Una encuesta denuncia que apenas el 43% de los crónicos ha recibido una dosis de la vacuna contra la COVID-19
El Estudio del Impacto de la COVID-19 en las personas con enfermedad crónica , realizado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), ha revelado que solo el 43,3 por ciento de los entrevistados había recibido al menos una dosis de alguna de las vacunas contra la COVID-19 autorizadas a nivel estatal a fecha del 14 de junio de 2021.
El objetivo principal del estudio ha sido comprender cómo la pandemia de la COVID-19 ha impactado en las personas que conviven con síntomas cronificados o enfermedades crónicas para, así, poder concretar propuestas de mejora que influyan positivamente en la calidad de vida del colectivo.
Actualmente, ya se han presentado los resultados de las dos primeras fases, que cubrían los periodos correspondientes al primer estado de alarma (desde abril a junio de 2020) y de septiembre a diciembre de 2020, y que ponían de manifiesto la complicada situación que habían atravesado los pacientes con motivo de los retrasos y cancelaciones de consultas y terapias.
Esta tercera fase, que comprende desde el 18 de mayo al 14 de junio de 2021, recoge datos relativos a la atención sanitaria y el grado de satisfacción de los pacientes, así como otros aspectos más recientes, como la vacunación.
Para dar respuesta a los objetivos planteados en esta tercera y última fase del estudio se realizó un cuestionario on line anónimo a 473 participantes que aceptaron participar de forma voluntaria. De manera previa a la realización del análisis estadístico, la muestra fue ponderada por las variables: enfermedad o trastorno crónico como diagnóstico principal, comunidad autónoma de residencia y sexo.
El perfil del participante durante la tercera fase corresponde a una persona con enfermedad cardiaca (25,5%), EPOC (11,7%), enfermedad mental (10,3%), artrosis (8,7%) y diabetes (5,1%). El 54,5 por ciento de los pacientes encuestados son pluripatológicos, donde uno de cada tres entrevistados cuenta con otra enfermedad crónica añadida y uno de cada cuatro presenta como mínimo dos diagnósticos crónicos de manera concurrente con la patología principal.
El 14,2 por ciento de los participantes han sido diagnosticados de COVID-19 a lo largo de la pandemia mediante alguna/s de las pruebas utilizadas actualmente para la detección de una infección activa por SARS-CoV-2.
«A pesar de conocer que la inmunidad generada por las diferentes vacunas contra la COVID-19 no impide de forma completa la replicación del virus y que esta respuesta inmune es menor en los pacientes con enfermedades crónicas, hoy en día, se sigue sin priorizar a las personas claramente más vulnerables en la estrategia de vacunación», denuncian desde la POP.
UTILIZACIÓN DE RECURSOS SANITARIOS
Desde el inicio de la pandemia hasta la actualidad, el 31,2 por ciento de la muestra ha presentado agravamiento de su/s enfermedad/es crónica/s o ha experimentado nueva sintomatología distinta de sus síntomas cronificados (11,7%). Por tanto, el 42,9 por ciento de los pacientes ha experimentado un cambio negativo en su salud.
Tras esta situación, tres de cada cuatro pacientes optaron por contactar telefónicamente con el centro sanitario, obteniendo como resultado una consulta telefónica posterior (56,5%) o una consulta presencial (10,9%). El 11,1 por ciento acudió directamente al centro sanitario y el 11,5 por ciento al servicio de urgencias.
Solo uno de cada 15 pacientes fue atendido el mismo día o en ese momento tras contactar por teléfono con su médico de referencia. Las mujeres obtuvieron y optaron por una mayor presencialidad, mientras que la atención en el sexo masculino fue en mayor proporción telefónica.
Como consecuencia del cambio en su estado de salud, al 64 por ciento de los participantes que recibieron asistencia sanitaria, les fueron programadas y realizadas pruebas diagnósticas. Por último y como resultado de la asistencia sanitaria recibida, al 43,2 por ciento de los entrevistados se les confirmó un nuevo diagnóstico, aunque proximadamente una de cada cinco personas (18,9%) aún sigue pendiente de la comunicación de resultados.
La situación tan prolongada de pandemia por la COVID-19 ha generado un retraso importante en los plazos necesarios para completar los distintos procesos asistenciales. Teniendo que esperar la población estudiada hasta 48 días de media para poder recibir atención sanitaria tras haberse iniciado la nueva sintomatología, llegándose a prolongar esta situación en algunos pacientes hasta en más de un año de duración (438 días). Por otro lado, el valor medio de tiempo transcurrido desde la consulta con el/la médico/a hasta la realización de la/s pruebasdiagnósticas fue de 62,5 días. En ambos procesos, los hombres tuvieron que esperar de media más que las mujeres.
Por lo que en general, el tiempo medio de espera necesario desde inicio del empeoramiento o aparición de nuevos síntomas hasta la confirmación del diagnóstico ha sido de 116,9 días.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO, ASISTENCIAL Y REHABILITADOR
En relación con la recepción de fármacos a domicilio por parte de los pacientes, durante la primera fase analizada los recibieron, en mayor proporción respecto a otros agentes, por parte de la farmacia hospitalaria (5%). En cambio, durante el segundo periodo de estudio fue la farmacia comunitaria (4,3%) o voluntarios/organizaciones de pacientes (6,9%) quienes entregaron principalmente a domicilio.
El 50,6 por ciento de las personas que han participado en la última fase del estudio manifiestan que presentaron diferentes problemáticas y situaciones para poder conseguir el tratamiento comunitario durante el año actual, siendo este resultado intermedio entre los recabados en las fases previas. Por otra parte, se observa una disminución en comparación con la primera fase de prácticamente seis puntos en los pacientes que no acudían a la farmacia por miedo al contagio.
Respecto a la adherencia terapéutica manifestada por el paciente, se observa una evolución negativa a lo largo de las distintas fases de estudio, incrementado la proporción de pacientes que indica que se queda sin tratamiento (6,7% vs. 30,2%), a veces olvida tomar la medicación (24,4% vs. 34,0%) o que ha decidido no tomarla (0,9% vs. 24,8%).
Durante la 3ª fase de análisis, el seguimiento asistencial se realizó de manera telefónica o telemática en el 37 por ciento de los pacientes, incrementando 10 puntos porcentuales respecto a la fase anterior (27,5%). De todos los entrevistados que tuvieron consultas programadas por vía telefónica o telemática, el 54,2 por ciento describió su grado de satisfacción con la atención sanitaria recibida por esta vía de manera negativa. Por otro lado, solo el 14,7 por ciento de los pacientes han tenido una consulta presencial en la 3ª fase, lo que denota la lentitud en la recuperación de la asistencia anterior a la pandemia.
Respecto a las pruebas o intervenciones programadas, el 13,9 por ciento de los encuestados solicitó aplazar cualquier prueba diagnóstica o intervención quirúrgica por miedo al contagio. Al comparar los resultados con los de la segunda fase, se han realizado un mayor porcentaje de pruebas e intervenciones con total normalidad y las pruebas diagnósticas han sido aplazadas en mayor medida por temor al contagio.