El fiscal mantiene 8 años para los acusados de abusar de una joven en Noja aunque no hay prueba de que la drogaran
La defensa pide la absolución porque «todo se basa en hipótesis» y la acusación cree que usaron burundanga, que desaparece «muy rápido» del organismo
El fiscal ha mantenido la petición de ocho años de prisión para cada uno de los dos acusados de abusar sexualmente de una joven en Noja en 2019, aunque no ha quedado acreditado que echaran una sustancia en su bebida para aprovecharse de ella como sostenía inicialmente el Ministerio público, ya que en los análisis no se ha detectado ninguna droga más allá del alcohol.
Por ello, el fiscal ha reconocido que «puede que le hubieran echado algo o puede que no» y que su estado fuera fruto del alcohol que había tomado esa noche, pero considera que en todo caso los acusados «se aprovecharon de ello» y las relaciones sexuales que mantuvieron «no fueron consentidas».
La acusación particular que ejerce la víctima también ha mantenido su petición, que eleva a 10 años de cárcel, y ha defendido que los procesados utilizaron escopolamina, más conocida como burundanga, que no aparecería en los análisis porque «desaparece muy rápidamente» del organismo.
Los dos abogados de los enjuiciados han mostrado su «total disconformidad» con esta versión y han advertido que «no se puede pedir una condena tan elevada en base a conjeturas», ya que «nadie se acuerda de nada» de lo que ocurrió, que achacan a una «noche loca» tras la que la joven se levantó en el piso de ellos sin saber dónde estaba y pensó que la habían drogado para «buscar una justificación» a su «vergüenza» y «frustración».
Éstos han sido los planteamientos defendidos por las partes este jueves en la segunda y última sesión del juicio -la primera tuvo lugar el martes-, en la que uno de los dos acusados ha hecho uso de su derecho a la última palabra para manifestar que es inocente, en concreto el que dijo que no había tenido relaciones con la chica en contradicción con su compañero, que manifestó que habían participado los tres.
El enjuiciado ha dicho que «lamenta mucho por todo lo que ha podido pasar esta joven» y comprende su «sentimiento de frustración por no recordar nada» porque él ha pasado «por lo mismo» ya que también estaba «tomado», pero ha recalcado que ha estado un año y ocho meses «encerrado» en prisión «sin tener conocimiento de si era culpable». «Soy inocente. Es una cosa muy grave y yo no soy así, una persona que sale una noche y se aprovecha de las mujeres», ha sentenciado.
Según relataron en su testifical, entablaron conversación en un pub de Noja cuando la chica fue a pedir una cerveza a la barra donde ellos se encontraban y allí se besó con uno de los dos -el que dice que no tuvo sexo-, por lo que a continuación fueron juntos en furgoneta a su piso a terminar la noche y surgieron las relaciones sexuales. Al día siguiente ellos se fueron a trabajar y dejaron a la joven, que decidió seguir durmiendo tras apagar la alarma que sonaba en su móvil. Según ella, desde que bebió esa cerveza no recuerda nada más que algunos «flashes», «no se podía mover» y se despertó «medio desnuda, en un lugar que no conocía».
SIN SIGNOS DE VIOLENCIA NI DROGAS
En la sesión de hoy también han testificado varios peritos, forenses y agentes que se encargaron de la recogida de indicios y análisis de muestras, quienes han dejado ver que la víctima tenía algunas lesiones compatibles con una relación sexual aunque sin signos de violencia y restos de semen tanto en el cuerpo como en el tampón y el pantalón que tenían el perfil genético de uno de los dos hombres, el que reconoció que sí había tenido relaciones con ella, mientras que del otro solo se encontraron restos en el bolso. También se ha analizado un preservativo que se encontró en la basura pero no contenía huellas.
Según han explicado los expertos, la víctima tenía erosiones vaginales y anales y llevaba un tampón que había sido «empujado» porque estaba en posición transversal cuando lo habitual es que esté vertical, lo que es fruto de una penetración que no tiene por qué implicar violencia. Además, unos días después le apreciaron algunas equimosis que el día de los hechos no tenía, pero que se podrían haber producido entonces y aparecer después.
Los análisis también arrojaron un resultado de 1,9 gramos de alcohol en sangre, aunque no se detectaron más sustancias. Según la joven, antes de encontrarse con los procesados había bebido una copa, dos chupitos y tres cervezas a medias con su amiga, por lo que no cree que su estado fuera fruto de la bebida.
RELACIONES NO CONSENTIDAS
En sus conclusiones, el fiscal ha deducido que las relaciones no fueron consentidas y se produjeron con los dos chicos, aunque «uno tuvo mucho más cuidado que el otro», porque en sus declaraciones hay «muchas contradicciones». Además, ha opinado que la versión de la víctima es «firme» y «no tiene fisuras» y se ha preguntado por qué iba a denunciar a dos desconocidos por un hecho tan grave si no fuera cierto. «Si hubiera consentido no habría pasado por este calvario», ha defendido.
La Fiscalía también ha «relativizado» el hecho de que hubieran echado una sustancia o no en su cerveza, que cree que «no es trascendente» porque en caso de que su estado se debiera al alcohol considera que igualmente se aprovecharon de su situación.
La letrada de la joven ha suscrito este planteamiento y ha añadido que las cámaras del pub muestran a uno de los procesados alargar la mano hacia una de las cervezas mientras ella estaba «en actitud cariñosa» con el otro, y que de haber consumido burundanga podría haber desaparecido de su cuerpo cuando se le hizo el análisis al día siguiente.
Además de la pena de prisión, la Fiscalía reclama una indemnización de 12.000 euros por los daños morales sufridos y la acusación particular la eleva a 18.000, así como prohibición de comunicar y acercarse a la víctima durante diez años y libertad vigilada tras la pena de prisión de otros diez.
Mientras, los abogados de los jóvenes han pedido su absolución y se han preguntado «dónde está acreditada la falta de consentimiento», porque «todo son hipótesis» y «nadie recuerda nada». «Quien no quiere no se besa en la barra, no se monta en la furgoneta y va a su casa», han dicho para argumentar que «que no se acuerde no quiere decir que no consintiera», pero que «tiene que buscar cualquier motivo para justificar una noche loca».
También han sostenido que no hay desgarros ni signos de violencia y que si sus clientes hubieran querido abusar de ella «lo hubieran hecho en la furgoneta y la hubieran dejado tirada», en lugar de «llevarla a su casa, colocar su ropa y taparla con una manta».