El BCE señala que la política monetaria no puede ignorar el impacto de la transición verde sobre la inflación
La transición europea hacia una economía más verde y menos dependiente de los combustibles fósiles para combatir el cambio climático y salvaguardar la independencia energética de la eurozona implica un precio a pagar en términos de inflación al que no puede ser ajeno la política monetaria, según ha advertido la representante alemana en el directorio del Banco Central Europeo (BCE), Isabel Schnabel.
«La política monetaria no puede simplemente ignorar los efectos de la transición verde si amenazan con poner en peligro el cumplimiento de nuestro mandato principal de estabilidad de precios», ha señalado durante su intervención en una conferencia en Fráncfort, donde ha defendido que, sin embargo, corresponde a la política fiscal ocupar «el asiento del conductor».
A este respecto, la alemana ha advertido de que, a medida que se avanza hacia una economía más sostenible, la zona euro se enfrenta a una nueva era de inflación energética con tres shocks distintos, pero interrelacionados que probablemente conduzcan a un período prolongado de presión alcista sobre la inflación.
En concreto, se ha referido a una primera sacudida que ha denominado «climaflación», relacionada con los costes del propio cambio climático, junto con un segundo efecto de «fosilflación», que refleja los costes de la dependencia de los combustibles fósiles y es el culpable de gran parte del aumento reciente de la inflación en la zona del euro.
Por último, Schnabel ha señalado un tercer shock , que ha denominado «verdeflación», cuyo impacto es más sutil, pero que las recientes restricciones a las exportaciones rusas de materias primas y metales ha acentuado.
Para la ejecutiva del BCE, hasta ahora la inflación verde ha tenido un impacto mucho menor en los precios al consumidor final que la inflación fósil, por lo que ha considerado «engañoso» atribuir a la ecologización de las economías europeas el fuerte aumento reciente de los precios de la energía.
Sin embargo, a medida que más y más industrias transiten hacia tecnologías de bajas emisiones, la alemana anticipa que esta verdeflación ejerza una presión alcista sobre los precios de una amplia gama de productos durante el período de transición.
«Hay que pagar un precio por volverse ecológico a un ritmo que refleje el doble objetivo de salvaguardar nuestro planeta y nuestro derecho a la autodeterminación», ha afirmado, subrayando que «vale la pena pagar ese precio», incluyendo el apoyo fiscal necesario para proteger a los miembros más vulnerables de la sociedad.
En este sentido, para Schnabel la política fiscal «debe permanecer en el asiento del conductor» en lo que respecta a impulsar la transición verde, por lo que considera esencial que el marco fiscal revisado de la zona euro cree espacio para anticipar y acelerar la inversión pública en infraestructuras y tecnologías verdes.
Asimismo, ha señalado que la política fiscal también tiene un papel importante que desempeñar para amortiguar los actuales shocks de oferta, aunque ha advertido de que estas medidas deben seguir siendo consistentes con el avance de la transición verde.
«Deben estar dirigidos a proteger a quienes más sufren por el aumento de los precios de la energía, manteniendo, en la medida de lo posible, los incentivos para reducir las emisiones de carbono», ha recomendado.