Un estudio descubre cómo los recuerdos y las respuestas de miedo se transmiten a través de las interacciones sociales

El doctor Steve Ramirez, profesor asistente en ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Boston (Estados Unidos) ha dirigido una investigación sobre cómo funciona la memoria y cómo secuestrarla para tratar trastornos del cerebro y en la que ha descubierto cómo los recuerdos y las respuestas de miedo se pueden transmitir a través de las interacciones sociales.

La investigación, que se ha publicado en PNAS y que está financiada por el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés, Estados Unidos), ha analizado cómo se ve la memoria en el cerebro (es decir, su base física) y cómo manipular artificialmente los recuerdos para restaurar el cerebro. Ramirez, quien es el investigador principal de The Ramirez Group , ha detallado que pretendía examinar específicamente cómo se modulaban los recuerdos previamente adquiridos cuando los animales socializaban.

El investigador ha relatado que han examinado el efecto de diferentes experiencias sociales y no sociales en la memoria de un evento negativo pasado de un individuo. Estas experiencias sociales pueden incluir tener un animal que interactúa con sus compañeros de jaula, ya sea directamente, detrás de una pared opaca o detrás de un espejo unidireccional.

Las experiencias no sociales pueden incluir el acceso a la propia pared opaca sin un compañero de jaula del otro lado. Los experimentos de comportamiento revelaron que dos tipos de factores estresantes transmitidos socialmente mejoraron la memoria del miedo, mientras que los factores estresantes no transmitidos socialmente y las experiencias de control no tuvieron efecto en la fuerza de la memoria del miedo.

«Presumimos que esta mejora se debió al estrés socialmente estimulado que reactiva las neuronas que codifican la memoria del miedo, y mostramos que tales conjuntos neuronales fueron reactivados solo por los estresores sociales en una región del cerebro llamada hipocampo», ha manifestado Ramírez.

El equipo de investigadores ha reconocido su sorpresa con el hallazgo contrario a la intuición de que la interacción física directa con un individuo familiar estresado no tuvo un efecto de recuerdo del miedo en los ratones, mientras que experimentaron señales ambientales de estrés indirectamente (presumiblemente a través de sus vocalizaciones y olores, por ejemplo) del individuo familiar estresado.

«Un efecto potenciador tan fuerte sobre la memoria del miedo en los ratones. El equipo hizo una lluvia de ideas sobre posibles explicaciones y probó la hipótesis de que este fenómeno podría deberse a la interacción física que afecta no solo a los compañeros de jaula, sino que en realidad reduce las señales de angustia emitidas por el individuo familiar estresado», ha explicado Ramírez.

Los datos, según los expertos, sugieren que las señales de estrés transmitidas socialmente pueden acceder de manera más poderosa a recuerdos particulares, mientras que tener una interacción física completa con un individuo puede dejar los recuerdos intactos, o tal vez incluso amortiguar su negatividad en algunos casos.

«Estos resultados son emocionantes para nosotros porque apuntan a la dimensión social como un mecanismo por el cual los recuerdos pueden mejorarse entre los animales», ha concluido el investigador.

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