Una ex azafata de Iberia cuenta lo que nunca puede (ni debe decir a un pasajero impertinente)

/COMUNICAE/

Paca Navarro fue azafata de Iberia más de 30 años. Su experiencia la ha impulsado a escribir una novela contando anécdotas hilarantes, emotivas y llenas de aventuras

Francisca Navarro narra con un tono divertido, irónico y a veces lleno de nostalgia cómo fueron sus años como azafata de Iberia. El libro, Vestida de uniforme, disfrazada de mujer, que se puede adquirir aquí bajo petición, está siendo un éxito de ventas.

El pasajero impertinente. Suelen ser personas que llegan como si fueran los dueños del avión. Haciendo gestos de desdén a cualquier norma, como por ejemplo apagar el móvil. La tripulación enseguida lo cala «en el embarque, en muchas ocasiones solo por su forma de mostrar la tarjeta o no responder a un “buenos días”. Se sabe entonces que ha llegado “el pasajero del día”, explica la azafata.

Los tripulantes de cabina no pueden ni deben ponerse a la altura de un pasajero maleducado. Cuando un tripulante de cabina se encuentra con un pasajero complicado por su comportamiento se enseña que el uniforme es el escudo, por tanto «se cuenta hasta 100 y luego hacia atrás en muchísimas ocasiones ya que en realidad algunas veces son los nervios del pasajero y sus ganas de ser protagonista. Las tripulaciones están entrenadas para responderle de todo en el pensamiento pero emitir palabras educadas con una sonrisa», explica Navarro.

La dificultad de lidiar con un pasajero borracho y con uno prepotente. «El borracho se expone e incluso en varias ocasiones otros pasajeros se inmiscuyen para ayudar. Con el prepotente hay que ir con una táctica para hacerle ver que el uniforme dentro del avión es autoridad que respetar»; comenta la azafata.

Situaciones bochornosas. La azafata rememora en su libro muchas y recuerda que «han sido varias pero la más recordada fue cuando una pasajera ebria entró al lavabo y al pasar el tiempo y no salir tuve que entrar para ver si le había sucedido algo. Estaba totalmente desnuda y soltando insultos a las azafatas que tuvimos que sacarla, envolverla en una manta para llevarla de regreso a su asiento para el aterrizaje». “Otra, en un vuelo a Chile cuando ya se acabó el servicio apagamos las luces y los pasajeros ven películas o duermen. Cada 30 minutos tenemos que pasear para chequear los pasillos y lavabos. En ese chequeo encontré una niña de 3 años deambulando sola y discretamente a los que estaban despiertos con la niña en brazos fui preguntado si era suya. En vista de que nadie la conocía hablé con el sobrecargo. Encendimos las luces despertando a todo el mundo. La sorpresa fue que una señora seguía tapada con la manta hasta la cabeza. Y pensé: Verás, es de ella. Educada pero enérgica le dije: Señora, para que usted duerma, hemos tenido que despertar a todos. La responsabilidad de su hija es suya. Me respondió: «De aquí no va a escaparse”».

Romance entre piloto y azafata. ¿Mito o realidad?
La azafata no tiene ninguna duda al respecto y considear que es más mito que realidad aunque como en todo trabajo que se comparte tanto tiempo han surgido bastantes matrimonios y romances.

Diferencias entre la aviación de hace 30 años y la de ahora
«Lo más notable es el compañerismo y la sensación de pertenecer a una gran empresa. Hoy la wifi del hotel y las redes sociales han sustituido en gran parte aquella unión. Además, antes al no tener donde descansar durante el vuelo nos quedábamos en el galley haciendo “terapia de grupo”. Ahora se van al crew rest a descansar. A nivel compañía éramos 900 en plantilla y ahora son casi 5 mil empleados por lo que las cosas, necesariamente, son muy distintas», concluye.

Fuente Comunicae

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