Un Chile en el vértice de la transformación acude a las urnas para consolidar un cambio político y social
Las encuestas apuntan a la división del electorado, con candidatos ideológicamente en los extremos a la cabeza
El cambio puede decantar la transformación definitiva del sistema político chileno y la labor de la Convención Constitucional
Chile saca las urnas a la calle este domingo para elegir a senadores, diputados, autoridades locales y al próximo inquilino de La Moneda en una primera vuelta competida entre dos candidatos en las antípodas ideológicas, una izquierda cercana a la Convención Constituyente que prepara la próxima Carta Magna del país y una extrema derecha condescendiente con quienes cometieron violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura.
Está en juego, por tanto, el futuro del país, que depende de las papeletas que depositen los más de 15 millones de chilenos que están llamados a votar en un panorama político y social que se ha visto continuamente sacudido en los últimos dos años y cuyas transformaciones parece que continuarán en la nueva etapa que emprende.
Sin duda son unos comicios «difíciles» por todo lo que está sobre la mesa, especialmente la convención, que está en pleno curso después de ser elegida en mayo del año pasado y se encuentra redactando el nuevo texto constitucional, que podría someterse a referéndum en algún momento del año que viene o de 2023. Además, todo apunta a una ruptura del sistema de partidos tradicionales que ha marcado las pautas de la sociedad chilena en los últimos 30 años.
Por un lado, esta elección presidencial se da en un marco de cambio de la Constitución, «que no solo va a modificar la relación entre el estado y la economía o los derechos fundamentales, por ejemplo, sino que también puede terminar modificando el régimen político y que el presidencialismo chileno tal y como se conoce hasta ahora no continúe», ha precisado Jaime Baeza, académico del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, en una entrevista con Europa Press.
En este contexto, pueden suceder diversos escenarios, ha apuntado Baeza, «desde el más radical, que es poco probable que pase, de que se instaure un régimen completamente presidencialista, o que se implante un régimen semipresidencial a la francesa», en cualquier caso, cabe la posibilidad de que en virtud del artículo 138 de la Constitución actual, los mandatos que resulten elegidos este domingo «queden vencidos» y como producto de la decisión que tome la convención «haya que llamar nuevamente a elecciones».
Por otro lado, el escenario actual también consolida otro de los cambios políticos que se ha venido gestando en los últimos años, la «multiplicidad de coaliciones política tanto a la derecha como a la izquierda que modifican el panorama político», que pone fin al sistema tradicional instaurado tras el retorno de la democracia que dividió el panorama en dos coaliciones tradiciones que surgieron a favor o en contra de la dictadura.
Un contexto que no solo afectará a la Presidencia, sino que supondrá la fragmentación «relevante» de la representación tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, un marco en el que se hace «muy compleja» la gobernabilidad.
Más allá de elegir al sustituto de Sebastián Piñera, los chilenos también votarán para renovar buena parte del Congreso, en concreto los 155 diputados de la Cámara de Diputados y 27 de los 50 senadores, donde se espera que las «bancadas» que tradicionalmente se han agrupado en dos bloques claramente diferenciados, también se fraccionen de manera significativa.
Esta «amplitud del espectro ideológico» supone que haya representación desde la extrema derecha, que estaría encarnada en José Antonio Kast, que Baeza compara con Vox a nivel español, hasta una izquierda similar a Podemos que lidera Gabriel Boric, según el investigador.
LOS CANDIDATOS DE LOS EXTREMOS
Las papeletas el domingo tendrán siete nombres que se juegan el ingreso en La Moneda. Sebastián Sichel es el abanderado del oficialismo y lidera la coalición conservadora Chile Podemos Más, mientras que Yasna Provoste –del Partido Democratacrisitiano– será la candidata del Nuevo Pacto Social. Sichel y Provoste representan la continuidad del sistema de partidos que ha regido la política chilena hasta el momento y, si bien arrancaron con ventaja liderando los sondeos, han caído hasta un tercer y cuarto lugar que parece que les dejaría fuera de la segunda vuelta.
Precisamente son Kast y Boric, en los extremos del espectro ideológico, quienes lideran los sondeos de las últimas semanas como vencedores de esta primera jornada electoral y, por tanto, se enfrentarían en una hipotética segunda vuelta en una prueba más de la polarización que divide a Chile, que no solo supondrá la fragmentación del panorama político sino que puede llegar a influir en la labor de la convención.
En este sentido, «la relación con Kast sería mucho más difícil porque se opuso a la convención, mientras que los partidarios de Boric tienen la primera mayoría en la convención», ha recordado Baeza, por lo que el órgano podría tener incentivos para «tomar caminos distintos en materia de regimenes políticos y motivar un cambio más abrupto para vencer los mandatos de las autoridades».
No obstante, y aunque las encuestas han venido apuntando a una segunda vuelta entre Boric y Kast, todo está en el aire, como ha subrayado Baeza, ya que, por ejemplo, la actuación del candidato de extrema derecha en el último debate presidencial puede pasarle factura, o las recientes acusaciones por acoso sexual contra Boric pueden igualmente hacer mella.
UN FUTURO INCIERTO
Pero no solo el régimen político del país está en juego y condicionado por la victoria de uno u otro candidato, elementos tan importantes como la seguridad social o el sistema de pensiones –que divide al país desde hace años–, el rol del estado en la economía o el modelo subnacional también pueden verse afectados, ha avisado Baeza.
La distancia entre los candidatos también se ha medido, en esta ocasión, en la postura que han adoptado en relación al estallido social y las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por las fuerzas de seguridad para reprimir las protestas, algo ampliamente criticado por las organizaciones internacionales.
El estallido social de 2019 supusto, en efecto, un parteaguas que podría explicar el ascenso de los dos candidatos más opuestos, con una izquierda revigorizada tras el triunfo de la convención en el referéndum que se celebró el año pasado y una derecha muy conservadora que ha visto en el nuevo órgano un elemento de cambio con el que no está de acuerdo.
Mientras que la mayoría de candidatos han presentado una postura «más o menos» clara sobre cómo se debería afrontar la situación, Kast supone una excepción en este sentido, con «una visión más dudosa», a lo que se suma que «tiene una visión bastante condescendiente hacia quienes cometieron violaciones de Derechos Humanos durante la dictadura» del general Augusto Pinochet, ha recordado Baeza.
«Todas las fuerzas democráticas chilenas deben poner un cordón sanitario a la candidatura de Kast», ha considerado el investigador, que, no obstante, ha alertado de que «no se debe caricaturizar» al candidato como neonazi o fascista porque «lo único que hace es ayudar a la polarización».
En este contexto, uno de los factores más importantes del domingo será la participación, en un país donde el abstencionismo se ha convertido en casi regla general y donde la capacidad de las formaciones de movilizar a sus simpatizantes puede ser una de las claves que incline la balanza.
En las últimas elecciones celebradas en la nación andina, el pasado junio, cuando se votaron por primera vez los gobernadores regionales, tan solo el 20 por ciento de los ciudadanos llamados a votar acudieron a depositar su voto. En las pasadas presidenciales, en 2017 cuando Piñera salio elegido por segunda vez, menos de la mitad del electorado votó.