El precio de los alimentos da un «salto gigante» y marca máximos históricos en marzo, según FAO
El índice de precios de los alimentos elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se situó en marzo de 2022 en su nivel más alto desde el comienzo de la serie histórica, que se remonta a 1990, con una lectura récord de 159,3 puntos, como consecuencia del impacto de la guerra en Ucrania.
El índice de precios de la FAO registró así en marzo una subida mensual del 12,6% y del 33,6% en comparación con el nivel observado en marzo del año pasado, lo que la organización calificó como «salto gigante».
El fuerte incremento de los precios de los alimentos en marzo obedece a los nuevos máximos históricos registrados en los subíndices de aceites vegetales, cereales y la carne, mientras que también subieron notablemente los del azúcar y los productos lácteos.
En el caso de los cereales, sectores donde Ucrania y Rusia son dos de los mayores productores mundiales, el índice de precios alcanzó un promedio de 170,1 puntos en marzo, lo que supone un aumento de 24,9 puntos o del 17,1% respecto de febrero y supone el nivel más elevado registrado desde 1990.
«El aumento de este mes obedeció a una subida repentina de los precios mundiales del trigo y los cereales secundarios, impulsada en gran medida por las perturbaciones relacionadas con el conflicto de las exportaciones de Ucrania y, en menor medida, de la Federación de Rusia», ha explicado la FAO.
En concreto, los precios mundiales del trigo subieron en marzo un 19,7%, mientras que los cereales secundarios se encarecieron un 20,4%, con un nuevo récord para los precios del maíz (+19,1%), la cebada (+27,1%) y el sorgo (17,3%).
Mientras tanto, el valor de marzo del índice de precios del arroz de la FAO se mantuvo con poca variación respecto de los niveles de febrero y aun así un 10% por debajo de su valor del año anterior.
En cuanto a los aceites de origen vegetal, el índice de precios de la FAO se situó en un promedio de 248,6 puntos en marzo, lo cual representa un aumento de 46,9 puntos o del 23,2% respecto de febrero, lo que supone un nuevo récord. La pronunciada subida del índice en marzo se vio impulsada por el aumento de los precios de los aceites de girasol, palma, soja y colza.
Asimismo, el índice de precios de los productos lácteos registró un promedio de 145,2 puntos en marzo, esto es, un alza de 3,7 puntos o del 2,6% desde febrero, lo que representa el séptimo mes consecutivo de aumento y empuja al índice 27,7 puntos o un 23,6% por encima de su valor de hace un año.
«Los precios de los productos lácteos mantuvieron su tendencia al alza, respaldados sobre todo por la creciente escasez en los mercados mundiales como consecuencia de que la producción lechera en Europa Occidental y Oceanía fuera insuficiente para satisfacer la demanda mundial», ha señalado la FAO.
De este modo, los precios de la mantequilla y las leches en polvo subieron de forma pronunciada, sustentados por el aumento repentino de la demanda de importaciones respecto de las entregas a corto y largo plazo, especialmente de los mercados asiáticos, y por la elevada demanda interna en Europa Occidental.
De su lado, el índice de precios de la carne se situó en marzo en 120 puntos, lo que supone un alza de 5,5 puntos o un 4,8% desde febrero, con lo que también alcanzó un máximo histórico.
En marzo, los precios de la carne de cerdo registraron el aumento mensual más acusado registrado desde 1995, a causa de la escasez de la oferta de cerdos de matanza en Europa Occidental y a una subida repentina de la demanda interna con motivo de las próximas festividades de Pascua.
Los precios internacionales de la carne de aves de corral se reforzaron, impulsados por la disminución de los suministros en los principales países exportadores tras los brotes de gripe aviar, así como por la imposibilidad de Ucrania de exportar carne de aves de corral en medio del actual conflicto.
Los precios de la carne de bovino también progresaron, al persistir la escasez de la oferta de ganado listo para el sacrificio en algunas de las principales regiones productoras mientras que la demanda mundial se mantuvo elevada.