ha remarcado que se ha levantado una condición que ve «imprescindible» para «cualquier avance social», la «estabilidad», que fue –ha dicho– «la materia prima fundamental» para «apuntalar» en estos años «la prosperidad y el bienestar» de Galicia, pese a todas las condiciones «adversas».
En el capítulo de «adversidades» con las que ha tenido que convivir durante su mandato, ha aludido a las dificultades económicas de su primer mandato, pero también a otras «muchas pruebas», algunas «humanamente inolvidables» como la pandemia y su víctimas, el accidente ferroviario de Angrois –con 80 fallecidos– o el naufragio del Villa de Pitanxo. También a la «crueldad incendiaria» que se llevó por delante cuatro vidas en 2017.
«Momentos duros que llevaré siempre conmigo», ha admitido, en una intervención en la que ha resumido también algunos de los que considera sus logros, después de garantizar que «nunca» ha gobernado para «alimentar una vanidad personal» sino, como rezan las placas de lo que ha inaugurado en sus 13 años de mandato, «de los gallegos y gallegas de hoy para los gallegos y gallegas del mañana».
Entre otros, ha citado, el impulso de infraestructuras sanitarias, la gratuidad de las escuelas infantiles, menos impuestos, así como dejar una Galicia «líder en la producción de vehículos en España» y «una Galicia preparada» para «encarar la recuperación de la post pandemia» y aprovechar los fondos europeos para aportar «nuevos horizontes de prosperidad».
En el capítulo de agradecimientos, ha mencionado a su familia y seres queridos, al tiempo que ha reconocido a todos sus equipos, conselleiros y asesores, pero también a organizaciones sociales o medios de comunicación, y también a los trabajadores de los servicios públicos autonómicos. E incluso a quienes han sido sus rivales políticos desde la oposición.
«DISCÍPULO DE GALICIA»
«Fui, soy y seguiré siendo un discípulo de Galicia. Galicia fue mi maestra desde niño. Galicia me enseñó a admirar a una gente educada por la historia en la tolerancia y el diálogo. De Galicia aprendí que gobernar consiste en dialogar», ha confesado un Feijóo cuyo discurso fue interrumpido por el aplauso de sus conselleiros hacia el final, y que ha afirmado sentirse entre «triste» por irse y «satisfecho».
Pero ha insistido en que su sentimiento se ve compensado por la certeza de que las pautas del pueblo gallego marcó «con su voluntad soberana» se van a mantener. «Los liderazgos no miden su valor por el vacío que dejan, sino por la continuidad y la unidad que garantizan», ha aseverado.
«Los modelos políticos consistentes, al menos en los que yo creo, empiezan y finalizan en grandes mayorías. Sugen de un amplio respaldo popular y puede decirse que tienen éxito si finalizan con una sociedad unida y no fracturada. Me voy tranquilo porque creo que eso lo he conseguido junto con el conjunto de los gallegos: la Galicia cordial sigue en pie, más viva qeu nunca».
«Es el galleguismo entendido como casa común de todos los galleos, alejado de nacionalismos intransigentes y de centralismos de otros tiempos, sobre lo que se levanta una cohesión social clave para entender el tiempo que vive España. Ser distintos no implica ser hostiles a nadie, ni rechazar cambios, ni establecer fronteras, ni levantar trincheras. Si los gallegos lo hemos entendido así, tengo fe en que el conjunto de España también vuelva a hacerlo», ha reivindicado.
Por ello Feijóo, que ha concluido con un «Galicia, Galicia, Galicia y por siempre Galicia», ha manifestado su convicción de que «se puede servir a Galicia desde España», toda vez que es «una prueba de que la España de las autonomías lejos de generar problemas puede ayudar a resolverlos; lejos de disgregar, puede unir; y lejos de desvertebrar el Estado, ayuda a coserlo y a armonizarlo».
Como «un gallego más para siempre», como «cualquier peregrino», ha dado por sentado, en consecuencia, que «no hay que elegir entre dos fidelidades antagónicas, como sostienen los nacionalistas excluyentes». «Se puede seguir siendo discípulo de Galicia asumiendo otras responsabilidades en las que, sin duda, las muchas lecciones aprendidas aquí servirán para encontrar el camino adecuado».
Ya sin cámaras, un vídeo ha repasado distintos momentos de los 13 años de mandato de Feijóo, que se ha dirigido a Rueda, su sucesor, y le ha dado la mano.