Militar de Operaciones Especiales en Kabul: «No olvidaré el olor o los gritos suplicando, había que sacarlos de allí»
Después de tres misiones anteriores en Afganistán, reconoce que no pensó jamás que los talibanes pudieran tomar tan rápido el país
«En cuestión de poco tiempo pasamos de estar junto a nuestras familias, en la comodidad de nuestro hogar, a estar sacando niños semidesnudos de un canal de aguas fecales». Así relata a Europa Press su experiencia en Kabul uno de los miembros del equipo de Operaciones Especiales que formó parte del operativo español de evacuación de Afganistán.
Se trata de un militar con años de experiencia que, bajo el anonimato que exige su unidad, reconoce que nunca pensó que los talibanes pudieran tomar tan rápido el país después de 20 años de presencia de las tropas internacionales en Afganistán.
Este boina verde , como se conoce popularmente a los efectivos de Operaciones Especiales, cuenta con 15 misiones internacionales a sus espaldas y había estado ya tres veces desplegado en Afganistán. «He recorrido toda la provincia de Badghis y Herat palmo a palmo y jamás pensé que con la preparación que hemos dado a los soldados afganos, con el material y medios que se han puesto a su disposición, fuera tan rápida la toma de un país entero por parte de los talibanes», reconoce a Europa Press.
Alrededor de 1.900 afganos fueron sacados del país por los efectivos españoles que durante dos semanas trabajaron «sin descanso» en el operativo de evacuación. Sin embargo, a la vuelta la sensación era «agridulce»: «alegría» por lo conseguido pero preocupación por quienes se quedaron atrás y que espera que algún día puedan salir del lugar al que se refiere como «infierno».
Este soldado de la unidad de élite del Ejército de Tierra ha rememorado con el rescate de afganos la misión de los Balcanes en el año 1994, cuando los militares españoles también sacaban a familias musulmanas que habían quedado atrapadas en zonas croatas o serbias.
La diferencia, explica, es que en este caso su despliegue fue inmediato y no contaron con apenas tiempo de adaptación ni preparación, aunque precisamente esa es una de las posibilidades para las que se entrenan los equipos de Operaciones Especiales.
«Aún recuerdo cuando llegué al muro del canal el primer día con un calor asfixiante, un olor fortísimo, cargado con todo el equipo de combate, con los gritos de miles de personas suplicando salir de allí y cómo llegaba hasta mis manos una niña de unos cuatro años semidesnuda, llorando. Ahí me di cuenta de que había que sacar a toda esa gente de allí lo antes posible costase lo que costase», rememora.
Sin embargo, una de las experiencias que más le ha marcado y de la que más «orgulloso» se siente es la de una mujer que había logrado ya llegar a la zona de registro y filiación pero seguía llorando, a diferencia de la alegría de quienes alcanzaban por fin esa zona.
«Le pregunté qué le pasaba y debajo de un velo apareció un bebé de unos dos o tres meses, pálido, con los labios morados y con un pulso muy débil», recuerda. Rápidamente, trasladó al niño a un puesto médico avanzado en el que, tras unas horas, consiguieron que saliera adelante.
LAS 48 HORAS MÁS DIFÍCILES
Según asegura, la labor del operativo español ha sido constante para aprovechar al máximo el poco tiempo disponible. «Cuando estábamos en el canal de aguas fecales y un afgano nos enseñaba una bandera de España o un pañuelo rojo, allí había un soldado español para darle la mano y sacarlo de aquel agujero mal oliente», asegura orgulloso.
La labor de los militares españoles se centró en la puerta de Abbey Gate, donde el jueves tuvo lugar el atentado en el que fallecieron decenas de personas. Pero este militar participó también en un extraordinario operativo internacional organizado con autobuses para recoger a personas en las cercanías del aeropuerto.
«Fue una larga espera de casi 48 horas donde hubo momentos en los que pensábamos que no iban a entrar. Al final, gracias a las negociaciones y a la paciencia por parte de todos los miembros de la unidad, se consiguió meter a los dos autobuses dentro del aeropuerto, fueron horas difíciles que íbamos compaginando con la salida a por familias en la puerta de Abbey Gate», relata.
«HUMILDAD, SACRIFICIO Y DUREZA»
Casado y con dos hijas pequeñas, este boina verde asegura que su situación familiar le dio aún «más aliento y motivación» para realizar su trabajo en Afganistán, pese a que quienes se quedan en España «sufren y lo pasan mal» y, además, cuentan con muy pocos detalles de la misión.
«Humildad, sacrificio y dureza, este es nuestro credo. Con esto y con el compañerismo que nos caracteriza somos capaces de realizar cualquier tipo de misión que se nos encomiende», repasa como cualidades de los efectivos de Operaciones Especiales.