Médicos defienden «políticas intermedias» contra el tabaquismo con la salud como eje y evitar enfoques «simplistas»
Resaltan la importancia de desterrar el cigarro de combustión por «cualquier vía», aunque no eximen de riesgos a los nuevos productos
El doctor Vivencio Barrios, adjunto al servicio de cardiología del Hospital Ramón y Cajal, y el médico y especialista en evaluación de tecnología sanitaria, José María Recalde, han defendido el uso de «políticas intermedias» en la lucha contra el tabaquismo tomando como único eje la mejora de la salud de los ciudadanos y evitando enfoques «simplistas».
Barrios y Recalde coincidieron, en el transcurso de un encuentro informativo organizado por Europa Press bajo el título ¿Todos los productos de tabaco y nicotina son iguales? , en que el acercamiento a políticas de reducción de daño tanto para personas aún sanas como para aquellas que ya presentan patologías podría ayudar sensiblemente con su salud.
Se trataría, explicó Recalde, de ofrecer una mejor alternativa a los pacientes «que no pueden, no quieren o no consiguen dejar de fumar». Para ellos, incidió, frente «a una política que busca como objetivo [único] el abandono» sería cuestión de contar con otras «políticas intermedias» para «reducir el riesgo» en el que incurren con su adicción a la nicotina y al hábito de fumar.
«Lo ideal es que la gente no fume, pero si la realidad es que la gente fuma tenemos que abordar el problema de que la gente fuma y no quiere o no puede dejar de fumar», aseveró Barrios durante este encuentro informativo, apoyado por Philip Morris con el objetivo de generar debate social sobre pasado y presente del sector tabaquero.
LA NICOTINA NO ES EL MAYOR PELIGRO PARA LA SALUD
Recalde incidió en que «la nicotina es la responsable de la adicción» pero que son «otros componentes que están contenidos en el humo [de la combustión del cigarro] los que realmente constituyen un mayor peligro sobre la salud».
«Algunos de ellos están relacionados directamente con enfermedades cardiovasculares, respiratorias o con el cáncer. La nicotina en sí misma no es toxica, porque llegar a alcanzar una dosis tóxica de nicotina sería prácticamente imposible», agregó.
Barrios detalló que «la nicotina no tiene efectos positivos en la salud cardiovascular», pues «aumenta la frecuencia cardiaca y aumenta el tono simpático», pero matizó que «eso no quiere decir que tenga los mismo efectos que la sustancias que se producen en la combustión del tabaco».
«El problema es que la nicotina lo que hace es fundamentar la adicción al tabaco. Te engancha a seguir fumando y te resulta más complicado dejarlo, pero los efectos negativos sobre la salud cardiovascular, sobre la potencialidad de producir cáncer no los tiene la nicotina y sí otras sustancias que se producen en la combustión del tabaco», sentenció.
LA NICOTINA NO ES RECOMENDABLE
Por todo ello, Barrios sostuvo que «no se puede decir que sea recomendable» el consumo de nicotina «porque no lo es», pero sí se puede decir que «el efecto negativo de la nicotina no es para nada comparable con los efectos que se producen por las sustancias tóxicas que se generan en la combustión».
El experto en evaluación de tecnologías sanitarias incidió en que las políticas que solo aportan nicotina al fumador son «un poco simplistas» y «no son eficaces» porque menosprecian el hábito en sí mismo y su componente psicológico.
«Hay algo en el modo en que se utiliza el tabaco, toda la manipulación contribuye a la adicción psicológica, al hábito. Por ello, todos estos dispositivos de riesgo reducido que salen al mercado contienen una forma de producir el humo a través de propilenglicol, porque el hecho de consumir tabaco y exhalar humo resulta más placentero que no la administración de nicotina per se «, explicó Recalde como forma de entender por qué estos tienen más éxito como sustitutos del cigarrillo que otras fórmulas de deshabituación.
El doctor Barrios puso como ejemplo el snus : una pasta de tabaco muy consumida en Suecia. «Tienen nicotina sin los efectos adversos que se generan en la combustión. El snus es una pasta que se coloca en la encía, que les sacia y no consumen tabaco. Eso ha tenido efectos positivos en la reducción de infartos», relató.
Citó igualmente otros productos que calientan tabaco y lo que generan «no tiene nada que ver con lo que se genera en la combustión». «Tiene el efecto saciador de la nicotina sin los efectos nocivos de esas sustancias tóxicas. El vapeo es otra alternativa. Por lo tanto todas estas son estrategias marcadas por un denominador común, que es que evitan productos tóxicos que se generan en la combustión del tabaco», mantuvo.
Barrios remarcó que «estos productos no están exentos de riesgos»: «No son inocuos, nadie piensa eso y nadie lo va a defender, se trata de plantear estas opciones para situaciones concretas en las que un sujeto o un paciente no puede o no quiere dejar de fumar. Puede ser una salida para producir menos daño que el cigarro convencional».
55% DE FUMADORES INFARTADOS EN LA UE SIGUEN FUMANDO: «NO ES TAN FÁCIL»
Y es que, continuó, datos del conjunto de la Unión Europea (UE) sobre los factores de riesgo apuntan que hasta el 55 por ciento de los fumadores que sufre un infarto sigue fumando después. «Por lo tanto es un problema muy grave, incluso en sujetos especialmente sensibilizados. No es un problema tan fácil de resolver como decir que la gente deje de fumar», sentenció.
«No se trata de debatir si es blanco o negro, sino que hay grises y en esos grises uno se debe estar moviendo, porque es que además la ciencia la mayor parte de las veces esta teñida de grises y no de blanco y negro», reflexionó.
Para el también profesor de la Universidad de Alcalá, «ante un sujeto sano que fuma se debe plantear cualquier tipo de estrategia, donde lo importante es que deje de fumar». «Si deja de fumar por la vía del cigarrillo electrónico será un éxito y si no deja de fumar pero al final consume un método que parece menos peligroso, porque los datos a eso apuntan, creo que es un pequeño avance», defendió.
Recalde razonó que las autoridades que se oponen lo hacen queriendo limitarse a impulsar «la más eficaz» de las intervenciones, que «es el abandono», pero «el problema es que estamos desatendiendo a una población que no consigue o no desea dejar de fumar y que tiene patologías que pueden verse agravadas».
En Reino Unido, relató, se ven estos productos como una manera «clara» de mejorar la salud pública, algo «muy apoyado por las sociedades científicas y el Real colegio de médicos». «En esta aproximación son bastante agresivos porque consideran que de alguna manera se debería intentar diferenciar en precio en favor de estos últimos», comentó, mediante menor imposición fiscal.
Para concluir, Barrios incidió en que «una de las críticas duras» que se hacen a estos productos es que «abran las puertas al consumo del tabaco», algo que según el doctor ya hay «datos de países que están utilizándolos y la tasa de consumo del cigarrillo esta disminuyendo». «No se está produciendo un incremento del convencional a la vez que se aumenta el de este tipo, sino que de alguna forma uno está sustituyendo al otro», destacó.
Recalde terminó su intervención poniendo encima de la mesa también que la desconexión de los médicos de estas vías puede «tener un impacto en la relación médico-paciente». «Muchos médicos están pidiéndole a sus pacientes que dejen el hábito del tabaco. Como consecuencia de que una parte importante de estos no lo consigue la relación se ve afectada. Si consiguiéramos integrar como terapia complementaria para el abandono este tipo de estrategias yo creo que la relación y la aproximación mejorarían y habría mas adherencia a las recomendaciones de los médicos», defendió.