Más de la mitad de los niños se sienten inseguros en las escuelas del Sahel, según el NRC

Además, Acción contra el Hambre avisa de que 35 millones de personas sufrirán inseguridad alimentaria entre junio y agosto

El 53 por ciento de los estudiantes de la región del Sahel declaran no sentirse seguros en los centros educativos, debido a los ataques y las amenazas contra las escuelas, según ha revelado este miércoles el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés).

En un informe, el NRC ha señalado que el conflicto en la zona está teniendo un grave impacto psicológico en los niños, que también ven afectado su comportamiento y su capacidad para aprender.

Así, los altos niveles de estrés causan que los niños no vayan a la escuela. Casi dos tercios de ellos, el 62 por ciento, aseguran no ser capaces de concentrarse y nueve de cada diez dicen que tiene problemas para lidiar con sus emociones.

Para hacer frente a esta circunstancia, algunos se autoaíslan y no interactúan con sus pares o participan en clase. Otros expresan sus estrés a través de la ira, las agresiones o mediante ataques de pánico. Además, dos tercios de ellos, el 64 por ciento, aseguran tener poca o ninguna esperanza en su futuro.

«El deseo de aprender nunca debería ser superado por la necesidad de esconderse», ha lamentado la especialista regional en Educación del NRC, Marta Schena, que ha remarcado que estos niños han presenciado o soportado «múltiples tipos de violencia» que les han llevado a sufrir estrés crónico y traumas. Por ello, ha urgido a ayudarles a «redescubrir» el lenguaje de la inocencia, de la alegría y la curiosidad.

«Está claro que nuestros niños están estresados y ansiosos», ha señalado, por su parte, Aanan, una persona que representa a los padres en la región de Tillabéri, en Níger. «Algunos de ellos se despiertan por las noches por las pesadillas, otros lloran al azar», ha lamentado.

Como los grupos armados a veces atacan montados en motocicletas, Aanan ha indicado también que el «mero sonido» de una moto desencadena el pánico en algunos niños. «Cuando escuchan el sonido de motos pasando, inmediatamente buscan un lugar para esconderse», ha especificado.

La inseguridad ha ocasionado el cierre de más de 5.500 escuelas en Malí, Burkina Faso y Níger, lo que ha provocado que los niños no puedan acudir a estos centros y les ha privado de una red que necesitan mucho.

Además, y a pesar de las crecientes necesidades, la financiación y el apoyo para el sector educativo son aspectos que quedan «rezagados» en la respuesta humanitaria, según el NRC. Sólo el 6,5 por ciento de las necesidades educativas se cubrieron en 2021 en Burkina Faso y únicamente el 7,9 por ciento en Níger. De hecho, se trata del sector menos financiado en la respuesta humanitaria en ambos países.

Pero la escuela puede jugar un rol «esencial» para curar las heridas psicológicas de millones de niños y ayudarles a recuperar el sentido de la normalidad. «Pero, primero, deben convertirse en lugares seguros de nuevo», ha indicado el NRC, que ha hecho un llamamiento a los gobiernos, las administraciones de las escuelas y la comunidad humanitaria para incrementar «urgentemente» los recursos y la formación que se da a los profesores del Sahel. «Debemos asegurarnos de que están completamente equipados para apoyar a los niños que han sufrido traumas», ha remachado Schena.

INSEGURIDAD ALIMENTARIA EN LA REGIÓN

Por otro lado, y en el marco de la VI Cumbre de la Unión Europea y la Unión Africana que comienza este jueves en Bruselas, Acción Contra el Hambre ha alertado de la «situación dramática» que se está viviendo en el Sahel, y ha alertado de la necesidad de una respuesta humanitaria «urgente» allí.

En el informe Sahel: evitar otra histórica crisis alimentaria , publicado este miércoles, la ONG ha advertido de que alrededor de 35 millones de personas en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger, sufrirán crisis aguda de alimentos y medios de subsistencia. Es decir, que no tendrán prácticamente nada para comer y sufrirán inseguridad alimentaria y desnutrición en el próximo periodo de entre cosechas, la temporada anual de escasez, entre junio y agosto.

Según este informe, los tres factores determinantes para esta situación crítica en el Sahel son, por un lado, la persistencia de conflictos en la zona –que ha desplazado a más de nueve millones de personas y ha destruido medios de vida o distorsionado sistemas económicos locales–.

Por otro, las consecuencias de las medidas restrictivas de movimientos ante la COVID-19, que han impedido que cientos de miles de ganaderos puedan trashumar con su ganado en busca de agua y pastos y poder llegar a sus zonas de mercados, y, por último, el impacto, un año más, de la crisis climática en forma de sequías, degradación de la biomasa o inundaciones.

TERCERA CRISIS CONSECUTIVA

«Desde el pasado mes de noviembre, nuestros sistemas de alerta temprana, a través de evidencias como la degradación de los pastos, la mortalidad del ganado, la subida de ciertos alimentos básicos o el incremento de niños desnutridos en centros sanitarios, nos venían avisando de que algo iba muy mal», ha explicado el director de incidencia y relaciones institucionales de la ONG, Manuel Sánchez Montero.

El representante de la ONG, que ha basado su informe en evidencias directas basadas por el propio organismo en el terreno, ha explicado que ya han empezado a constatar «que se avecinaba una inminente crisis alimentaria, que ya está amenazando a cerca de 27 millones de personas en el Sahel».

«Si no hacemos nada, podría llegar a 35 millones de personas», ha alertado, antes de recordar que se trata de la tercera crisis consecutiva que se da en esta región y que, en años anteriores, ha afectado a 21 y, el anterior, a 15 millones de personas. «La progresión es geométrica y pone en tela de juicio no solamente la seguridad alimentaria, sino la estabilidad de toda esta región», ha señalado.

En este sentido, Acción contra el Hambre ha pedido a los países que participan en la cumbre que hagan un «esfuerzo» no solo para «incrementar los recursos destinados a la seguridad alimentaria y a los bienes esenciales de estas poblaciones en esta región», si no «para que avancen y adelanten esa respuesta ahora».

«No hacerlo supondrá que, dentro de unos pocos meses, las personas que están amenazadas por la crisis alimentaria directamente se añadirán a las que ya están sufriendo una situación extremadamente crítica o fallecerán», ha Sánchez.

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