HRW pide a la ONU tomar medidas para proteger a los refugiados rohingyas tras el asesinato de un activista

La ONG Human Rights Watch (HRW) ha pedido este miércoles a Naciones Unidas y el Gobierno bangladeshí que tomen las medidas necesarias y «urgentes» para proteger a los refugiados rohingyas que se enfrentan a la violencia y las amenazas en los campos de Cox s Bazar, en Bangladesh, después de que el activista rohingya Mohib Ullá fuera asesinado.

La organización, que ha hecho hincapié en los «graves peligros» a los que se enfrentan estas poblaciones a su llegada a Bangladesh, ha alertado de que los rohingyas están siendo amenazados por parte de grupos islamistas armados que han aumentado su presencia en la zona.

Ullá, activista de 46 años y líder de la Sociedad Arakán para la Paz y los Derechos Humanos de los Rohingya, fue asesinado el 29 de septiembre en el campo de Kutupalong, en Cox s Bazar tras recibir numerosas amenazas por parte de hombres armados.

«Que Ullá huyera de las atrocidades que sufría en Birmania para acabar siendo asesinado en este lugar dice mucho sobre los riesgos a los que se enfrentan los activistas rohingyas estos días», ha lamentado Meenakshi Ganguly, director de HRW para el sur de Asia.

Así, ha instado a las autoridades de Bangladesh a tomar «medidas urgentes» con la «ayuda de la comunidad internacional» para lograr la adecuada protección de los rohingyas y defensores de los Derechos Humanos.

Una decena de activistas han solicitado la protección del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), así como de las autoridades bangladeshíes, desde el asesinato de Ullá debido a las constantes amenazas. Los trabajadores humanitarios en la zona han asegurado que la situación se ha vuelto cada vez más peligrosas en los campos para los rohingyas.

Ullá, por su parte, se convirtió en la voz de casi un millón de refugiados rohingyas que se encuentran en Bangladesh. Comenzó a recibir amenazas de muerte en 2019 a medida que su influencia creía, y representó a los rohingyas ante el Consejo de Derechos Humanos y en reuniones con representantes del Gobierno de Estados Unidos.

Meses antes de su muerte, Ullá expresó su preocupación por las crecientes amenazas, tal y como han confirmado sus familiares y otros activistas. En agosto, envió varias misivas al Gobierno bangladeshí en las que informaba de las amenazas que tanto él como otros compañeros estaban sufriendo.

«El Gobierno de Bangladesh necesita abordar la seguridad de los rohingyas en los campos de refugiados y desarrollar un mejor sistema de seguridad tomando las medidas pertinentes para acabar con las actividades ilegales», ha matizado Ganguly, que ha recordado que estas personas «huyen de abusos horribles y tienen derecho a recibir el apoyo necesario por parte de las autoridades y otros gobiernos sin tener que temer por sus vidas».

Ullá murió tras recibir una serie de disparos por parte de un grupo de hombres armados en un campo de refugiados de Cox s Bazar, en el sur de Bangladesh. El campo, que fue construido en 2017, alberga a unos 750.000 refugiados rohingya que abandonaron Birmania huyendo de la persecución y violaciones a las que se veían sometidos por parte de las fuerzas de seguridad.

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