Hermana del comandante Ripollés, víctima de la tragedia del Yak-42: «Él sí creyó que iba a una misión; EEUU nunca»

Está convencida de que su hermano sería voluntario en la repatriación de la población afgana que queda a merced de los «salvajes» talibanes

La hermana del comandante Ripollés, víctima de la tragedia del avión Yak-42, asegura que lleva días «con el miedo metido en el cuerpo» mientras sigue las noticias del retorno de los talibanes al poder en Afganistán. «Mi hermano sí sabía que podía perder la vida, pero creyó siempre que iba a una misión; EEUU nunca», señala en declaraciones a Europa Press.

Su primer mensaje es una mezcla de dolor e incredulidad. «No se puede blanquear a estos salvajes, unos terroristas que quieren volver a la Edad Media», señala Curra Ripollés en referencia a los talibanes.

Está convencida de que su hermano, ingeniero militar que fue a Afganistán a ayudar a la reconstrucción del país y que falleció en la tragedia del Yak-42, de estar vivo sería voluntario o estaría ayudando en la repatriación de afganos.

«Me lo dejó muy claro: tu hermano va a luchar por preservar la paz, no a la guerra», rememora Curra Ripollés, remontándose a la intervención de Afganistán tras el atentado del 11-S de 2001. «Mi hermano y el resto de militares iban muy ilusionados, pero al tercer mes de estar allí ya estaban muy preocupados: no llegó el material prometido para la reconstrucción; la prioridad ya era la guerra de Irak».

DISPUESTOS A DEJAR SU VIDA

Lo que más le duele a la hermana del comandante es que hace 18 años, pese a todo, los militares españoles «sembraron la idea» de que podría mejorarse la situación de la población afgana, y todo esto ahora se tambalea. «Me gustaría destacar el valor de esos hombres y mujeres dispuestos a dejar su vida por un país mejor», añade.

Es por esto mismo por lo que Curra Ripollés ahora siente tanta tristeza, sobre todo por las mujeres y niños afganos que tratan de escapar del país subiendo a uno de los aviones de los países que participaron en la intervención militar.

«Miro a mi hija cuando veo las imágenes de Afganistán y es inevitable pensar que podríamos estar allí, ser una de esas mujeres y estar ahora escondidas», confiesa, «es ése el miedo horrible que tengo metido en el cuerpo desde que comenzó todo esto».

MANDATARIOS DEJAN MUCHO QUE DESEAR

Ella cree que los mandatarios «dejan mucho que desear» y se centra en EEUU: «No tenía una misión, tenía un interés». «No sé qué opinar de un conflicto tan grave, sí me sorprende que no hubiera un plan B en la retirada y que los talibanes asuman el poder», se lamenta.

Curra Ripollés, que ha participado estos días en protestas en favor de la población afgana frente a las instituciones europeas, recuerda que tras la muerte de su hermano consiguió la ayuda de muchas personas para enviar a Afganistán ropa y también ordenadores.

Por eso, viendo el drama de tantas personas y las muestras de ayuda y los intentos desesperados por sacar al mayor número de personas de Kabul, lo que despierta en ella es el «orgullo de vivir en un país como España, pese a todo».

Su idea era seguir el «ejemplo» de su hermano y del resto de militares que tendieron puentes para enseñar el español y ganarse la confianza de la población local, incluso de las mujeres que vestían el burka. «Hacían lo que podían, pero en sus conversaciones con mujeres y niñas sí despertaron el interés por progresar; por eso, sí mereció la pena», sostiene.

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