El ejercicio puede ayudar a la recuperación de los pacientes con COVID-19 persistente, según un estudio

Los pacientes con síntomas duraderos de COVID-19 que completaron un programa de rehabilitación supervisado de seis semanas demostraron mejoras significativas en la capacidad de ejercicio, los síntomas respiratorios, la fatiga y la cognición, según los investigadores del Centro de Investigación Biomédica de Leicester del Instituto Nacional de Investigación Sanitaria de Reino Unido.

El estudio, publicado en la revista Chronic Respiratory Disease , realizó un seguimiento de treinta pacientes que participaron en clases presenciales de rehabilitación con ejercicios dos veces por semana durante un periodo de seis semanas. El programa incluía ejercicios aeróbicos, como caminar o utilizar una cinta de correr, entrenamiento de fuerza de brazos y piernas, y debates educativos para apoyar el manejo de los síntomas basados en la información de la plataforma Your COVID Recovery.

Los investigadores descubrieron una mejora estadísticamente significativa en la capacidad de ejercicio, medida por las puntuaciones de la distancia recorrida y la capacidad de continuar sin descanso mediante pruebas de caminata incremental y de resistencia. También descubrieron que la fatiga mejoró en 5 puntos en la Escala de Fatiga de la Evaluación Funcional de la Terapia de Enfermedades Crónicas (FACIT) durante el periodo de seis semanas. Además, los participantes demostraron una mejora en su bienestar general y en su cognición, según las mediciones de las herramientas de evaluación clínica estandarizadas.

Los participantes fueron remitidos a través de una evaluación telefónica de seguimiento al alta hospitalaria, en una evaluación clínica COVID-19 presencial o a través de su médico de cabecera. Se ofreció a los individuos la oportunidad de participar si mostraban síntomas físicos y/o psicológicos que afectaban a sus actividades diarias. Los pacientes fueron excluidos si mostraban síntomas agudos, o no estaban médicamente estables (como la diabetes no controlada) o sólo tenían síntomas que se consideraban poco probables para beneficiarse de un programa de rehabilitación pulmonar, como la pérdida del gusto o del olfato.

Entre los participantes había un reparto equitativo entre hombres y mujeres, con una media de 58 años. El 87por ciento de los participantes fueron ingresados en el hospital con COVID-19, permaneciendo una media de 10 días en el hospital. El 14 por ciento necesitó ventilación mecánica y fue tratado en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Cuatro personas tenían una enfermedad respiratoria preexistente, como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

«Sabemos que los supervivientes de la COVID-19 presentan una gran variedad de síntomas y que un enfoque único para su tratamiento no sería adecuado. Sin embargo, las necesidades de los supervivientes de la COVID-19 se solapan con las de los pacientes que han accedido a la rehabilitación pulmonar por otras afecciones, como la EPOC. Así que modificamos nuestro curso de RP, ya bien establecido, para los supervivientes de la COVID-19 y medimos sus síntomas para evaluar si el programa podría ser beneficioso. Descubrimos que había mejoras significativas en los resultados clínicos de la capacidad de caminar y los síntomas de fatiga, cognición y síntomas respiratorios, factores que los pacientes nos dicen que afectan más a su calidad de vida», explica la doctora Enya Daynes, especialista en rehabilitación pulmonar y fisioterapeuta de investigación de los Hospitales de Leicester y autora principal del estudio.

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