La ONU advierte del «deterioro» de la seguridad en Malí y pide soluciones políticas

El representante especial de las Naciones Unidas para Malí, El Ghassim Wayne, ha advertido este viernes ante el Consejo de Seguridad de la ONU de que la situación en el país «se ha deteriorado y la crisis se acrecienta», y ha defendido que la respuesta a los desafíos «no puede ser solamente militar», sino política.

Wayne ha defendido la labor de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en Malí (MINUSMA), que ha calificado de «crucial», al recordar a los 243 agentes de la Misión que han muerto en acto de servicio.

El representante ha recordado que MINUSMA continúa desarrollando labores de asistencia al Gobierno y a las fuerzas de seguridad del país en materia de transporte, ingeniería, suministros y combustible, y que el secretario general de la ONU, António Guterres, ha recomendado un aumento de sus operaciones.

El pasado 2 de octubre, un ataque con un artefacto explosivo contra un convoy de la MINUSMA en Tessalit, en la región de Kidal, en el norte del país, dejó un miembro de la misión muerto. Wayne también ha denunciado que este pasado jueves un campamento de la misión en Aguelhok sufrió fuego indirecto de mortero y misiles.

A pesar de todo, el representante especial ha asegurado que en las últimas semanas se han producido «evoluciones prometedoras» para la transición hacia un gobierno civil en el país, ya que las autoridades de transición consideran que mejorar la seguridad es «clave para la celebración de elecciones creíbles».

La subsecretaria general de Derechos Humanos de la ONU, Ilze Brands Kehris, ha anunciado este viernes que hará una visita de seis días al país a partir del 1 de noviembre en la que se reunirá con varios líderes políticos y civiles de la región.

Además, la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas (OHCHR) ha denunciado una serie de ataques por parte de grupos que «defienden la esclavitud heredada» en el país.

Según el grupo, los últimos ataques se han registrado en septiembre, contra personas que descienden de familias que fueron capturadas por familias esclavistas –conocidas como «nobles»– hace generaciones. Estos esclavos modernos son obligados a trabajar sin recibir paga, y pueden ser heredados, denuncia la ONU.

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