El diplomático y exdirector del CNI Jorge Dezcallar avisa de que Marruecos no va a renunciar «nunca» a Ceuta y Melilla
Ve a China «incómoda» con la invasión de Ucrania por parte de Rusia y espera que «influya» sobre Moscú para que frene la ofensiva militar
El diplomático y exdirector del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Jorge Dezcallar lo tiene claro, Marruecos «no va a renunciar nunca» a sus aspiraciones sobre Ceuta y Melilla, aunque en ocasiones manifieste esa reivindicación «de forma expresa» y en otras le convenga dejarla «dormir sobre la mesa».
Por ello, cree que el Gobierno debe explicar de forma clara el acuerdo al que ha llegado con el reino alauí y que se conoció a través de la carta enviada por el presidente Pedro Sánchez al Rey Mohamed VI, en la que respaldaba la propuesta de autonomía para el Sáhara como la más «seria, creíble y realista» para la resolución del conflicto.
«Esperemos que el Gobierno explique qué ha hecho, cómo eso contribuye a facilitar una solución del problema o qué beneficios tiene para España», reclama en una entrevista con Europa Press tras la publicación del libro Abrazar el mundo (La Esfera de los Libros), en el que hace un repaso del contexto geopolítico y principales conflictos a los que se enfrenta el mundo.
El diplomático, embajador en Marruecos entre 1997 y 2001, tiene claro que el reino alauí ha «utilizado» la política migratoria durante los últimos meses como «un arma» contra España, con el asalto a la valla de Ceuta en mayo de 2021 como el ejemplo más claro de ello. Y ahora puede que ceje en esta política tras el acuerdo con el Gobierno español, aunque cree que es una de las cosas que el Ejecutivo debería aclarar.
Sin embargo, de lo que está seguro es de que la declaración de España sobre el Sáhara no pondrá fin a las aspiraciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla. «Si alguien piensa que Marruecos va a renunciar a Ceuta y Melilla tiene que hacérselo mirar, francamente», avisa sosteniendo que «la reivindicación siempre va a estar ahí».
Según repasa, Marruecos se «envalentonó» cuando Estados Unidos, con Donald Trump en la Casa Blanca, reconoció su soberanía sobre el Sáhara a cambio de que estableciera relaciones diplomáticas con Israel. Entonces inició una «presión» sobre Alemania, que ostentaba la Presidencia rotatoria de la UE y acabó «pasando por el aro», y más tarde sobre España, que también ha acabado «aceptando» esa solución de autonomía para el Sáhara.
Respecto a la presentación de la solución como la más «seria, creíble y realista», Dezcallar duda de ello y solo acepta la opción de realista, ya que reconoce que «es la única que puede salir adelante algún día si los saharauis lo aceptan».
Lo que no puede esperarse nunca de Marruecos, según reconoce, es que acepte un referéndum de autodeterminación para el Sáhara, ya que los marroquíes, de todas las ideologías, creen que ya es «enormemente generoso» por su parte ofrecer una autonomía. «Eso piensa el marroquí de la calle y también de las altas esferas», asegura el diplomático.
LA INVASIÓN DE UCRANIA Y UNA EUROPA MÁS REFORZADA
El otro asunto que marca la actualidad internacional en 2022 ha sido la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que Dezcallar ya señalaba como uno de los puntos calientes en su libro pero que, reconoce, nadie esperaba que se materializara con una ofensiva militar en todo el país.
Según explica, la amenaza rusa es vista de manera muy diferente entre Estados Unidos y la Unión Europea, e incluso dentro de Europa entre los países del norte y este y los del sur, como España. Sin embargo, destaca la respuesta unida que se ha dado a la invasión, que reconoce como «un paso de gigante al proceso de integración europeo». «Europa sale reforzada y más unida. Espero sea un paso en la dirección correcta porque si no desapareceremos como actor importante en la geopolítica mundial», avisa.
También cree que se ha reforzado la relación transatlántica y duda que hubiera sucedido igual en caso de seguir Donald Trump en la Casa Blanca. «Trump hizo lo posible por provocar un cisma en la relación transatlántica, y esa es otra de las consecuencias positivas que ha tenido la invasión de Ucrania, que esa relación se ha recuperado», sostiene.
A su juicio, las sanciones impuestas a Rusia son «durísimas» y pueden tener efectos sobre Putin si empiezan a generar un descontento social, ya que él esperaba una operación militar «limpia y rápida» y la situación se le ha «embarrancado», durante más tiempo del que preveía, con un mayor impacto de las sanciones, más muertos y una mayor reacción internacional.
AVISO DE RUSIA PARA QUE NO SE CRUCEN «LÍNEAS ROJAS»
En este contexto, espera que el presidente ruso no recurra al uso de armas nucleares. «Pero tampoco le veía incapaz de invadir Ucrania», reconoce recordando que Rusia solo prevé el uso de armamento nuclear en caso de que la estabilidad o supervivencia del Estado estén en juego o de que sus propios arsenales sean atacados.
«Esto no está sucediendo pero podría suceder si las sanciones llegan a producir un impacto tan fuerte que la gente reaccione; o si Putin confunde la seguridad del Estado con la suya propia; o si se llegara a un conflicto con la OTAN abierto», asume con la esperanza de que la ofensiva haya sido «un intento de amedrentar» y decir a Occidente que «no cruce líneas rojas».
Dezcallar es muy crítico con el proceso seguido tras la desintegración de la Unión Soviética, ya que cree que se trató a Rusia «como la vencida» cuando «el vencido fue el comunismo que había desaparecido por su propia inoperancia». Según reconoce, tampoco Rusia «hizo mucho por integrarse», pero quedó «aislada» y se siente «rodeada de enemigos», lo que puede hacer que «caiga en brazos de China» y eso «tampoco es bueno» para Occidente.
Esta situación cree que debería revertirse, pero asume que es más complicado aún tras la invasión de Ucrania. Según expone, para «incorporar» a Rusia son necesarias dos elementos, «que deje de tirar bombas en un país vecino y que acepte las mismas reglas que los demás», dos metas que ve «difíciles de conseguir» actualmente.
CHINA, POSIBLE MEDIADOR
Quien no cree que se implique directamente en el conflicto es China, ya que Rusia ha vulnerado algunos de sus principios de respeto a la integridad territorial o soberanía y, además, depende mucho más del comercio con Estados Unidos y Europa que con Rusia, a quien define como «un socio estratégico pero no aliado».
Dezcallar cree que China está «incómoda» con la actual situación porque no puede dar la espalda a Rusia, pero esta está haciendo algo que «les repugna». Por ello, ve al país asiático con «mejores condiciones que nadie» para influir sobre Moscú y así además demostrar al mundo que es «un socio fiable en la geopolítica mundial».