Los viajes espaciales alteran el cerebro de los astronautas al menos durante seis meses

MADRID,

La exposición a la microgravedad que experimentan los astronautas durantes los viajes espaciales no sólo provoca atrofia muscular y reduccióm en la densidad ósea; ahora se ha demostrado que también tiene efectos duraderos en el cerebro, según una investigación desarrollada por la Universidad de Amberes, en Bélgica.

Hasta ahora no estaba claro si los cambios neuroanatómicos observados persisten tras regresar a la gravedad normal. Una investigación realizada por un equipo de neurocientíficos de la citada universidad en estrecha colaboración con colegas rusos, encabezado por el profesor Floris L. Wuyts, han completado el primer estudio a largo plazo sobre cosmonautas rusos, publicado en New England Journal of Medicine , que muestra que los cambios diferenciales en los tres volúmenes principales de tejido del cerebro permanecen detectables durante al menos medio año después del final de su última misión.

El estudio se realizó sobre diez cosmonautas rusos, cada uno de los cuales había pasado un promedio de 189 días a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI). Los autores utilizaron la tomografía de resonancia magnética (MRT) para obtener imágenes de los cerebros de los sujetos antes y poco después de la conclusión de sus misiones a largo plazo. Además, siete miembros de la cohorte fueron reexaminados siete meses después de su regreso del espacio. «Este es realmente el primer estudio en el que ha sido posible cuantificar objetivamente los cambios en las estructuras cerebrales después de una misión espacial que también incluye un período de seguimiento extendido», explica en neurólogo Peter zu Eulenburg.

Las exploraciones MRT realizadas en los días posteriores al regreso a la Tierra revelaron que el volumen de la materia gris (la parte de la corteza cerebral que consiste principalmente en los cuerpos celulares de las neuronas) se redujo en comparación con la medición de la línea de base antes del lanzamiento. En las exploraciones de seguimiento realizadas 7 meses después, este efecto se invirtió parcialmente, pero aún así fue detectable.

Por contra, el volumen del líquido cefalorraquídeo, que llena las cavidades internas y externas del cerebro, aumentó dentro de la corteza durante la exposición a largo plazo a la microgravedad. Además, este proceso también fue observable en los espacios exteriores que cubren el cerebro después del regreso a la Tierra, mientras que los espacios del líquido cefalorraquídeo volvieron a su tamaño casi normal.

El volumen del tejido de la materia blanca (aquellas partes del cerebro que están formadas principalmente por fibras nerviosas) no se modificó en la investigación inmediatamente después del aterrizaje. Sin embargo, el examen posterior 6 meses después mostró una reducción generalizada del volumen en relación con las dos mediciones anteriores. En este caso, los investigadores postulan que, en el transcurso de una estadía más larga en el espacio, el volumen de la materia blanca puede ser reemplazado lentamente por una afluencia de líquido cefalorraquídeo.

Al regresar a la Tierra, este proceso se invierte gradualmente, lo que resulta en una reducción relativa del volumen de materia blanca. los investigadores postulan que en el transcurso de una estacia más larga en el espacio, el volumen de la materia blanca puede ser reemplazado lentamente por una afluencia de líquido cefalorraquídeo. Al regresar a la Tierra, este proceso se invierte gradualmente, lo que resulta en una reducción relativa del volumen de materia blanca. los investigadores postulan que en el transcurso de una estadía más larga en el espacio, el volumen de la materia blanca puede ser reemplazado lentamente por una afluencia de líquido cefalorraquídeo. Al regresar a la Tierra, este proceso se invierte gradualmente, lo que resulta en una reducción relativa del volumen de materia blanca.

«Tomados en conjunto, nuestros resultados apuntan a cambios prolongados en el patrón de circulación del líquido cefalorraquídeo durante un período de al menos siete meses después del regreso a la Tierra –dice zu Eulenburg–. Sin embargo, aún no está claro si las alteraciones extensas que se muestran en la materia gris y blanca conducen a algún cambio en la cognición», agrega.

Hasta ahora, la única indicación clínica de efectos perjudiciales es una reducción de la agudeza visual que se demostró en varios viajeros espaciales a largo plazo. Estos cambios ser atribuibles al aumento de la presión ejercida por el líquido cefalorraquídeo en la retina y el nervio óptico. La causa dominante de los cambios estructurales generalizados en el cerebro después de largos vuelos espaciales podría estar en cambios de presión mínimos dentro del cuerpo.

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