¿Qué es la Rosácea y cómo se trata con mayor eficacia?

La rosácea es una afección crónica de la piel que se caracteriza por la presencia de lesiones en el rostro en forma de enrojecimiento, pequeños vasos sanguíneos dilatados (telangiectasias) que se manifiestan como finas líneas rojas, granos e incluso nódulos (en fases avanzadas).

Puede aparecer también en cuello y escote, y afectar a los ojos, dando lugar a la conjuntivitis por rosácea.

¿Qué provoca la rosácea y cuáles son sus factores de riesgo?

La causa de la rosácea no se conoce, pero diferentes estudios indican que puede deberse a una combinación de factores hereditarios y ambientales.

Tiene una mayor incidencia en personas de piel clara, es más habitual en mujeres que hombres y suele aparecer a partir de los 30 – 40 años, observándose especialmente cuando llega la menopausia en el caso de las mujeres.

Algunos de los principales factores desencadenantes de la rosácea son la exposición crónica al sol, los cambios bruscos de temperatura, tomar alimentos picantes, beber alcohol, hacer ejercicio muy intensamente y experimentar cambios emocionales.

Como puede comprobarse, buena parte de los desencadenantes se caracterizan por influir en la dilatación de los vasos sanguíneos.

¿Qué tipos de rosácea hay?

Pueden distinguirse 3 tipos principales de rosácea, los cuales pueden evolucionar y coincidir a la vez en un mismo paciente.

La rosácea vascular, cuyos síntomas principales son el enrojecimiento (eritema) y la presencia de pequeños vasos dilatados (telangiectasias) en la piel del rostro. La rosácea inflamatoria, caracterizada por la aparición de granos rojos y purulentos (con pus). Y el rinofima eritematoso, que se caracteriza por un engrosamiento y enrojecimiento de la nariz, siendo más frecuente en los hombres.

¿Cómo se diagnostica y trata la rosácea?

Normalmente la rosácea es diagnosticada a partir de la exploración en consulta por parte del médico dermatólogo, si bien en ocasiones pueden ser necesarios algunos estudios adicionales para descartar otras patologías como psoriasis, eccema, lupus u otras formas de acné.

La rosácea puede abordarse desde un enfoque clásico o con tratamientos avanzados, complementándose siempre la terapia con una serie de medidas destinadas a evitar los factores desencadenantes señalados anteriormente (como evitar los cambios bruscos de temperatura, la exposición excesiva al sol, beber alcohol, etc.).

El tratamiento clásico incluye antibióticos, isotretinoína y cremas. En casos leves puede producir una gran mejoría, mientras que en rosáceas avanzadas los resultados suelen ser discretos, ayudando sobre todo frente a lesiones inflamatorias como granos y pústulas, pero no siendo eficaz a la hora de eliminar la rojez y los finos vasos de color rojizo que aparecen dilatados (telangiectasias).

Otras limitaciones del tratamiento clásico son el bajo tiempo de remisión de los síntomas en buena parte de los casos y el riesgo de efectos secundarios (por ejemplo, la isotretinoína es teratogénica, lo que significa que puede afectar al desarrollo del feto).

Los tratamientos avanzados, que incluyen diferentes láseres y peelings químicos suaves, resultan mucho más efectivos que los tradicionales para la mayor parte de los tipos y fases de la rosácea, logrando una desaparición completa o prácticamente completa de los síntomas en un elevado porcentaje de los casos (90% – 95%) durante largos periodos de tiempo (10 – 20 años), e incluso de manera permanente. Además, los efectos secundarios son muy poco frecuentes y en caso de darse son mínimos, limitándose a alguna quemadura local leve.

Por ello en la actualidad los tratamientos láser, junto con los peelings en caso de resultar necesarios, se contemplan como la opción de preferencia para tratar la rosácea (https://www.santanderma.com/dermatologia-clinica/vascular/rosacea-cuperosis/) si se dispone de la tecnología y experiencia necesaria.

Finalmente, cabe señalar que es recomendable apoyar el tratamiento con un sistema de captura de imágenes de alta calidad tanto para realizar el diagnóstico como para hacer un seguimiento adecuado de la evolución de la enfermedad.

Por Dr. Carlos Clerins Millán | Clínica Santanderma (www.santanderma.com)

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