La adherencia a la medicación y seguir los consejos sobre estilo de vida añaden 7 años de vida saludable tras un infarto
La adherencia a los consejos sobre estilo de vida y a la medicación tras sufrir un infarto podría añadir hasta siete años de vida saludable una vez ocurrido dicho evento, según un estudio llevado a cabo por Centro Médico Universitario de Ámsterdam (Países Bajos).
«La mayoría de los pacientes que sufren un ataque al corazón siguen teniendo un alto riesgo de sufrir un segundo ataque un año después», ha expresado la autora del estudio, la doctora Tinka Van Trier, del Centro Médico Universitario de Ámsterdam. «Nuestro estudio sugiere que mejorar tanto los estilos de vida como el uso de la medicación podría reducir este riesgo, con una ganancia de muchos años de vida sin un evento cardiovascular», señala.
Por su parte, el estudio Interheart había demostrado anteriormente que entre el 80 y el 90 por ciento del riesgo de sufrir un infarto puede modificarse mediante el control de factores como el tabaquismo, la dieta poco saludable, la obesidad abdominal, la actividad física inadecuada, la hipertensión, la diabetes y la elevación de los niveles de lípidos en sangre. Dicho control consta de dos estrategias principales: el cambio de estilo de vida y la medicación.
Sin embargo, los estudios Response demostraron que rara vez se alcanzan niveles adecuados de estos factores de riesgo tras un infarto, incluso en los programas destinados a ayudar a los pacientes a mejorar su estilo de vida y optimizar su medicación. Por tanto, el «riesgo residual», es decir, el riesgo de sufrir otro infarto que queda tras el tratamiento convencional, es «de alto a muy alto» en un gran número de pacientes. En este sentido, la doctora Van Trier ha informado de que este estudio se realizó para cuantificar este riesgo residual y estimar hasta qué punto podría reducirse con un tratamiento óptimo.
El estudio reunió los datos de 3.230 pacientes que sufrieron un infarto o recibieron un stent o una operación de bypass. La edad media era de 61 años y el 24 por ciento eran mujeres. De media, un año después del episodio cardíaco, casi uno de cada tres (30%) seguía fumando, el 79 por ciento tenía sobrepeso y el 45 por ciento declaraba una actividad física insuficiente. Solo el 2 por ciento alcanzó los objetivos de tratamiento para la presión arterial, el colesterol LDL (conocido como el colesterol «malo») y los niveles de glucosa, con un 40 por ciento de presión arterial alta y un 65 por ciento de colesterol LDL alto. Sin embargo, el uso de medicamentos preventivos era común: el 87 por ciento utilizaba medicamentos antitrombóticos, el 85 por ciento tomaba medicamentos para reducir los lípidos y el 86 por ciento tomaba medicamentos para reducir la presión arterial.
Así las cosas, utilizando el modelo Smart-reach , los investigadores calcularon el riesgo a lo largo de la vida de sufrir un infarto de miocardio, un ictus o la muerte por enfermedad cardiovascular y estimaron los cambios en los años de salud, es decir, libres de eventos cardíacos, cuando se modificaba u optimizaba el estilo de vida o la medicación: no fumar; tratamiento antitrombótico con dos antiagregantes plaquetarios; medicación hipolipemiante (estatina de alta intensidad, ezetimiba e inhibidor de la PCSK9); presión arterial sistólica inferior a 120 mmHg; si se es diabético, uso de un agonista del GLP1 y de un inhibidor del SGLT2 y control de la glucemia (HbA1c inferior a 48 mmol/mol).
«El modelo no incorpora todos los consejos sobre el estilo de vida, ya que faltan datos cuantitativos para calcular las ganancias en años de vida saludable», ha detallado la doctora Van Trier, que especifica también que «eso no significa que las recomendaciones de comer sano, mantener un peso normal y hacer actividad física regular sean menos importantes para reducir el riesgo».
UN RIESGO RESIDUAL DEL 54%
El riesgo residual medio estimado a lo largo de la vida era del 54 por ciento, lo que significa que la mitad de los pacientes sufriría un infarto de miocardio, un ictus o morirían de una enfermedad cardiovascular en algún momento de su vida. Si el tratamiento de los pacientes del estudio se optimizara para cumplir todos los objetivos del modelo, el riesgo medio bajaría al 21 por ciento (uno de cada cinco pacientes).
la doctora Van Trier ha expresado que los resultados de esta investigación muestran que, a pesar de los esfuerzos actuales por reducir la probabilidad de nuevos episodios tras un infarto, hay un margen de mejora considerable. «Nuestro análisis sugiere que el riesgo de otro episodio cardiovascular podría reducirse a la mitad, por término medio, si se aplicaran o intensificaran las terapias. Para los pacientes individuales, esto se traduciría en la ganancia de una media de 7,5 años sin eventos», ha reiterado.