Cepsa y Air Nostrum firman un acuerdo para promover la descarbonización del sector aéreo
Cepsa y Air Nostrum han firmado este miércoles un acuerdo para impulsar la descarbonización del transporte aéreo mediante la investigación y producción de nuevos combustibles sostenibles para la aviación (SAF, por sus siglas en inglés).
Estos combustibles, que permiten reducir las emisiones de la aviación hasta en un 80% respecto al queroseno convencional, se producirán a partir de materias primas circulares que no compiten con la alimentación, como aceites usados de cocina, desechos animales de uso no alimentario o restos biodegradables procedentes de distintas industrias.
Asimismo, la alianza también contempla el desarrollo de nuevas alternativas energéticas, como el hidrógeno renovable y la electrificación, para las flotas terrestres de Air Nostrum, como vehículos para el suministro, las operaciones de carga y descarga de equipajes, o asistencia a los aviones, entre otros.
Tras la firma del acuerdo, que ha tenido lugar en Valencia, el director de Comercial y Clean Energies de Cepsa, Carlos Barrasa, ha señalado que mediante acuerdos como este se trabaja «al mismo tiempo por el futuro del planeta y por el presente de los clientes».
Por su parte, el presidente de Air Nostrum, Carlos Bertomeu, ha indicado que con este acuerdo se «hace realidad la participación en esta alianza para la descarbonización del sector aéreo junto a Cepsa» y que «es un buen ejemplo de compromiso firme y a largo plazo con la sostenibilidad y está en línea con los esfuerzos que han permitido a la aviación comercial reducir en un 80% sus emisiones de CO2 por asiento/kilómetro en los últimos 50 años».
Esta alianza se enmarca en la apuesta de Cepsa por los combustibles sostenibles, tras los acuerdos firmados con otras importantes aerolíneas y está en línea con la iniciativa legislativa europea RefuelEU Aviation , incluida en las medidas Fit for 55 de la Comisión Europea, que pretende impulsar la oferta y demanda de combustibles sostenibles para la aviación en la Unión Europea, alcanzando un uso del 2% en 2025, el 5% en 2030 y el 63% en 2050.