Desarrollan un aerosol nasal más efectivo que los tratamientos con anticuerpos frente a la COVID-19

Un nuevo aerosol nasal antiviral basado en proteínas y desarrollado por investigadores de la Universidad Northwestern, la Universidad de Washington y la Universidad de Washington en San Luis (Estados Unidos) está avanzando hacia los ensayos clínicos de fase I en humanos para tratar la COVID-19.

Diseñadas computacionalmente y perfeccionadas en el laboratorio, las nuevas terapias proteicas frustraron la infección al interferir con la capacidad del virus para entrar en las células. La proteína principal neutralizó el virus con una potencia similar o superior a la de los tratamientos con anticuerpos que cuentan con la autorización de uso de emergencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

En concreto, la proteína superior también neutralizó todas las variantes de SARS-CoV-2, algo que muchos anticuerpos clínicos no han conseguido. Cuando los investigadores administraron el tratamiento a ratones en forma de aerosol nasal, comprobaron que la mejor de estas proteínas antivirales reducía los síntomas de la infección o incluso la prevenía por completo.

Para empezar, el equipo utilizó primero superordenadores para diseñar proteínas que pudieran adherirse a sitios vulnerables en la superficie del nuevo coronavirus, apuntando a la proteína de espiga del virus. Este trabajo se publicó originalmente en 2020 en la revista científica Science .

En el nuevo trabajo, publicado en la revista científica Science Translational Medicine , el equipo rediseñó las proteínas (llamadas minibinders) para hacerlas aún más potentes. En lugar de dirigirse a un solo sitio de la maquinaria infecciosa del virus, los minibinders se unen simultáneamente a tres sitios, lo que hace que el fármaco tenga menos probabilidades de desprenderse.

«La proteína del SARS-CoV-2 tiene tres dominios de unión, y las terapias comunes con anticuerpos sólo pueden bloquear uno. Nuestros minibinders se asientan sobre la proteína pico como un trípode y bloquean los tres. La interacción entre la proteína espiga y nuestro antiviral es una de las más estrechas que se conocen en biología. Cuando pusimos la proteína de la espiga y nuestro antiviral terapéutico juntos en un tubo de ensayo durante una semana, permanecieron conectados y nunca se separaron», explican los investigadores.

A diferencia de los tratamientos con anticuerpos, que no lograron neutralizar a ómicron, los nuevos minibinders mantuvieron su potencia contra la variante omicron que nos preocupa. Al bloquear la proteína de espiga del virus, el nuevo antiviral impide que se una al receptor humano de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), que es el punto de entrada para infectar el organismo. Dado que el nuevo coronavirus y sus variantes mutantes no pueden infectar el cuerpo sin unirse al receptor ACE2, el antiviral también debería funcionar contra futuras variantes.

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