Tristana , la heroína de Peréz Galdós, llega al Palacio de Festivales interpretada por Olivia Molina

Tristana , la obra de Benito Perés Galdós, llegará los próximos viernes y sábado, 1 y 2 de junio, al Palacio de Festivales de Cantabria, con Olivia Molina interpretando a la «heroína» del dramaturgo.

La compañía Secuencia 3 trae esta obra de teatro, en la que también actúan Diana Palazón, José Luis Ferrer y Alejandro Arestegui y que se podrá ver ambos días a las 20.30 horas en la sala Pereda.

La obra, de 90 minutos sin descanso, se centra en Tristana, la heroína de Benito Pérez Galdós, que sueña con estudiar, trabajar y ser libre en un mundo dominado por el hombre. Se une así a la explosión de protagonistas femeninas que a finales del siglo XIX claman por la independencia de la mujer.

Galdós funde en el personaje de Tristana sus experiencias amorosas con la joven actriz Concepción Ruth Morell y con la novelista Emilia Pardo Bazán. Frente a ella, como en un triángulo imposible, el seductor caduco don Lope y el joven pintor Horacio, incapaces de respetar sus deseos de aprendizaje y emancipación. Y a su lado, como cómplice y confidente, la criada Saturna, la mujer apegada a la realidad.

La huérfana Tristana, ya de 21 años, es recogida por un amigo de la familia, Don Lope, que acabará convirtiéndose en su tutor-seductor. Don Lope, de 58 años, es un don Juan en decadencia, en retirada. Tras haber sido seducida por Don Lope, la joven protagonista se rebela ante la situación y al poco conoce y se enamora de Horacio, un pintor que no acepta el espíritu feminista de Tristana.

El pintor tiene que ausentarse de Madrid durante una larga temporada y la relación se enfría, aunque Tristana sigue idealizando a Horacio. Durante este tiempo, Tristana enferma y pierde, por amputación, una pierna. El joven Horacio viene a visitarla más por piedad que por sentimiento y desaparece. Nada queda en él del antiguo amor…

En esta situación, Tristana se ve nuevamente atada a Don Lope. El pintor acabará casándose con otra mujer y Tristana cambiará sus sueños de ser actriz o pianista por una vida estéril y casi autómata, con Dios como único «objeto del deseo», mientras asistimos a la decadencia de un Don Lope, cada día más viejo y arruinado.

Sin embargo, la cesión de unas tierras de un familiar a cambio de regular una relación escandalosa facilita que la obra termine, de forma irónica, en una boda de conveniencia entre los protagonistas.

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