La sal baja en sodio reduce el riesgo de derrame cerebral en personas con hipertensión o antecedentes de ictus
La sustitución de la sal por una alternativa baja en sodio reduce el riesgo de ictus en personas con hipertensión arterial o con antecedentes de ictus, según una investigación del Instituto George para la Salud Global, de Sidney (Australia) y presentada en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología 2021.
Tanto la ingesta elevada de sodio como la baja de potasio se asocian a la hipertensión arterial y a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte prematura. Se ha demostrado que los sustitutos de la sal, que reemplazan parte del cloruro de sodio de la sal común por cloruro de potasio, reducen la presión arterial, pero sus efectos sobre las enfermedades cardíacas, el ictus y la muerte han sido inciertos. Además, existía la preocupación de que causaran hiperpotasemia en personas con enfermedades renales crónicas, lo que provocaba arritmias cardíacas y muerte súbita.
Así, el Estudio de Sustitución de Sal y Accidentes Cerebrovasculares ( SSaSS , por sus siglas en inglés), publicado en el New England Journal of Medicine , ha comparado el efecto del sustituto de la sal reducido en sodio frente a la sal normal sobre los accidentes cerebrovasculares, los eventos cardiovasculares, la mortalidad y la hiperpotasemia clínica.
Concretamente, el SSaSS fue un ensayo abierto, aleatorizado por grupos, que inscribió a los participantes entre abril de 2014 y enero de 2015. Los participantes eran adultos con un ictus previo o con una edad de 60 años o más con una presión arterial mal controlada.
El ensayo se llevó a cabo en 600 pueblos de zonas rurales de cinco provincias de China. Se eligieron dos condados dentro de cada provincia que representaban el nivel de desarrollo socioeconómico de los condados rurales de esa provincia. Se reclutaron aproximadamente 35 individuos de cada pueblo, para un total de 20.995 participantes. Los participantes fueron asignados al azar por pueblos en una proporción de 1:1 para que recibieran el sustituto de la sal o siguieran usando la sal común.
Los participantes de las aldeas de intervención recibieron gratuitamente un sustituto de la sal (aproximadamente un 75% de cloruro de sodio y un 25% de cloruro de potasio) en sustitución de la sal común, y se les aconsejó que lo utilizaran para cocinar, condimentar y conservar los alimentos. También se les animó a utilizar el sustituto de la sal con más moderación de la que utilizaban anteriormente para maximizar la reducción de sodio. Se proporcionó suficiente sustituto de la sal para cubrir las necesidades de todo el hogar (unos 20 gramos por persona y día). Los participantes de los pueblos de control continuaron con sus hábitos habituales.
La edad media de los participantes era de 65,4 años y el 49,5 por ciento eran mujeres. El 72,6 por ciento tenía antecedentes de derrame cerebral y el 88,4 por ciento tenía antecedentes de hipertensión. Durante un seguimiento medio de 4,74 años, más de 3.000 personas sufrieron un ictus, más de 4.000 murieron y más de 5.000 tuvieron un evento cardiovascular importante, pero el riesgo de ictus se redujo con el sustituto de la sal en comparación con la sal común.
REDUCCIÓN DE LA MORTALIDAD TOTAL
En cuanto a los resultados secundarios, los eventos cardiovasculares mayores (accidente cerebrovascular no mortal, síndrome coronario agudo no mortal, muerte vascular) se redujeron con el sustituto de la sal, al igual que la mortalidad total (39,27 frente a 44,61 por 1.000 pacientes-año).
En cuanto a la seguridad, no hubo un mayor riesgo de acontecimientos adversos graves atribuidos a la hiperpotasemia clínica con el sustituto de la sal en comparación con la sal común (3,35 frente a 3,30 por 1.000 pacientes-año). Tampoco se identificaron otros riesgos.
El investigador principal, el profesor Bruce Neal, del Instituto George para la Salud Global, ha expresado que «este estudio aporta pruebas claras sobre una intervención que podría adoptarse muy rápidamente a un coste muy bajo».
De hecho, un reciente estudio de modelización realizado para China, prosigue el experto, preveía que podrían evitarse 365.000 accidentes cerebrovasculares y 461.000 muertes prematuras al año en ese país si se demostraba que la sustitución de la sal era eficaz. «Ahora hemos demostrado que es eficaz, y estos son los beneficios solo para China. La sustitución de la sal podría ser utilizada por miles de millones de personas más con beneficios aún mayores», apostilla el experto.
«El resultado del ensayo es especialmente emocionante porque la sustitución de la sal es una de las pocas formas prácticas de lograr cambios en la sal que consume la gente. Otras intervenciones de reducción de la sal han tenido dificultades para lograr un impacto amplio y sostenido», expresa el autor del estudio.
A juicio del experto, «lo más importante es que el sustituto de la sal es muy fácil de fabricar y no es caro». En este sentido, explica que un kilo de sal normal, que dura meses, cuesta unos 1,08 dólares en China. El precio de un kilo de sucedáneo de la sal es de 1,62 dólares el kilo. «Son sobre todo las poblaciones con menos ingresos y más desfavorecidas las que añaden grandes cantidades de sal durante la preparación de los alimentos y la cocina. Esto significa que el sustituto de la sal tiene el potencial de reducir las desigualdades sanitarias relacionadas con las enfermedades cardiovasculares», ha añadido Neal.