Alertan de las graves consecuencias del confinamiento en la salud mental de niños, jóvenes y adolescentes
La pandemia ha generado un aumento de problemas de ansiedad y depresión, aunque el confinamiento ha tenido especial impacto en la salud mental de niños, jóvenes y adolescentes con aumentos de frecuencia de autolesiones, intentos de suicidio y síntomas relacionados con trastornos por déficit de atención.
Esta ha sido una de las conclusiones de los expertos reunidos en la Escuela de Salud Pública de Menorca, un encuentro anual organziado por la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) y el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) que reúne a psiquiatras y salubristas.
«La pandemia y las medidas adoptadas para hacerle frente han tenido consecuencias directas en la salud mental de la población. Estas consecuencias se miden en términos de incrementos objetivables de la morbilidad y de la demanda de atención en salud mental», advierten.
Asimismo, alerta de que el Sistema Nacional de Salud (SNS) parte de una «insuficiencia» de recursos en salud mental, «que es preciso abordar». «La demanda creciente precisa de una ampliación de los servicios de salud mental, normalizando la atención a los pacientes y abordándolos desde una óptica integral, ya que su menor esperanza de vida no se relaciona directamente con la enfermedad mental, sino con las comorbilidades asociadas», afirman.
Asimismo, los principales factores de riesgo derivados de la pandemia han sido: la alteración completa de la vida diaria, el aislamiento, el miedo, la sobresaturación de los recursos del SNS. Por otro lado, el aumentó del tiempo dedicado a pantallas y contactos virtuales es una conducta que «debe abordarse en especial en niños y adolescentes, teniendo en cuenta los efectos negativos de esta práctica cuando se prolonga en el tiempo y sus imprevisibles consecuencias cerebrales en el futuro».
«Sería recomendable la elaboración de guías de buena práctica en salud mental aplicables al ámbito de la atención primaria de salud y de emergencias, alerta y respuesta sanitaria ante grandes amenazas derivadas de cualquier agente (biológico, químico, natural o terrorista). La Atención Primaria y su articulación con los servicios de salud mental es clave para identificar precozmente los trastornos mentales», señalan.
Al tiempo que ve preciso abordar las necesidades de recursos sociosanitarios para hacer frente a las discapacidades derivadas de la enfermedad mental. «Se valoran positivamente las iniciativas de sistemas multimedia (videollamadas, llamadas telefónicas, servicios de teleasistencia, etc.) para la prestación de servicios. La pandemia ha puesto de manifiesto la utilidad de la telemedicina en la atención sanitaria a los trastornos mentales y, en general, como herramienta para la prevención en salud mental», explican.
Se recomienda también, en línea con las estrategias, «un abordaje integral de la salud mental dentro del SNS, incluyendo en la atención a diferentes especialistas trabajando en línea con la atención primaria y la psiquiatría. No debe olvidarse que los riesgos comunes están incrementados en la población con algún trastorno mental y más aún con enfermedad mental grave».
Finalmente, consideran que resultan claves la extensión de servicios sociosanitarios para enfermos mentales discapacitados y graves y el trabajo sistemático con las escuelas para la prevención del trastorno mental en niños y adolescentes.