La pandemia hace aumentar las muertes por tuberculosis entre las personas con VIH por primera vez desde 2006

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida ha advertido de que, a consecuencia del impacto de la pandemia, se ha producido un aumento de las muertes por tuberculosis entre las personas con VIH por primera vez desde 2006.

La tuberculosis es la principal causa de muerte entre las personas que viven con VIH, y representa alrededor de un tercio de las muertes relacionadas con el sida en todo el mundo. Los esfuerzos coordinados y ampliados para prevenir, diagnosticar y tratar las dos enfermedades habían dado lugar a un descenso del 68 por ciento de las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH entre 2006 y 2019.

Sin embargo, en su Informe Mundial sobre la Tuberculosis 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH aumentaron por primera vez en 13 años, de 209.000 en 2019 a 214.000 en 2020.

«El aumento de las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH es alarmante y demuestra la fragilidad del progreso de la pandemia», ha apuntado la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima. «Cuando llegó la Covid-19, la atención mundial sobre el VIH y la tuberculosis se desplazó al centrarse el mundo en la lucha contra la nueva pandemia», ha explicado.

«Esto ha supuesto la pérdida innecesaria de vidas y el incumplimiento de importantes objetivos para el VIH, la tuberculosis y otras enfermedades», ha proseguido, para llamar la atención sobre la necesidad de «actuar con urgencia y aumentar las inversiones para volver a la senda correcta».

Según recuerdan desde ONUSIDA, las personas que viven con VIH tienen 18 veces más probabilidades de desarrollar la enfermedad de la tuberculosis. Aunque alrededor del 85 por ciento de las personas que desarrollan la enfermedad de la tuberculosis pueden ser tratadas con éxito, las tasas de éxito del tratamiento para las personas que viven con el VIH son mucho más bajas, de alrededor del 77 por ciento. Esto demuestra la importancia de aumentar los esfuerzos de prevención, así como el tratamiento de ambas enfermedades.

La acción concertada y colectiva en este ámbito ha salvado vidas en los últimos años. Entre 2018 y 2020, unos 7,5 millones de personas que viven con el VIH recibieron tratamiento preventivo contra la tuberculosis, superando el objetivo mundial de 6 millones. «Pero hay que hacer mucho más para abordar las desigualdades subyacentes que siguen alimentando la propagación del VIH y la tuberculosis», reclaman desde la organización.

REFUGIADOS Y DESPLAZADOS, EN ALTO RIESGO POR TUBERCULOSIS

Los refugiados y los desplazados corren un riesgo especialmente alto de contraer tuberculosis. A finales de 2020, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados estimó que 82,4 millones de personas en todo el mundo estaban desplazadas de sus hogares.

La guerra en Ucrania ya ha obligado a 3,5 millones de personas a huir del país y otros millones están desplazados internamente. «Es fundamental que Ucrania y sus países vecinos reciban ayuda urgente para proporcionar servicios sanitarios esenciales a las personas afectadas por la guerra, incluidos los servicios para la tuberculosis y el VIH», reclaman desde ONUSIDA.

«En estos tiempos de crisis, existe la oportunidad de construir un futuro resistente a la pandemia si los líderes trabajan juntos para hacer frente a las desigualdades que nos ponen en peligro a todos», insiste Byanyima.

«Aunque el sida, la tuberculosis y la Covid-19 se propagan cada uno de ellos de forma única, estamos viendo cómo cada uno de ellos está impulsado por la desigualdad social y económica que deja a algunas comunidades más vulnerables y a todo el mundo en riesgo», añade.

IMPACTO DE LA COVID-19 EN EL FONDO MUNDIAL

El Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (Fondo Mundial) es el principal financiador internacional de programas contra la tuberculosis; sin embargo, la pandemia ha tenido «un impacto devastador», según ONUSIDA.

Entre 2019 y 2020, el número de personas tratadas por tuberculosis en los países en los que invierte el Fondo Mundial se redujo en alrededor de un millón. Este año, en su séptima reposición, el Fondo Mundial pide 18.000 millones de dólares (16,3 millones de euros) adicionales para salvar 20 millones de vidas y volver a encaminar al mundo hacia el fin del VIH, la tuberculosis y la malaria.

«Para acabar con las tres enfermedades para 2030 y construir sistemas nacionales de salud fuertes para responder a las pandemias emergentes, es esencial que el Fondo Mundial esté totalmente financiado», reclaman.

ONUSIDA sigue trabajando con sus socios para alcanzar los objetivos de VIH/TB fijados para 2025, que incluyen garantizar que el 90 por ciento de las personas que viven con el VIH reciban tratamiento preventivo para la tuberculosis y reducir en un 80 por ciento las muertes relacionadas con la tuberculosis entre las personas que viven con el VIH (a partir de una referencia de 2010).

«Para conseguirlo, será necesario que el Fondo Mundial esté totalmente financiado y que se invierta en investigación y desarrollo, en la ampliación de los servicios y en la adopción de estrategias nuevas e innovadoras para llegar a todos los necesitados», concluyen desde ONUSIDA.

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