Los caminos más enajenantes se unen en la primera novela de Godofredo Eromeún, 'El último profesor'

/COMUNICAE/

El escritor crea una trama compleja en un universo onírico e inteligible que permite al lector tomar consciencia del significado de ‘realidad’

Un misterioso teratógeno en la universidad junto a las alucinaciones colectivas y a los comportamientos insanos en el estudiantado es el desencadenante que propone el escritor Godofredo Eromeún para la historia de su primera novela El último profesor (Amazon).

El escritor utiliza técnicas como la de in media res o la de introducir un prólogo en el que los personajes del prologuista y el editor de la novela se enzarzan en una discusión que deriva en la muerte del primero. El recurso de introducir este paratexto para justificar qué se va a encontrar el lector y las versiones que existen de la obra demuestra el talento que posee el autor para con la narración.

«La historia me obligó a mostrar esos personajes. Es un libro escrito por muchos coautores, unos con más trabajo que otros, pero al final es un colectivo con un propósito claro. Era necesario algo que le diera una dirección: el programa editorial que ha creado criaturas artificiales como el moribundo prologuista. Era obvio que entre los narradores también hubiese conflictos. Pero lo importante es dejar la idea de que hay una dirección que no ha sido dada por su autor real, sino por unos personajes que se esconden detrás del telón».

Horacio Ernesto Flores, el protagonista, cuenta al lector los hechos que le han acontecido de manera autobiográfica, deteniéndose especialmente en su etapa universitaria, donde la aparición de un teratógeno da lugar a enfermedades físicas muy diversas, y se relaciona de una manera con la materialización de monstruos y conductas malvadas. Horacio, junto a sus amigos, se verá obligado a luchar contra este ente que no es del todo claro haciendo uso de la magia. Pese a que esta funciona, con el tiempo se crean algunas fisuras en el hechizo que desencadena un caos social.

Todo esto ocurre en un escenario que rodea a Tegucigalpa y que introduce al lector a recorrer sus calles y parajes más idílicos o inhóspitos, con una atmósfera que rompe las barreras de lo metafísico y en los que lo ilusorio y lo real se entrelazan para modelar un mundo que ofrece una mirada crítica sobre las malas ideas que conforman la ideología del ser humano.

«Las alucinaciones y trances extraños los podría percibir el lector como algo que simplemente son así. Como en otras ficciones, hay dragones y hadas, y no tienen explicación, solo son parte del universo imaginado sin nada más que añadir. Sin embargo, en las últimas páginas de mi obra ya se revela un poco más. Hasta hay conceptos “científicos” que buscan explicaciones o relaciones con diversos fenómenos. Hay experimentos donde se empieza a relacionar al teratógeno con los profesores, y el lector deberá sacar sus conclusiones con todos los datos proporcionados. Siempre se deja algo para la especulación».

Así, Godofredo Eromeún se vale de la alegoría para exponer todas estas valoraciones, personificando, entre otros ejemplos, a celebridades del ámbito de YouTube para juzgar las malas prácticas de las redes sociales; un monigote que defiende una movilización política para examinar qué fallos hay en este sistema o personajes con deformidades físicas para manifestar el odio hacia los docentes y el fracaso de la educación.

«El profesor Néstor es especial, su síndrome, de cierta forma, sirve para revelar la desinformación que hay en torno a la sexualidad humana. Y, en mi novela, la desinformación y malas ideas son el ladrillo fundamental de la realidad simulada. Sí, conocí a alguien que padecía de Klinifelter que fue acosado de manera muy cruel cuando era estudiante. El fracaso del sistema en estos temas es evidente. Todavía hay acoso si un chico es homosexual, y, si lo piensas, el tema de la homosexualidad no es tan complicado, pero ya te imaginas el resto de condiciones sexuales. Estoy casi seguro de que los medios han contribuido de mejor manera a promover la tolerancia, no así el sistema educativo».

El último profesor engloba entre sus páginas una crítica al deteriorado sistema educativo, a la religión, a la sexualidad, a la política hondureña vinculada al narcotráfico y a la corrupción y, en cierto modo, a todas las ideas equivocadas que se infundan en el ser humano desde una edad temprana y que lo conforman como individuo, creando una sociedad con pensamientos confusos y desestabilizados.

Ciertamente, una propuesta trepidante, lúgubre y demente que hará reflexionar y desconfiar sobre todos estos asuntos existenciales a todo aquel que la lea.

La novela de Godofredo Eromeún ya está disponible en Amazon para los lectores más versados y aquellos que busquen una historia oscura y delirante.

Fuente Comunicae

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