Los niños pueden sufrir retraso en el diagnóstico de la artritis psoriásica por no manifestar dolor, advierte experta

La reumatóloga Pediátrica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, Alina Boteanu, ha advertido que uno de los problemas para diagnosticar la artritis psoriásica en niños pequeños por un dolor menos expresado que en adultos, según ha reconocido en la sexta edición de Talleres SER de Artritis Psoriásica (APS), de la Sociedad Española de Reumatología (SER), con la colaboración de Janssen.

El primer pico en el que aparece la artritis psoriásica, según los expertos, suele ocurrir a los 2-4 años de edad, siendo en este grupo más afectadas las niñas (60-80%) y el segundo pico a los 10-14 años, siendo en este grupo más afectados los niños.

La enfermedad presenta sensación de rigidez, que suele aparecer por la mañana, e inflamación, que se observa más frecuente en las articulaciones grandes de los miembros inferiores (rodilla, tobillo, cadera). «Los niños pueden tener lesiones de psoriasis cutánea o antecedentes familiares de psoriasis en 1º grado. Otros síntomas que nos pueden alertar, como son la inflamación de todo un dedo, con aspecto de dedo en salchicha (dactilis) o el dolor en la inserción de los tendones o en las sacroilíacas», ha afirmado Boteanu.

En el caso de las niñas, hay un porcentaje más alto de dactilitis y uveítis anterior crónica y asocian frecuentemente anticuerpos antinucleares, mientras que, en el grupo de debut en la adolescencia, siendo este más parecido con la artritis psoriásica en la edad adulta, existe un mayor predominio en hombres, quienes presentan más frecuentemente psoriasis, entesitis, sacroileítis y asocian HLA-B27.

Por ello, en el encuentro, los especialistas han sostenido la importancia de contar con un equipo multidisciplinar, como son reumatólogos, dermatólogos y oftalmólogos, entre otros. Lacoordinación entre estos especialistas es imprescindible para llegar con la mayor brevedad posible a un diagnóstico correcto, detectar la actividad y su gravedad, para consensuar el tratamiento y realizar el seguimiento de cada una de las manifestaciones clínicas.

«Teniendo en cuenta la variabilidad de los síntomas que tienen los pacientes con APs-J, el seguimiento de estos niños se debería de realizar en Unidades de Reumatología Pediátrica que contasen con la participación de otros especialistas, para un correcto seguimiento», ha indicado Boteanu.

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