La exposición a metales tóxicos promueve la aparición de enfermedad cardiaca, según expertos en Medicina de Laboratorio

En el marco de las Jornadas del Comité Científico de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQCML), se ha advertido de que la exposición a metales tóxicos puede promover la aparición de hipertensión, arteriosclerosis, aterosclerosis, trombosis y enfermedad cardiovascular.

De hecho, el papel de los elementos traza tóxicos (como el plomo, cadmio, arsénico, mercurio o cerio, entre otros) y el estrés oxidativo en la génesis de las complicaciones cardiovasculares constituye un área emergente de investigación en la salud pública.

Al respecto, la doctora Montserrat González Estecha explica que la exposición al plomo en la población general ha sido muy importante por su uso en la gasolina en el siglo XX y sus efectos más estudiados sobre el sistema cardiovascular se han centrado principalmente en su asociación con la hipertensión arterial.

Además, el plomo se ha asociado con la enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular, enfermedad arterial periférica y alteraciones en la función cardiovascular, como hipertrofia del ventrículo izquierdo y alteraciones del ritmo cardiaco.

Por su parte, el cadmio, procedente principalmente del humo del tabaco, podría estar implicado en el inicio de la aterosclerosis subclínica y asociado con morbilidad cardiovascular. «También se ha evaluado el riesgo medioambiental y sobre la salud de la exposición al cerio, otro elemento traza altamente contaminante usado como componente de los catalizadores y como aditivo del diésel», apunta.

En cuanto al metilmercurio procedente del consumo de pescados contaminados, «aunque la evidencia es débil, en adultos y en algunos estudios con población muy expuesta se ha observado cierta asociación con infarto de miocardio, arritmias, hipertensión arterial, descenso de la variabilidad de la frecuencia cardiaca y desarrollo de la placa de ateroma», señala la doctora González Estecha.

Además, en los últimos años se está prestando especial atención al arsénico procedente de aguas contaminadas y consumo de ciertos alimentos y se ha referido que juega un papel importante en la aterogénesis, hipertensión, diabetes, tromboangeítis obliterante, enfermedad arterial coronaria e infarto cerebral.

Así, subraya la doctora González Estecha, la exposición a metales tóxicos causa estrés oxidativo, disminuye la disponibilidad de óxido nítrico, promueve la inflamación y la apoptosis, puede causar daño endotelial, impedir su reparación, inhibir la angiogénesis y aumentar la agregación plaquetaria, por lo que puede promover la aparición de hipertensión, arteriosclerosis, aterosclerosis, trombosis y enfermedad cardiovascular.

Debido a que la exposición al plomo, cadmio, mercurio y arsénico ha sido muy extensa en la población general, incluso aunque el efecto fuera modesto, implicaría un impacto importante a nivel poblacional. «Por ello, es fundamental seguir regulando y aplicando las medidas necesarias para disminuir esta exposición y actuar sobre el estilo de vida, principalmente a través del ejercicio, la dieta y el abandono del hábito tabáquico», destaca la doctora.

IMPORTANCIA Y MEDICIÓN DEL ESTRÉS OXIDATIVO

Asimismo, un aumento del estrés oxidativo contribuye a la toxicidad de los elementos traza tóxicos y al proceso inflamatorio asociado a la obesidad, diabetes y enfermedad cardiovascular.

En este sentido, la doctora Isabel Fort explica que el estrés oxidativo produce daños en el ADN, ARN, proteínas, lípidos de la membrana plasmática, lípidos de la membrana mitocondrial interna y en la envoltura nuclear. Y todas estas anomalías se traducirán en un incremento de los procesos trombóticos y aterogénicos.

Dado que la patología cardiovascular no es palpable clínica ni físicamente hasta que no se encuentra claramente establecida, explica esta experta, para el diagnóstico de este factor, «estaríamos hablando de la medición de los productos del estrés oxidativo, teniendo en cuenta que a mayor valor de los mismos, mayor probabilidad de sufrir la patología y de que esta ya se encuentre establecida en el organismo».

Por ello, en pacientes con enfermedad cardiovascular diagnosticada, el objetivo de la implementación de medidas de magnitudes relacionadas con el estrés oxidativo es su monitorización, así como del estatus rédox con el objetivo de reducirlo.

«Teniendo en cuenta que el conocimiento del estatus rédox puede ayudar al manejo clínico del paciente, el objetivo sería restablecerlo dentro de valores fisiológicos en base a acciones médico-clínicas tales como las recomendaciones dietéticas y de actividad física, así como suplementaciones alimenticias e incluso farmacológicas», resume la doctora Fort Gallifa.

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