Felipe González: «Cerrar la frontera de la UE servirá poco, pero menos que cada uno haga de su capa un sayo»
Aboga por la vacunación mundial empezando por «África entera» porque de lo contrario la extensión «será con ómicron o con otra variante»
VALENCIA, 15
El expresidente del Gobierno Felipe González ha defendido este miércoles que la UE mantenga una «política común» en la lucha contra la pandemia, ante la petición de Bruselas de tener competencias para decretar el cierre de fronteras ante futuras crisis sanitarias.
«Incluso cerrar toda la frontera de la Unión Europea servirá para poco, pero menos servirá que cada uno haga de su capa un sayo», ha aseverado un día después de la Comisión Europea haya pedido revisar las reglas del código Schengen para agilizar el cierre coordinado de fronteras tanto interiores como exterior ante crisis sanitarias o de presión migratoria.
Así lo ha manifestado en una conferencia sobre el futuro de Europa, celebrada en La Nau de la Universitat de València y dedicada al político socialista Manuel Marín, fallecido en 2017, quien fuera negociador de la adhesión de España a la UE y presidente del Congreso entre 2004 y 2008.
González, tras recordar que cerrar fronteras es una competencia que exige la modificación del tratado europeo, ha abogado por la vacunación mundial empezando por «África entera» como el continente más cercano, porque de lo contrario la extensión «será con ómicron o con otra variante». «¿Qué parte de que esto es una pandemia no han entendido?», se ha preguntado, y ha pedido a la UE que siga la «lógica» de una emergencia sanitaria.
«ME ATERRA OÍR A GENTE ABSOLUTAMENTE SEGURA»
En un momento en el que «la única certeza es la incerteza», ha sostenido que los políticos «tienen la obligación de proveer certidumbre a los ciudadanos», aunque le «aterra oír a gente absolutamente segura de lo que hay que hacer con este bichito». Por eso ha invitado a los representantes públicos a «resolver sus dudas cada día con la almohada» para trasladar certezas.
En general, ha defendido que la pregunta que debe hacerse el mundo no es qué hacer en la etapa post-COVID, sino «qué podemos hacer para convivir ahora con este compañero de viaje». Al inicio de su intervención también ha perdonado su carraspeo asegurando que este martes se hizo un test de antígenos que dio negativo.
El expresidente también ha destacado que la respuesta de la UE a la crisis actual es «mucho más sensible» que la que dio a la de 2008. «Vivimos un momento dulce», ha dicho, porque las exigencias que dio Bruselas a los estados entonces fueron «completamente anticíclicas y dolorosísimas».
Ahora ha remarcado que «Bruselas no exige nada» y que algunas cosas que se entienden como exigencias son «cosas a las que se ha comprometido España». También ha exigido «que ningún país crea que está por encima de las reglas de la UE, ya sea Hungría o Polonia», porque de lo contrario «deshará todo el trabajo construido en este espacio público compartido».
LE «IRRITA» QUE LOS ESPAÑOLES NO SIENTAN EUROPA
El exlíder del PSOE ha asegurado que le irrita mucho que «a los españoles les cuesta ver Europa como un espacio compartido» y ha llamado a que se sientan «corresponsables de su destino» para resolver grandes desafíos como su relación con la OTAN.
«Treinta años después seguimos reflexionando sobre lo mismo: qué queremos ser de mayores», ha constatado, y ha sostenido que Europa está «en condiciones de ser una potencia global, la número uno ni de broma, pero tiene sus consecuencias».
En esta línea, ha reivindicado una Unión Europea «desde abajo, la que mira al ciudadano», y ha recordado que la integración de España fue un proceso costoso, ante lo que otros países como Portugal «se exasperaban», pero ha puesto en valor el acuerdo que se logró y «la dinámica de amistad y no de confrontación».
De Manuel Marín ha recordado que «no entendía» que él no quisiera ser presidente de la Comisión Europea. «Para mí, sevillano que vive la mitad de su vida en Madrid, el cielo de Bruselas está tan bajo que no soportaría vivir allí», ha dicho.
Ha destacado a Marín como «un tipo con una tenacidad de acero», «a quien le desesperaba que la gente perdiera las formas» en el Congreso, y ha asegurado que «sin él no habría Erasmus», además de ligarlo con valores como la aceptación del pluralismo democrático o el estado de derecho: «Veía Europa como un espacio público compartido, y por eso nos entendíamos».
Por otro lado, González ha hablado de su relación con Fidel Castro y de su intentó de colaborar en la transición democrática cubana, hasta que hubo una «reacción durísima» de la comunidad internacional cuando el dictador decidió abatir a dos avionetas por lanzar propaganda anticomunista en 1996.