La defensa de la acusada del crimen del cráneo de Castro pide su libre absolución
El abogado de Carmen Merino dice que no tuvo «ninguna participación ni responsabilidad» en la muerte de su pareja, Jesús María Baranda
La defensa de la acusada del crimen del cráneo de Castro Urdiales ha solicitado su libre absolución, ya que considera que no tuvo «ninguna participación ni responsabilidad» en la muerte de su pareja, cuya cabeza apareció en septiembre de 2019 en una caja que ella había entregado tiempo atrás a una amiga para que se la guardase.
Así lo ha indicado a Europa Press el representante legal de Carmen Merino, la única procesada tras el macabro hallazgo, y que considera la investigación llevada a cabo «errática, insuficiente y poco clara», hasta el punto de que no se ha podido «acreditar la causa de la muerte» de Jesús María Baranda, ni cuándo o dónde tuvo lugar.
El abogado ha presentado esta semana su escrito de defensa en el Juzgado de Instrucción número 3 de Castro Urdiales, encargado de la causa, después de que las acusaciones hicieran lo propio.
El fiscal del caso imputa un delito de asesinato en el que concurre alevosía con agravante de parentesco a la sospechosa de decapitar a su pareja, para la que pide 25 años de prisión, la pena máxima en estos supuestos.
Por su parte la acusación particular, ejercida por familiares de la víctima, un banquero vasco jubilado de 67 años, interesa por el mismo delito para la acusada prisión permanente revisable, que el Código Penal solo contempla para asesinato hiperagravado, o subsidiariamente 25 años de cárcel.
Ahora, el siguiente paso es la celebración de una audiencia preliminar para que las acusaciones soliciten formalmente al instructor la apertura de juicio oral, aunque según ha podido saber esta agencia por fuentes personadas está pendiente la práctica de alguna diligencia pedida por las partes y acordadas por el juez.
Serían al margen de la pericial caligráfica solicitada por la acusación particular al crucigrama de una hoja de periódico que envolvía el cráneo, y que la Audiencia Provincial de Cantabria rechazó practicar el pasado mes de diciembre.
MACABRO HALLAZGO
El caso se destapó a finales de septiembre de 2019 con el hallazgo del cráneo en el interior de una caja de cartón que la acusada había entregado meses atrás a una amiga suya para que se la guardase en su casa, y que abrió ante el mal olor que desprendía.
Se la había dado alegando que escondía en ella juguetes eróticos y que no quería que la encontraran los agentes en los registros por la investigación, iniciada tras la desaparición del hombre, del que no se sabía nada desde febrero y cuyo cuerpo no ha sido encontrado aún.
En su interior descubrió un cráneo humano, dentro de una bolsa de plástico y envuelto a su vez en una página de periódico con un pasatiempo cumplimentado.
La acusada, natural de Sevilla, llevaba varios años residiendo en Cantabria y se encuentra en prisión provisional en el centro penitenciario El Dueso, en Santoña, desde el descubrimiento del cráneo.
Entre las declaraciones tomadas hasta ahora en sede judicial, que en dos años cambió tres veces de titular, destaca la practicada a la sospechosa en noviembre de 2020, cuando rompió su silencio para asegurar que no tuvo «nada que ver» con la desaparición y fallecimiento de su pareja.
Añadió que no tenía «ni idea» de qué había «podido ocurrir» al hombre, con el que convivía desde hacía siete años en un piso de la calle Padre Basabe de Castro Urdiales, y que ambos «se querían muchísimo», según remachó.
Además, de acuerdo con la testifical de una mujer -hermana de la que abrió la caja con el cráneo- la procesada le había asegurado tras el descubrimiento que había podido «guardar» la cabeza de su pareja y el «secreto tan gordo» de lo ocurrido meses antes «gracias a las pastillas».
El hallazgo del cráneo desató todo tipo de conjeturas sobre lo sucedido y su identidad se determinó días después de su aparición por las pruebas forenses que se practicaron.
Durante las jornadas siguientes, la Guardia Civil de Cantabria, con apoyo de especialistas de Madrid y con ayuda de perros, inspeccionó el piso de la pareja, terrenos que tenía el fallecido en la zona, y hasta se desplazó al vertedero de Meruelo, el más grande de Cantabria, para informarse sobre tratamiento de residuos.
El juez decretó el secreto de las actuaciones y lo prorrogó durante varios meses, hasta el 30 de junio de 2020 cuando se levantó, es decir, nueve meses después del hallazgo.
Y cuando se cumplieron casi dos años de la apertura del procedimiento, fue transformado para que se juzgue por la Ley del Jurado, a petición de la nueva defensa, que sustituyó al anterior letrado cuando renunció al caso.
Todavía quedan por despejar muchas dudas sobre el caso, como el motivo del crimen, dónde se produjo o dónde se encuentra el resto del cuerpo del fallecido.