Iglesias dice que Calviño y Mª Jesús Montero creían que no habría crisis económica por el Covid en los primeros debates
Concluye de su experiencia que el PSOE es un partido «muy de coyuntura» al que le «cuesta mucho ver más allá del día siguiente»
MADRID, 9
El exvicepresidente y exlíder de Podemos Pablo Iglesias asegura que las ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, estaban convencidas de que no habría una gran crisis económica cuando se produjeron los primeros debates sobre el alcance de la pandemia.
También concluye desde su experiencia en el Gobierno que el PSOE es una formación «muy de coyuntura» y que le «costaba mucho ver más allá del día siguiente», lo que implicó que decisiones «correctas» se tomaran a veces con retraso.
Así lo traslada en el libro Verdades a la cara. Recuerdos de los años salvajes , publicado por Navona y editado por el periodista Aitor Riveiro tras diversas entrevistas, en el que narra su experiencia y trayectoria en la política activa.
En un capítulo dedicado a la crisis inédita que se tuvo que enfrentar el Gobierno, el exvicepresidente desgrana que desde que comenzaron a llegar las primeras informaciones del coronavirus fue «evidente» que Unidas Podemos tenía «una preocupación mayor que el sector socialista del Gobierno», quizá porque ya habían estudiado mucho la posibilidad de una gran crisis económica.
De esta forma, expone que «muy pronto, desde que el virus «empezó a asomar en Asia», propuso en un Consejo de Ministros la creación deun «equipo situacional» para prever hipotéticos escenarios, ya sea que todo fuera bien sin impacto del virus u otros más adversos.
«SIEMPRE ME DECÍAN QUE NO»
Eran tiempos, tal y como expone, donde los expertos decían que esta crisis sanitaria que se empezaba a divisar no era novedosa y que la gripe aviar había dejado los sistemas más preparados.
De esta forma, su idea «no se tuvo en cuenta» y lamenta que se trató con «displicencia» este planteamiento que, «vista con los ojos de hoy, parece incluso más que pertinente». «Pero a mí siempre me decían que no. En este caso, su único planteamiento para rechazar la propuesta era que nunca sucedería lo que finalmente aconteció», asevera.
También describe que hubo otro debate «más duro» en el seno del Gobierno, cuando se veía que el virus «iba muy en serio» y que el espacio confederal puso sobre la mesa la posibilidad de un «crac económico», así como la necesidad de políticas «neokeynesianas» ante un «cambio de ciclo».
«MENOS MAL QUE LAS DELIBERACIONES DEL CONSEJO SON SECRETAS»
En este punto, asegura que el ministro de Inclusión, José Luis Escrivá, les apoyó pero sus compañeras socialistas María Jesús Montero (Hacienda) y Nadia Calviño (Economía) estaban en otras posiciones, convencidas de que no habría una «gran crisis económica».
«Menos mal, para ellas dos, que las deliberaciones del Consejo de Ministros son secretas. No sé qué pasaría si se llegara a saber lo que dijeron allí en ese momento. Luego tuvieron que tragarse, una por una, cada una de sus palabras», lanza en el libro.
ESTADO DE ALARMA: «LO VAMOS A TENER QUE HACER»
Y es que Iglesias, como apunta también en otros pasajes, llegó a la conclusión de que al PSOE le «costaba mucho ver más allá del día siguiente» y es una formación «muy de coyunturas», que puede planificar a «semanas o meses» pero su problema es que no son capaces de «trazar planes» a cuatro u ocho años vistas.
Por otro lado, subraya que Unidas Podemos fueron los primeros en hablar de declarar el Estado de Alarma y que llegó a decirle al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez: «Tú sabes tan bien como yo que lo vamos a tener que hacer. Coño, si lo vamos a tener que hacer, vamos a hacerlo ya».
Al respecto, desvela que el presidente replicó que no se adoptarían medidas que la sociedad no entendiera hasta que llegara el momento adecuado mientras él defendía «corramos un poco más aunque nos acusen de alarmistas». «Y puede que tuviera razón (…) . La decisión no la tenía que tomar yo, que solo podía plantear mi opinión y recomendar qué se podía hacer. El que tenía que dar al botón era él», ahonda.
Luego explica que en el Consejo de Ministros del 14 de marzo hubo «tensiones» pero todos eran conscientes de que había una situación inédita y coincidieron en cómo mejorar las medidas planteadas en el real decreto del Estado de Alarma.
También opina que el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, es «un funcionario ejemplar, fue un hombre abnegado» y cree que «se pasaron con la exposición pública a la que le sometieron».
«DENUNCIA» LA IMPUNIDAD ANTE EL «ACOSO»
Por otro lado, Iglesias denuncia la «impunidad» ante el «acoso» prolongado que sufrieron él y su familia en las inmediaciones de su vivienda, así como en unas vacaciones en Asturias, donde padecieron constantes insultos, así como la «deshumanización» de la ultraderecha. Un comportamiento que tenía un mensaje «casi mafioso»: «No te metas en política; vamos a ir a por ti».
Al respecto, se ha mostrado crítico con el dispositivo que confeccionó en su día la Guardia Civil, llegando a un punto de que uno de los «instigadores» se subió a un muro de su casa para grabarles, y que «no se sintió muy seguro» hasta que la Policía Nacional y los servicios de escolta se ocuparon de esas labores.
De hecho, alega que el coronel del Instituto Armado Diego Pérez de los Cobos, que estuvo al frente de la Comandancia de Madrid, llegó a enviar a agentes a un supermercado cerca de su casa para pedir las grabaciones de las cámaras ante un bulo de que había ido sin mascarilla «para ver si me podía hacer daño». «¡Como para estar tranquilo con esos mandos!», zanja.
A su vez, afirma que la polémica por la manifestación del 8M en marzo de 2020 supuso un intento clarísimo de «derrocar al Gobierno a través de una «operación de lawfare» (término anglosajón que alude a una guerra judicial con fines políticos).
«Hubo un punto de inflexión con un informe plagado de mentiras, de errores de bulto y de bulos» que atribuye de nuevo a Pérez de los Cobos para montar una causa judicial contra el entonces delegado del Gobierno en Madrid José Manuel Franco.