Experto asegura que es posible influir en la progresión de la DMAE a través del impacto en la microbiota
El doctor Jordi Monés, especialista y director del Instituto de la Mácula y de la Barcelona Mácula Foundation, ha asegurado que, a través del impacto en la microbiota, es posible influir en la progresión de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).
La DMAE es la principal causa de ceguera legal en personas de más 50 años en los países desarrollados. «Es una verdadera epidemia creciente, sufriéndola alrededor del 20 por ciento de las personas de 85 años. Actualmente, afecta al 8,7 por ciento de la población mundial, con una estimación de 196 millones en 2020, aumentando a 288 millones en 2040», recalca el experto.
Así, Monés es el principal investigador de un estudio piloto que se está llevando a cabo con uno de los productos del laboratorio biotecnológico Igen Biolab Group para evaluar la DMAE y la respuesta a la suplementación con postbióticos en pacientes con esta patología.
«En este ensayo clínico piloto, el Estudio REVERS , buscamos la prueba de concepto que, a través del impacto en la microbiota, y su papel en el epigenoma, es posible influir en la progresión de las formas intermedias de alto riesgo de la DMAE, y de esta manera frenar su progresión a fases más avanzadas, las cuales tienen un impacto devastador en la visión de los pacientes», sostiene el doctor Monés.
En este sentido, el experto recuerda que la DMAE es fruto de la combinación de factores ambientales y factores genéticos. Pero no se sabe cómo los factores ambientales influyen en la enfermedad. «La epigenética puede representar en la DMAE el mecanismo a través del cual los moduladores ambientales puedan hacer que se expresen más determinados genes patológicos y, de esta forma, desempeñar un papel crucial para determinar la aparición, las vías, la gravedad y la velocidad de progresión», señala el experto.
En este aspecto, relata que, durante la última década, se ha descubierto que el microbioma «es uno de los impulsores de la modulación epigenética más importantes». La composición y función de la microbiota se ha asociado tanto a condiciones fisiológicas como a la inmunidad innata y adaptativa, como a procesos patológicos como la enfermedad de Crohn, la diabetes tipo I, la artritis reumatoide, las enfermedades cardiovasculares y el autismo.
«Con respecto a la DMAE, algunas especies bacterianas de microbiota están aumentadas en muestras fecales de pacientes con DMAE en comparación con controles sanos, y algunos modelos experimentales han sugerido que la disbiosis inducida por dietas ricas en grasas podría contribuir a la respuesta neovascular de la DMAE exudativa», concluye el doctor Monés.
Tal y como señala, los enfoques terapéuticos más conservadores son los prebióticos (alimentos y productos que favorecen el crecimiento de bacterias), los probióticos (bacterias vivas) o una combinación de ambos. «Sin embargo, las posibilidades de efectos adversos no son despreciables, especialmente en pacientes enfermos, inmunocomprometidos o de edad avanzada, además de las limitaciones para controlar el efecto deseado o la supervivencia de las especies administradas», asegura el doctor Monés.
UN ESTUDIO PIONERO
En palabras del doctor Monés, ha habido muchos ensayos clínicos que han intentado frenar la atrofia, pero «han fracasado», ya que, una vez se inicia la misma, es muy difícil revertirla por la inercia de los procesos tóxicos degenerativos locales a nivel celular. Por ello es por lo que sería tan importante prevenir o frenar su aparición.
En este contexto, subraya la importancia de este estudio, ya que, hoy en día, en todo el mundo, apenas existen ensayos clínicos que intenten abordar la enfermedad en este estadio intermedio de alto riesgo de la enfermedad, «por lo que no se puede ofrecer nada a estos pacientes para intentar frenar la progresión de la misma».
«Nuestro estudio es pionero a nivel mundial, y una gran oportunidad para estos pacientes, porque, por un lado, disponemos de una terapia (postbióticos) y, por otro lado, en colaboración con investigadores del City University of London (Reino Unido), hemos introducido pruebas funcionales muy sofisticadas computerizadas diferentes a las convencionales que nos permiten detectar mínimos cambios en la visión de conos y bastones, visión de colores, sensibilidad al contraste o microperimetría en un plazo de 1 y 2 años», asegura el especialista.
Según el experto, si este estudio clínico muestra resultados positivos, y ensayos multicéntricos posteriores lo confirman, representaría «un enorme avance mundial en el tratamiento de una enfermedad que causa ceguera y es incurable por el momento».
«Algunos resultados preliminares que tenemos son muy prometedores, pero aún es pronto para considerarlos válidos. Muchos de los pacientes dentro del estudio ya han cumplido un año de tratamiento y siguen un segundo año, sin efectos indeseables», ha informado, para añadir que, en este momento, aún están aceptando pacientes para entrar en esta investigación.