Diversos proyectos en marcha del CSIC auguran mejores métodos de prevención y detección precoz del cáncer

Diversos proyectos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) auguran un futuro en el que se puedan obtener mejores métodos de detección temprana e incluso formas de prevenir la formación de tumores, a través de la creación de dispositivos para obtener mamografías más eficaces, nuevos biomarcadores, y el ensayo de nanomedicinas para atacar la enfermedad.

En primer lugar, el equipo de la investigadora Pilar Navarro, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (IIBB-CSIC), dedicado al cáncer de páncreas, ha demostrado recientemente que una proteína llamada Galectina-1 puede ser un buen biomarcador (una sustancia que indica un estado biológico, en este caso el cáncer). Han notificado que los niveles de esta proteína están muy elevados en pacientes con cáncer de páncreas. «Además, hemos observado que, cuanto mayor es el nivel de esta proteína en sangre, menor es la supervivencia del paciente», señala la investigadora.

«Estos resultados indican que la detección en sangre de Galectina-1 puede ser utilizada para diagnosticar y predecir la agresividad del cáncer de páncreas», detalla Navarro. El método utilizado para esta detección es una prueba de laboratorio poco costosa (el test Elisa), lo que confiere una importante ventaja respecto a otras técnicas que se usan actualmente, como las técnicas de imagen (ecografía endoscópica, TAC, resonancia magnética).

«No obstante, nuestro estudio también presenta limitaciones, como la especificidad, ya que esta proteína puede también incrementarse en respuesta a procesos inflamatorios, como la pancreatitis, dando lugar a falsos positivos», advierte la investigadora. «No obstante, la sencillez de la metodología y su bajo coste nos llevan a proponer que la detección de Galectina-1 en sangre puede ser de gran utilidad para ayudar a los oncólogos en el diagnóstico precoz del cáncer de páncreas», sostiene Navarro.

MEDIR LAS PROPIEDADES FÍSICAS DE LAS CÉLULAS TUMORALES

Por su parte, el equipo del físico Javier Tamayo, del Instituto de Micro y Nanotecnología (IMN-CSIC) de Madrid, busca nuevos métodos que permitan detectar las células cancerígenas a partir de sus características físicas. «En la última década hemos aprendido que las propiedades mecánicas de las células experimentan un cambio radical cuando se transforman en tumorales», apunta la investigadora Priscila Kosaka, del equipo de Tamayo.

«El cambio de propiedades mecánicas tiene un alto significado biológico que abre un sinfín de posibilidades en nuevas técnicas de diagnóstico y terapias de carácter universal basadas en las propiedades mecánicas de los tumores», añade Kosaka.

En este sentido, el equipo de Tamayo ha desarrollado nanodispositivos optomecánicos que permiten la detección ultrasensible de proteínas en la sangre. «Estos resultados permitirían detectar biomarcadores tumorales procedentes de tumores incipientes con un tamaño inferior a un milímetro y, por tanto, altamente curable», augura Tamayo. «Se están realizando ensayos clínicos con pacientes de cáncer de mama y pronto se comenzarán ensayos con pacientes de cáncer de pulmón», anuncia.

UTILIZAR LA LUZ PARA EVALUAR BIOMARCADORES

Por otro lado, el equipo de la investigadora del CSIC Laura M. Lechuga, del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2-CSIC-Gencat), ha demostrado cómo su tecnología nanofotónica (el uso de la luz a nivel nanométrico) permite evaluar biomarcadores en estados muy tempranos del desarrollo de diferentes tipos de cáncer utilizando muestras mínimas de fluidos corporales.

«Por ejemplo, hemos demostrado cómo es posible conseguir con nuestros prototipos una detección temprana del cáncer colorrectal al detectar directamente la presencia de autoanticuerpos asociados a este tumor en el plasma de los pacientes, lo que abre un esperanzador camino para su diagnóstico precoz evitando la colonoscopia», explica Lechuga.

Lechuga también colabora en el proyecto Legochip, dirigido por el investigador César Moreno, del ICN2. «Trabajamos en ofrecer una nueva plataforma biosensora basada en grafeno y dispositivos nanofotónicos para el diagnóstico temprano de melanoma», indica Lechuga. «Este novedoso nanobiosensor está dirigido a la detección precoz de melanoma (cáncer de piel), así como a la monitorización continua de pacientes con alto riesgo de padecer dicha enfermedad».

IMAGEN DE PRECISIÓN PARA DETECTAR TUMORES DE MAMA

La detección temprana del cáncer de mama es el objetivo del equipo de los investigadores Antonio J. González y Filomeno Sánchez, del Instituto de Instrumentación para la Imagen Molecular (I3M-CSIC-UPV), centro mixto del CSIC y la Universidad Politécnica de Valencia. Están desarrollando un dispositivo de tomografía por emisión de positrones (PET), denominado DeepBreast, que busca mejorar las prestaciones de calidad de imagen y tiempo de escaneo de la tecnología de detección.

«El diseño en el que estamos trabajando aumenta la eficiencia de la detección y permite reducir el tiempo de escaneo y la dosis de radiofármaco inyectada al paciente, o un compromiso entre ambos», explica González. «Nuestro objetivo es tener un prototipo funcionando para finales de 2021», dice Sánchez.

Por su parte, el equipo del investigador Isidro Sánchez-García, del Centro de Investigación del Cáncer (CIC-CSIC-USAL), mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca, se centra en los orígenes de la leucemia infantil. El equipo de Sánchez-García ha observado que, en casos de predisposición genética a este tipo de leucemia, el cáncer surge como consecuencia de una respuesta inmunitaria anormal a las infecciones comunes. Y, especialmente, han mostrado que un microbioma intestinal adecuado puede proteger contra el mecanismo que desencadena el cáncer.

En una situación normal, las células preleucémicas (que contienen oncogenes inactivos), originadas como consecuencia de una predisposición genética innata, se mantendrán silentes gracias a una red protectora inmunitaria que impide que evolucione la leucemia, explica el investigador. Sin embargo, cuando se produce un estrés inmunitario causado por factores externos, como por ejemplo una infección, la red puede debilitarse y permitir que una célula preleucémica escape del control inmunitario y progrese a célula leucémica (activación de los oncogenes).

«Uno de los factores que puede proteger del estrés es un microbioma intestinal adecuado, ya que se ha demostrado que existe una asociación entre el subtipo genético de la leucemia y la posible eficacia antileucémica del microbioma», señala Sánchez-García. Así, la prevención de este cáncer mediante la modificación del microbioma y la protección frente al estrés inmunitario podría proporcionar una alternativa eficiente a los tratamientos.

Por otro lado, el equipo de la investigadora Victoria Moreno-Arribas, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL-CSIC-UAM), centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid, busca restaurar el equilibro de la microbiota intestinal y oral de los pacientes con cáncer, sobre todo de mama y pulmón, para mejorar su calidad de vida y pronóstico. Así, diseñan fórmulas nutricionales individualizadas y ajustadas a cada individuo, y realizan un seguimiento durante todo el proceso.

Por último, el grupo de la investigadora Elena Cartea, de la Misión Biológica de Galicia, se centra en la prevención del cáncer mediante la alimentación. «Algunos compuestos presentes en los cultivos de brásicas, como los isotiocianatos, pueden ser útiles en la prevención y tratamiento de algunos cánceres de próstata y de mama», señala Cartea. «La administración combinada de estos compuestos con dichos fármacos antitumorales podría ayudar a potenciar la eficacia de estos y permitiría reducir sus dosis, haciéndolos más tolerables para los pacientes», explica.

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